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El poder de las palabras de los poetas ilumina la inauguración de la Feria del Libro de Zaragoza

Ángela Labordeta pronunció ayer el pregón de una cita muy esperada que tendrá un aforo máximo de 300 personas.

El sol vino a la boda, como escribió Jorge Guillén. Y aquí la boda transcurre en la plaza del Pilar donde este viernes se abrió la Feria del Libro de Zaragoza en un ámbito íntimo y quizá aplastado por el sol. Ya se estrenaban las primeras firmas: Miguel Mena en Pregunta, José Antonio Conde y Mar Blanco en Los Libros del Gato Negro, Agustín Porras y Ángel Portolés en Olifante, María Villarroya en las PUZ, David Guirao hacía mano y practicaba sus bellos dibujos, etc. Y se esponjaban las novedades por aquí y por allá: ‘Así le canto a mi tierra’ (Taula), un libro de jota de Rosa Báguena; ‘Un juguetito más’ (Apila) del brasileño Rodrigo Mattioli, que vendrá este sábado a firmar; una auténtica maravilla aragonesa, ‘Casi olvidados’ (Pintacoda), con texto y dibujos de Marta Soto Paciencia (quédense con el nombre), nacida en 1988 en Magallón; y entre las casetas, entre otros editores, libreros e instituciones, destacaba la vuelta del editor, escritor y dibujante Javier Hernández, de Ida y Vuelta, que ha tenido que pasar por el quirófano y regresa a donde más le gusta: sus libros, su puesto, las ferias. La presidenta de Copeli Marina Heredia comentaba que se había puesto fresca, que había dejado el negro y que esperaba que la Feria fuese de maravilla.

La Feria del Libro permanecerá abierta hasta el 6 de junio en la plaza del Pilar de Zaragoza

Poco después, Ángela Labordeta, la autora del duelo ‘Equilibrista’, iba a devolver la tarde a los poetas, con recuerdo inicial para el finado Francisco Brines, Premio Cervantes de 2020. Flanqueada por las autoridades -el director general de Cultura, Víctor Lucea; la diputada provincial Ros Cihuelo; la vicealcaldesa Sara Fernández y David Lozano, responsable de Zaragoza Cultural-, y por el presidente de la Asociación Aragonesa de Escritores, Javier Fernández, solo habló Marina Heredia y elogió la capacidad de contar historias y la sensibilidad de la pregonera, y le dio paso con un lacónico: “Viva la Feria del Libro de Zaragoza”.

Ángela decidió rendir homenaje a los poetas, con su tío Miguel Labordeta a la cabeza, del que se celebran cien años de su nacimiento muy pronto, y su padre José Antonio, al que le preguntaba por qué la poesía es tan triste. Dijo, entre otras cosas, pensando en la Peña del Niké y el círculo de afectos de los Labordeta: “No sé cuántos poetas había, no pude retener todos sus versos, ni tampoco siquiera sé si los honré como hubieran merecido, al haber sido el germen de tantos sueños que luego se hicieron palabra y verso, palabra y obra, palabra y señal de cuantas cosas tendrían que pasar al recordar que ellos, los poetas, llegaron y se fueron cantando, mientras sangraba por los puentes de la niebla la forma escurridiza de una ciudad dormida. Ellos se fueron cantando mientras el agua de los sueños alimentaba el furor de los pájaros cerniendo las catástrofes y así Miguel, Ignacio, Fernando, Ildefonso, Julio Antonio, José y tantos y tantos otros, humildes cornetas de la muerte, se fueron abandonando en éxtasis perdidos”.

Ángela le dedicó su discurso, que en realidad fue un pregón en forma de cuento y una oblicua autobiografía de lectora y escritora, a su madre Juana de Grandes, que padece cáncer de colon y acaba de ser operada. El texto de Ángela Labordeta también alude a la desconsideración de Zaragoza hacia sus vates: “En algún rincón de la ciudad una placa se acuerda de alguno de ellos, el resto fueron enterrados bajo la leyenda de un café donde unos cuantos locos poetas burlaban las normas de una ciudad de provincias que era gris y triste; gris e inculta; gris y nada”.

Después prosiguió, ya abajo, la Feria y las firmas y las tertulias. Ana Alcolea enviaba un ‘wasap’ desde Noruega para recordar que podía recogerse el libro ‘Brindis por las palabras’ que se publicó con motivo de su premio de las Letras Aragonesas de 2019. Óscar Martín, presidente de los libreros de Zaragoza, decía: "Se vio el Día del Libro que la gente tenía ganas de reencontrarse con los libros y creo que aquí sucederá lo mismo. Tenemos muchas ilusiones". Este sábado seguirán las firmas y las novedades. Desde su caseta, un clásico como Fernando Jiménez Ocaña recordaba que en Onagro acaban de publicar la nueva novela, ‘Papá’, de Míchel Suñén. Y en Contraseña anunciaban que el domingo firmará en su caseta Irene Vallejo, la autora de ‘El infinito en un junco’, pero también de ‘El futuro recordado’ o ‘El silbido del arquero’, que han publicado ellos. "Esperemos que no haya colapso", decían.

El aforo máximo permitido es de 300 personas.

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