HISTORIA. ARTES & LETRAS

Pedro Rújula: "Para cambiar las cosas hay que cuidar mucho los consensos»

El historiador y director de las PUZ coordina un libro de homenaje a Alberto Gil Novales y dos sobre el Trienio Liberal, del que se cumplen dos siglos

De Alberto Gil Novales y el Trienio Liberal.
Pedro Rújula, especialista en el siglo XIX, en su cuidada y poblada biblioteca.
José Miguel Marco.

Pedro Rújula (Alcañiz, 1965) es historiador, especializado en el siglo XIX, en Ramón Cabrera y las guerras carlistas, entre otros temas, y dirige las Prensas Universitarias de Zaragoza. Ha coordinado el volumen ‘Alberto Gil Novales (1930-2016). Los mundos del historiador’ (IEA), de quien se publica ‘El Trienio Liberal’ (PUZ), con edición de Ramón Arnabat, y ha coordinado con Manuel Chust ‘El Trienio Liberal. Revolución e Independencia (1820-1823)’ (Catarata), y con Ivana Frasquet ‘El Trienio Liberal (1820-1823). Una mirada política’ (Comares). Es columnista de HERALDO desde hace varios años.

¿Cómo podemos retratar a Alberto Gil Novales? ¿Qué tipo de historiador sería?

Alberto Gil Novales fue un historiador pionero en el campo de la historia cultural de la política antes de que se generalizara este enfoque. Si a esto sumamos su cuidada prosa, una erudición extraordinaria y su pasión por el conocimiento histórico, entendemos muy bien por qué se convertiría en una de la figuras claves de la renovación historiográfica española de los años de la Transición. Obras como ‘Las Sociedades Patrióticas’, o ‘El Trienio Liberal’, precisamente, son hoy verdaderos clásicos de la historiografía española contemporánea.

"Alberto Gil Novales fue un historiador pionero en el campo de la historia cultural de la política antes de que se generalizara este enfoque"

¿Cómo explicaría esa conexión que tiene con la literatura, tanto en ‘Las pequeñas Atlántidas’ , reeditado hace poco por las PUZ con estudio de Carlos Forcadell, como en ‘Antonio Machado’?

En realidad, Gil Novales no comenzó su aventura intelectual con la historia, a pesar de que en ella forjaría lo sustancial de su carrera. Se había licenciado en Derecho y mostró desde muy joven un interés muy grande por el periodismo y la crítica literaria. Fue su itinerario intelectual y sus inquietudes las que le llevarían a la historia contemporánea a través de Joaquín Costa, pero uno de sus primeros valedores fue José María Castellet y las publicaciones que comenzó frecuentando no eran otras que ‘Ínsula’, ‘Papeles de Son Armadans’ o ‘Clavileño’.

¿Cuál sería su aportación a los estudios de Joaquín Costa, qué le interesó de él?

Joaquín Costa es un nodo vertebrador en su obra, ya que conecta Aragón con España, el derecho con la historia y el presente con el pasado que lo ilustra. Fue la reflexión sobre Costa la que le obligó a dirigir su mirada en los orígenes del mundo contemporáneo, el constitucionalismo, el liberalismo, el periodismo y el aprendizaje de la política.

Dice que sus asuntos principales fueron ‘El Trienio Liberal’, que reeditan las PUZ, al que le dedica una monografía de síntesis, y el liberalismo y la ilustración. ¿Por qué le interesaron tanto? ¿Fue un período de esperanza y modernidad truncado?

Para él el Trienio Liberal era el momento en el que se había comenzado a forjar el mundo de hoy, con sus instituciones, la aparición de una esfera pública en la que concurrían los políticos, los periodistas y buena parte de la sociedad, que en las ciudades suponía también el activismo de las capas populares. Todos ellos se volcaban en la política con pasión como nunca se había visto. La relación con la España de la Transición era evidente, y por eso se preguntaba con preocupación sobre las causas que habían acabado con el régimen constitucional en el Trienio.

De Alberto Gil Novales y el Trienio Liberal.
Retrato de Alberto Gil Novales, el gran historiador oscense.
Archivo IEA.

