El platero oscense que brilló en la corte

Antonio Martínez fue el fundador en el siglo XVIII de la Real Fábrica de Platería Martínez, considerada la mejor del país y una de las más reputadas de Europa.

Vajilla para las mesas reales, plata religiosa para la Real Capilla o iglesias afines a la Corona e, incluso, orinales. Piezas como estas salieron de la Real Fábrica de Platería Martínez, fundada por el aragonés Antonio Martínez Barrio. Natural de Huesca, es considerado el platero español más famoso de la segunda mitad del siglo XVIII, en parte porque desarrolló su labor durante la Ilustración. "Las piezas conservadas son de una calidad muy alta", valoran desde Patrimonio Nacional.

Hijo de Antonio Martínez y de Antonia Barrio, de joven viajó a Zaragoza para formarse. "Debió de aprender a dibujar en el estudio del pintor José Martínez Luzán, como los Bayeu y de Goya", se dice en el Catálogo de la Plata del Museo de Madrid. Precisamente, de él se conserva un retrato que se le atribuye a Bayeu. En la capital aragonesa se convirtió en maestro platero en 1747 ante los mayordomos del Colegio de Plateros, Pedro de Asó y Francisco Nasarre, citan en el mismo catálogo. Después regresó a su ciudad natal, donde intentó establecerse con alguna traba del colegio de plateros de Huesca. "A pesar de ello y según nos cuenta Del Arco y Garay, realizó varios trabajos en la misma, destacando la custodia de la iglesia parroquial de Angüés y un relicario para el Monasterio de Santo Domingo", se añade en el catálogo.

Su llegada a Madrid fue hacia el año 1752, aunque no se tiene constancia de su presencia hasta 1775, cuando pidió a Carlos III una pensión para formarse en el extranjero, apunta el exconservador Fernando A. Martín, autor de varios artículos en torno a su figura. "Se cree que presentó ante la administración de la Real Casa una solicitud para poder continuar estudios de platería y otras artes en París y Londres. Puso como aval las piezas de plata y joyas que había realizado hasta entonces", apoya Amelia Aranda, conservadora de Relojes y de Plata de Patrimonio Nacional. Carlos III facilitó la ampliación de su formación y Carlos IV, aficionado a esta disciplina, le respaldó económicamente en la fundación de la real fábrica, que llegó a ser reconocida en España y en Europa.

"Sus objetos de plata y plaqué eran disputados entre la aristocracia y la burguesía decimonónica"

"Sus objetos de plata y plaqué eran disputados entre la aristocracia y la burguesía decimonónica", añade Martín en uno de los textos. Finos troquelados y coloridos esmaltes caracterizaban a su obra, donde reinaba lo mitológico y lo cotidiano. "De la real fábrica salió tanto plata civil como religiosa", apoya Aranda.

Bandeja de plata de Antonio Martínez Barrio, que se encuentra en el Real Monasterio de la Encarnación.
Bandeja de plata de Antonio Martínez Barrio, que se encuentra en el Real Monasterio de la Encarnación.
Copyright Patrimonio Nacional
"El valor es muy grande porque, aunque por varias circunstancias, mucha de la producción se ha perdido, sobre todo de la primera época"

"El valor es muy grande porque, aunque por varias circunstancias, mucha de la producción se ha perdido, sobre todo de la primera época", lamentan en Patrimonio Nacional. El principal motivo de esa pérdida fue la Guerra de la Independencia: "Joaquín Murat y José Bonaparte ordenaron reunir toda la plata conservada en el Palacio Real y destruirla en el crisol para convertirla en moneda con la que mantener a las tropas". La colección de elementos civiles fue la más afectada. A pesar de ello, en la actualidad se custodian algunas piezas fabricadas en los años de la dirección Martínez. Una mancerina para el chocolate, una bandeja o un juego de altar son ejemplos que Patrimonio Nacional custodia en el Palacio Real o en el Real Monasterio de la Encarnación.

Mancerina, de Antonio Martínez Barrio, fundador de la Real Fábrica de Platería Martínez.
Mancerina, de Antonio Martínez Barrio, fundador de la Real Fábrica de Platería Martínez.
Copyright Patrimonio Nacional

De etapas posteriores destaca el tocador de plata sobredorada de la reina Isabel de Braganza, el tocador de la reina María Josefa y varias escribanías, como la de presidencia del Gobierno regalada a Isabel II. A lo anterior se añaden piezas de vajilla, juegos de altar o cálices. "Un buen conjunto de piezas", considera la conservadora de relojes y plata.

Dev0t0 de la Vírgen del Pilar 

En su testamento, fechado un día antes de su muerte –el 22 de enero de 1798-, se revela la devoción a la Virgen del Pilar, según recoge Fernando A. Martín en uno de sus artículos: "Lego y mando a la iglesia del Hospital de Nuestra Señora de Montserrat de esta Corte una Virgen del Pilar de Zaragoza, de plata, como vara y media de alto, que tengo en mi habitación, para que se coloque en dicha iglesia y se le dé el culto debido, que así es mi última voluntad".

Su legado en la real fábrica lo continúo Celestino Espinosa y tras él, Pablo Cabrero, un militar también aragonés y el esposo de Josefa Martínez, la hija de Antonio. Cabrero asumió la dirección en la época de mayor producción de la real fábrica. La estela la siguió la siguiente generación - Pablo, Pauilina, Enriqueta y Julia-, y los testigos de los últimos años de la real fábrica, que fue demolida en la década de 1920.

Dibujo del edificio de la Real Fábrica de Platería Martínez.
Dibujo del edificio de la Real Fábrica de Platería Martínez.
Ayuntamiento de Madrid

De "bella traza neoclásica"

"Su bello edificio fue uno de los más visitados por los ilustres personajes que llegaban a esta Corte", dice Martín. En un emplazamiento que cumplía el objetivo de Martínez: no se situaba en los barrios interiores de Madrid ni distante de la Academia de San Fernando por la utilidad que podrían sacar aprendices de las lecciones de dibujo. Así, deseaba buena luz, agua abundante y piso de tierra para mejor colocación de las máquinas. "Su arquitectura se contaba como una de las más bellas y hermosas del viejo Madrid, de bella traza neoclásica", agrega el también exconservador de Patrimonio Nacional. 

La fábrica se cerró, después de varios intentos por mantenerla abierta, y se cuenta que el edificio albergó algunas exposiciones antes de ser demolido. Fotografías antiguas revelan su estado en los últimos tiempos, cuando la fachada estaba apuntalada. Se estima que fue derruido hace en torno a un siglo.

Una placa recuerda la ubicación de esta real fábrica y sus piezas son conservadas con mimo por instituciones y también son habituales de subastas. Ese parte del legado de Martínez, ese oscense que fue el padre del "intento más serio y duradero de industrialización de la España del siglo XVIII en el ámbito de la platería"

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión