OCIO Y CULTURA

Lo que pasa en Aguarón: libros, escritores, gaiteros, joteros, artistas, recetarios...

El pasado viernes José Luis Melero, hijo adoptivo del pueblo, presentaba 'El lector incorregible'. El 28, la Casa del Gaitero cumple 15 años

Cultura y vida en Aguarón.
José Luis Melero, hijo adoptivo de Aguarón, firmando 'El lector incorregible' (Xordica).
José Lizaga.

Aguarón es un lugar del mundo en el campo de Cariñena. Tierra de música: allí nació el violinista y compositor Simón Tapia Colman, que hizo carrera en México; de allí procede un estupendo jotero, Felipe Colman, del que el gran especialista Evaristo Solsona cuenta maravillas, se presentó al certamen de jotas de 1917 al que concurrió sin éxito Miguel Fleta. Aguarón tiene una banda municipal de música que se remonta a 1848 (en 1923 fue contratada en el café Ambos Mundos de Zaragoza durante 15 días) y Javier Ruesca es uno de sus grandes animadores; con él y con el músico y actor Eugenio Arnao todo es posible: suenan refinadas versiones de jota, del ‘Mediterráneo’ de Serrat, de canciones populares o un menú de temas de Labordeta. 

El viernes 28, la Casa del Gaitero, ese laberinto de músicas del mundo que antes fue la casa del cura, cumple 15 años. Es un espacio fantástico y humilde, con más de 1.500 instrumentos de todo el planeta que abrazan, además, la tradición popular aragonesa y que posee un pequeño escenario en el patio. Eugenio Arnao ha fundado allí una auténtica casa de los sonidos del planeta.

En Aguarón, el escultor Florencio de Pedro trabaja en una casa con minarete hacia los cielos y los campos, y ha instalado allí su tórculo y alimenta proyectos escultóricos y, por supuesto, sesiones de grabado, donde mandan los intensos colores y, especialmente, un cierto tono azul. La escritora Carmen Santos redactó durante cuatro años su novela ‘Flor de Arrabal’ (Grijalbo), que cuenta la historia de una cupletista que conquista Europa y el corazón caliente de algunos hombres. Carlos Losilla perfecciona su destreza en el lanzamiento de barra aragonesa. 

María Jesús Ruesca Hernández recoge las recetas autóctonas, en este caso 97, y las publica en un libro con un sinfín de curiosidades: ‘El alda del delantal. La gastronomía a través de los recetarios antiguos de Aguarón’ (Acrótera ediciones). También hay un museo de un pintor de paisajes, retratos y bodegones, Luis Marín Bosqued, que jamás se olvidó de sus orígenes, en su exilio mexicano, ni de los campesinos que van del viñedo al vino y al beso . Allí vive, pasea y sueña los mejores caldos (como Niño Mimado y Ulula) el enólogo Jorge Barbería Romeo, hijo de poeta campesino.

En el Centro Cultural, recuerdan a sus personajes ilustres, entre ellos al obispo Lino Rodrigo Ruesca, en una bella foto coloreada por Jalón Ángel. Pepe Melero, hijo adoptivo y con muchos familiares en Aguarón (pasó allí muchos veranos de su infancia con sus abuelos), no daba crédito cuando su editor Chusé Raúl Usón le mostró la firma del pintor y fotógrafo navarro. Los dos se acordaron de la novela ‘Volar alto’ (Xordica) de Jorge Sanz Barajas, donde Jalón Ángel es un formidable secundario. «¿Y si esa obra la hubiese coloreado el pintor Ciriaco Párraga, que trabajó varios años con el artista como cuenta el narrador?», se preguntó el autor de ‘El lector incorregible’ antes de la presentación de su último libro en el Casino. Hubo muchas sorpresas: una de ellas fue que el fotógrafo José Lizaga, ni corto ni perezoso, acudió al acto con dos cajas de cebollas de su pueblo, Fuentes.

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