Da un detalle gracioso. «Al Polo Norte se habría ido, dijo, con tal de no estar en Zaragoza». ¿Qué le incomodaba tanto?

Consideraba que la universidad de la época estaba atenazada por la mezquindad del régimen franquista y de sus hombres y en ella no era posible desarrollar una labor científica de calidad. Salir era la forma de liberarse de aquellos condicionantes negativos para el pensamiento crítico. Gil Novales consiguió un estilo propio de historiador merced a esta voluntad de salir al extranjero y contactar con otros espacios científicos abiertos y más avanzados.

Alude usted al compromiso de Alberto Gil Novales y recuerda una frase suya: «Hacer historia del siglo XIX no es hacer arqueología». ¿En qué consiste su compromiso, cuál es su lección?

En realidad, esta frase esconde una paradoja, porque Gil Novales fue un hombre político que no hizo política. Se consideraba un intelectual y su compromiso lo desarrolló siempre desde su labor profesional. Fue un hombre de izquierdas, cuyas obras siempre giran en torno a los procesos de cambio social y a los protagonistas que los llevan adelante, y denotan la impaciencia por que estos procesos fueran más profundos, más rápidos y más democráticos.

Coordina dos libros más. ‘El Trienio Liberal (1820-1823)’, con Manuel Chust, y otro con Ivana Frasquet. ¿Que buscaban, en qué se alejan y en qué convergen?

Estos libros son complementarios. El primero es una síntesis sobre el Trienio Liberal pensada para poner a disposición del público el estado actual del conocimiento sobre el tema. De alguna manera está en diálogo con el pequeño libro de Gil Novales reeditado en las PUZ. Responde a un mismo patrón, pero con cuatro décadas de distancia. Comparten su interés por la experiencia política del Trienio, y se diferencian sustancialmente en las perspectivas aplicadas. La nuestra es menos crítica y valora más la enorme experiencia transformadora que vivió la sociedad española.

¿Y el otro?

El libro de Comares parte de esta revalorización de la política entendida desde una amplia perspectiva. Somos 25 especialistas analizando todos los aspectos de esta renovación política inédita que vivió la sociedad española durante el Trienio. Una obra de referencia, donde está todo analizado, desde el rey y los gobiernos hasta la milicia nacional o el ejército, pero también las mujeres, la calle, el clero, la imprenta o la música. Una verdadera inmersión en el universo político del Trienio.

"Rafael del Riego fue sobre todo el símbolo y el héroe de la revolución. El hombre que encarnaba los valores constitucionales en un tiempo necesitado de héroes que hicieran más sencilla la transmisión de valores a la sociedad mediante su encarnación en un personaje"

¿Fue Rafael del Riego el gran personaje de ese período, el hombre que quiso introducir nuevos códigos de relación y convivencia?

Riego fue sobre todo el símbolo y el héroe de la revolución. El hombre que encarnaba los valores constitucionales en un tiempo necesitado de héroes que hicieran más sencilla la transmisión de valores a la sociedad mediante su encarnación en un personaje. Su popularidad fue enorme, pero eso también le hizo objetivo de los contrarrevolucionarios. Fue capitán general de Aragón, pero fue calumniado y atacado por los sectores más reaccionarios de la sociedad hasta que consiguieron su destitución.

Leyendo y repasando la historia, con sus gobiernos, esa etapa fue de constantes desórdenes, enfrentamientos y violencia.

En realidad, lo que sucedió es que se abrió el espacio político y nuevos actores comenzaron a actuar en él con libertad y entusiasmo. Esto convierte al Trienio en un periodo de gran activismo político, con ideas circulando por todas partes y ciudadanos implicados en su defensa. Sin embargo, no hay que olvidar que nada de todo ello acabó con el régimen. Tal vez, incluso, lo iba fortaleciendo. Fue la combinación de un rey que conspiraba contra el régimen que había jurado defender y la invasión francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis lo que destruyó el régimen constitucional.

De Alberto Gil Novales y el Trienio Liberal.
Pedro Rújula es especialista en el estudio del carlismo, entre otros asuntos.
Peña Verón.

