Miguel Ángel Berna: "De la jota me atrajo la pasión, pero hoy quizá me iniciaría en el hip-hop"

El artista, que en 2019 celebró sus 40 años en escena, vuelve a representar, este sábado en la Mozart, el espectáculo que alumbró durante la pandemia

Miguel Ángel Berna, en la sala del IAACC Pablo Serrano donde ensaya sus obras.
Miguel Ángel Berna, en la sala del IAACC Pablo Serrano donde ensaya sus obras.
Toni Galán

¿Cómo está viviendo el mundo de la danza la salida de la pandemia?

El sector está muy tocado en lo económico y en lo anímico. Si ya era difícil salir adelante cuando se podía vender el 100% de las localidades, imagínese ahora al 50% de aforo. Pero nos adaptamos a lo que hay.

¿Qué va a llevar mañana a la sala Mozart?

Un espectáculo creado en y desde el confinamiento, ‘Jota y Berna’, que ya presenté en el Principal. Un espectáculo íntimo que, desde el punto de vista escenográfico, gira en torno a una reja donde se hace una ofrenda floral. Esa ofrenda, que evoca a la que hacemos el 12 de octubre, es también para todos los que han luchado contra la pandemia. Hay que llenar la vida de flores.

Usted lleva casi todo el peso del espectáculo. Tras cuatro decenios sobre los escenarios, ¿pesan los años?

Se notan, claro. Lo que pasa es que el mundo de la danza te enriquece mucho. Cuando tienes 20 años buscas exhibirte físicamente y a menudo olvidas el mensaje, la verdad: que la danza es, sobre todo, un hecho emocional. Por eso muchas veces un gesto es más expresivo que un alarde técnico. Lo bueno es saber mantener el equilibro entre la técnica y lo emocional.

Hace poco se quejaba de que los jóvenes no se ‘enganchan’ a la danza.

A la gente joven, en general, le cuesta cada vez más ir al teatro. ¿Qué está pasando? Me gustaría pensar que la pandemia nos ayudará a ver por dónde vamos, pero no lo tengo claro. En el mundo de la jota, por ejemplo, creo que nos hemos agarrado demasiado al tópico y al estereotipo.

La jota es lo que es.

Lo que me atrajo de ella cuando empecé fue la pasión y la fuerza que ponían cantadores y bailadores. Pero estamos hablando de otros días. Creo que, de iniciarme ahora en la música, quizá haría hip-hop. La jota pertenece al mundo rural y hasta ahora no hemos sabido construir puentes con ella, como los que han construido otros estilos populares, como el flamenco o el tango argentino.

Quizá por su peso específico.

Aquí lo hemos centrado todo en la jota y hasta hace unos años ha logrado eclipsar a gran parte de nuestro folclore. Hablamos de jota ‘aragonesa’, como si fuera una, y se baila completamente diferente en Teruel, Huesca y Zaragoza. Es así salvo en los concursos, que parecen hechos para limitar y controlar. Cuando aprendía, si bajabas un poco un brazo te pegaban un ‘castañuelatazo’.

Usted y su pesimismo.

Me canso un poco de ese punto de vista pesimista, pero quiero ver la realidad para poder cambiarla. Desde el respeto.

Usted ideó las castañuelas de metacrilato y cada vez se ven más en los escenarios.

Las primeras me las hizo mi padre para una actuación de 1999 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Quería que simbolizaran la transparencia conmigo mismo. Ahora la llevan algunas compañías de danza española como innovación. Me emocionó usarlas en París, en la presentación de la candidatura de Zaragoza a la Expo 2008. Fue bailar con dos gotas de agua en las manos.

¿Se baila con las manos?

Se puede hacer magia con ellas.

¿Siente que es un icono de la Expo 2008?

Tanto como un icono no, pero sí me siento parte de ella. Yo fui un grano de arena más, como los voluntarios, como tanta otra gente.

Prepara un nuevo espectáculo...

Se llama ‘Oturia’, como el monte oscense, y se estrenará en noviembre. Vamos a volver al Viejo Aragón, nos inspiramos en los dances de Yebra de Basa. Hay que abrirse a nuevas pautas musicales y a diferentes coreografías.

Vaya cambio. En los últimos años estaba muy ‘mediterráneo’.

No es cambiar, es irme descubriendo.

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