ARTES ESCÉNICAS

Shuarma: "No necesitamos 50 actores ni fuegos artificiales para emocionar al público"

El líder de Elefantes encarna al Principito en el musical ‘Antoine’, que este jueves se estrena en el Teatro Principal de Zaragoza.

Shuarma, caracterizado como el Principito, el papel que interpretará en el Teatro Principal.
Shuarma, caracterizado como el Principito, el papel que interpretará en el Teatro Principal.
Beon

Este jueves regresa al Principal, pero con otro rol al habitual.

Será una experiencia muy diferente a los conciertos que he dado allí. Una cosa es subirte a un escenario acompañado de tu banda y cantando tus canciones con todo tu equipo, y otra muy distinta es salir a hacer de actor, interpretar un papel y seguir un guión. Además, yo no soy actor. Para mí es algo totalmente nuevo, muy ilusionante y, parece mentira, pero estoy aprendiendo mucha música a través del teatro.

¿Se le había pasado por la cabeza ejercer de actor?

La interpretación nunca estuvo dentro de mis inquietudes. Me gusta pintar, escribir, la música... pero la faceta actoral nunca me la había planteado. Debo reconocer que ha sido un regalo inesperado.

¿Tuvo dudas cuando le hicieron la propuesta de protagonizar la obra?

Más que dudas, fue una sorpresa. No tuve ningún miedo porque detrás tengo un colchón que es mi banda, Elefantes. Sabía que si lo del musical no salía bien, me quedaba la música. Me gusta probar cosas nuevas. Prefiero tirarme a la piscina y equivocarme que mirar el agua a lo lejos. Pensé:si no lo hago bien, ya me lo dirán. Afortunadamente, todo ha salido bien y parece que mi forma de actuar funciona.

¿Son muy diferentes las sensaciones que experimenta en un concierto respecto a una representación?

Totalmente. El teatro tiene mucho de disciplina y contención. El rock es todo lo contrario: libertad y espontaneidad. Hay veces que estoy representando la obra y me entran ganas de salirme del guión porque me viene una emoción muy fuerte, pero no puedo porque está todo milimetrado. En los conciertos me guía la emoción y en el teatro, el guión.

¿Buceó en la figura de Antoine de Saint-Exupéry?

Siempre tengo sed de conocimientos. Antoine de Saint-Exupéry era un personaje del que no sabía prácticamente más allá de que escribió ‘El Principito’. Me interesé por su obra y por cómo escribía. La propuesta del musical ‘Antoine’ es que ‘El Principito’ es una autobiografía poética. Pensé que, más que hurgar en ese mundo mágico e inexplicable del libro que leí en el colegio, sería mejor buscar en su vida real para entender el niño que fue. Me cautivó la forma de escribir de Saint-Exupéry y leí varias de sus obras.

En la presentación dijo que es un musical diferente. ¿Por qué?

Normalmente los musicales tienen mucho de entretenimiento y de dejar al público boquiabierto. Se emplea ese recurso a través de la grandilocuencia musical y escénica. Nosotros vamos por otro lado. Para comenzar no hay una gran orquesta, sino una banda de rock. La escenografía es muy sencilla. La potencia del espectáculo está en el texto, tiene mucho de obra de teatro. No necesitamos 50 actores en el escenario ni fuegos artificiales para tocar la emoción.

¿Regresar a Zaragoza es como hacerlo a su casa?

Mi mujer es de Zaragoza. Además, mi vida musical está muy relacionada con la ciudad. Quien dio a conocer a Elefantes al gran público fue un zaragozano, Enrique Bunbury. Hemos vivido muchas experiencias en Aragón, con conciertos que jamás olvidaré. Tanto en lo personal como en lo profesional estaré en deuda eterna con Zaragoza.

¿Qué le parece la hiperactividad de Bunbury, con varios discos e incluso un libro de poemas?

Hay artistas, como Bunbury o como yo mismo, que somos buscadores constantes. No buscamos crear una obra ideal, sino recorrer un camino. En esta época de aislamiento y de tener mucho tiempo al no realizar giras, se han removido muchas cosas internamente en todo el mundo. A Enrique le ha servido para recolectar muchos frutos y crear obras.

Usted ha recolectado un nuevo disco en solitario, ‘Trazos’, que presentará el 18 de junio en el Auditorio de Zaragoza.

En estos más de 30 años en la música he grabado un montón de discos. Siempre he tratado de ir al mejor estudio, hacer los mejores arreglos, trabajar con el mejor productor y entregar la mejor versión. Me encanta esa forma de hacer las cosas, pero llevaba tiempo tratando de frenar un poco antes del resultado final y mostrar el proceso. En la creación lo importante es la intención. Hay canciones inacabadas o grabadas con el móvil... Porque en esas primeras veces hay una pureza y una ingenuidad que luego desaparece. Eso muestro en el disco.

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