Parece el tiempo de las apariencias: nadie era lo que parecía. Y el más falso era el amigo...

La reflexión sobre las apariencias en este caso es de naturaleza historiográfica. Lo interesante de la síntesis sobre el Trienio Liberal que he realizado con Manuel Chust ha sido haber revisado todo lo escrito hasta la fecha y la sorpresa es el enorme peso que tuvieron las interpretaciones liberal-conservadoras y antiliberales sobre el período. Quienes temían la participación popular en política y desconfiaban de que las ideas liberales inspiraran en el pueblo un espíritu cívico, terminaron dando por bueno el final del régimen y acusando a las divisiones internas de haberlo abortado. En realidad, el estudio de la documentación y el análisis de lo sucedido no lleva a esa conclusión, sino a la de una sociedad que avanzaba rápidamente y abría espacios a la participación que fue estrangulada por las fuerzas contrarrevolucionarias.

¿Qué conflictos generaron las colonias y la proclamación de su independencia? Usted parece enfatizar mucho el tema...

Las colonias americanas habían comenzado a percibir sus posibilidades de emanciparse de la metrópoli con la invasión francesa de la península en 1808. Con distintos argumentos políticos fueron tomando las riendas de su destino, primero como un acto de fidelidad al rey cautivo y, más tarde, de manera decididamente independentista. La restauración de Fernando VII en 1814 devolvió la situación provisionalmente al punto de partida, pero los anhelos independentistas habían arraigado mucho y no tardaron en aflorar. El triunfo de Riego, cuyas tropas deberían haber llegado a América para sofocar los movimientos insurreccionales, supuso también la quiebra definitiva de la presencia española en América.

¿Quién fue el responsable de la llegada de Los Cien Mil Hijos de San Luis y la vuelta al absolutismo, que parecía vencido y desterrado?

Sin lugar a dudas el rey, Fernando VII, que envió a sus representantes a las cortes europeas más absolutistas para que transmitieran que su vida corría peligro y que debían intervenir cuanto antes. El congreso de Verona desarrolló casi monográficamente el tema español y ante la alarma suscitada por estos mensajes, resultó muy sencillo a Luis XVIII, que necesitaba una guerra exterior para reforzar su posición dentro y fuera del país, justificar la invasión española en defensa de su primo el rey de España.

"Lo más interesante del Trienio es el entusiasmo con el que los ciudadanos se lanzaron a participar en la política y la confianza en que la libertad de expresión y la difusión de los derechos podían transformar la vida de los españoles"

¿Fue Rafael del Riego, ahorcado en Madrid en 1823, el mártir del liberalismo?

La sociedad de la época, mayoritariamente analfabeta, entendía muy bien los símbolos de la política. Riego fue el héroe y con su juventud, su ascenso y su activismo liberal encarnó las virtudes de un régimen que quería cambiar las cosas. Pero esa misma sociedad, lastrada por amplios sectores reaccionarios, sabía bien que la mejor manera de acabar con un régimen era destruir sus símbolos. La vejación y ejecución popular de Riego coincidiendo con el final del régimen fue la forma de acabar con el símbolo y, al mismo tiempo, transmitir una advertencia a todos los que compartían sus ideas. La oleada de violencia antiliberal que siguió fue de una crueldad y un ensañamiento inusitados. Los franceses quedaron atónitos sin saber como poner freno a la persecución de los vencidos.

¿Cuál es la lección de ese período para la España actual? ¿Cabe extrapolar conclusiones?

Lo más interesante del Trienio es el entusiasmo con el que los ciudadanos se lanzaron a participar en la política y la confianza en que la libertad de expresión y la difusión de los derechos podían transformar la vida de los españoles. La enseñanza que merece la pena retener es que para cambiar las cosas hay que cuidar mucho los consensos si no se quiere generar una maquinaria débil e inestable. También que no hay que despreciar las fuerzas de la inercia y de la reacción que siempre se recomponen tras los iniciales momentos de desconcierto que suceden al cambio y vuelven a enraizarse en el presente a partir de la influencia y el poder que tuvieron en el pasado.

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