Vivere Memento regresa con un disco para olvidar prisas y vanidades actuales

‘La puerta de la memoria’ recoge antiguas piezas iluminadas con luz de hoy.

De izquierda a derecha: Luis Delgado, María José Hernández y Joaquín Pardinilla.
De izquierda a derecha: Luis Delgado, María José Hernández y Joaquín Pardinilla.
Esther Naval

Desdichada época esta de ‘La Gran Morralla’. La mediocridad se expande por el prado musical cual planta invasora de ríos, acequias y riberas, incontenible, merecedora de un cubrimiento punitivo de extinción con esas mantas negras cerradas herméticamente que utilizan los agricultores. ¡Uff! Contra ello, escuchar discos, como el segundo que acaba de publicar Vivere Memento, es un alivio físico y mental. Un refugio de calma y creación superior.

Sería difícil, por no decir imposible, que el trío hubiera tropezado en la piedra de lo burdo, de la insensibilidad, del mal gusto y de la ramplonería sonora, que es el gran alimento de ‘La Gran Morralla’. Bien al contrario, ‘La puerta de la memoria’, que así se titula este nuevo álbum, es un dechado monumental de exquisitez, de laboriosidad y de talento musical. No puede ser menos, contando con los tripulantes que cuenta: María José Hernández, una de las voces regladas más sensibles y bellas de Aragón, si no la que más; Joaquín Pardinilla, veterano y cualificado obrero de la guitarra, de la composición y del salto de géneros, también aragonés; y el veterano e ilustre Luis Delgado, madrileño, poliinstrumentista y una fuente portentosa de sabiduría y dominio de la música antigua

Los tres han vuelto a armar un disco, como el anterior, ‘Música antigua a la luz de nuestro tiempo’ (2015), que mapea músicas añejas como la sefardí, la arábiga, los cantares de gesta o la poesía medieval femenina hasta extraer el zumo puro de aquellas melodías y envasarlo, cuando se considera conveniente, en el lujoso frasco que permiten las nuevas tecnologías. Un ejercicio de investigación y síntesis que no cae en esnobistas tópicos electrónicos de hoy, sino que respeta el pasado con pureza máxima para uncirlo al presente con eficacia y atractivo.

Variedad de piezas

En la nueva entrega hay un finísimo romance, el del Conde Olinos, cuyos versos comparaba Menéndez Pidal con los de Quevedo, al señalar que «hablaban del amor más poderoso que la muerte». Hay también tres piezas sefardíes, entre ellas una, ‘Cuando tu madre te parió’, que se funde con ese bellezón de aria dramática de ‘La Traviata’ que entona al final de la ópera la Violeta moribunda («Teneste la promessa… Addio del passato»); cuatro de origen aragonés, con los cancioneros de Arnaudas y Mingote tintineando una vez más sobre el folk actual, y una tradicional británica, ‘Cruel Sister’, que aquel pilar, junto a Fairport Convention y Steeleye Span, del folk-rock inglés que fue Pentangle, amasó en su cuarto álbum del mismo título, en 1970.

No huyan los más refractarios ante nombres y esencias como estos, que no es intención del trío elaborar ‘alta cultura’, sino música accesible, cercana. A fin de cuentas, era, y es hoy, ‘música popular’, no cortesana ni elitista.

Se supone que en ese gran océano de canciones del mundo antiguo habrá sido dificultoso hallar las apropiadas. No parece que así sea. «Hemos colaborado en muchos proyectos comunes -apunta Pardinilla- y de manera inconsciente compartimos lo que podríamos denominar un ‘sonido Vivere’. Valoramos qué temas se adecúan a nuestra formación y a nuestra forma de cantar y tocar». «Como dice Joaquín, es muy fácil ponernos de acuerdo al elegir los temas. Son muchos años de complicidades, afecto y respeto», apostilla María José Hernández.

Y detrás de estas melodías, todo un arsenal de instrumentos que aportan Pardinilla y especialmente Delgado y su insólita fiebre coleccionista, desde la zanfona a la tambura, el Hammond o el mellotrón. Ya se sabe: tiene un museo con más de 1.300 piezas. ¿Cómo elige estos instrumentos? «Es un proceso de creación por capas. El primero en hacer las bases es Joaquín. Luego, María José graba unas voces de referencia, que suelen estar tan bien como las definitivas, porque es una cantante magnífica, y a partir de ahí yo empiezo a hacer pruebas buscando los timbres más adecuados».

Acercar las canciones

¿Y cómo lleva Pardinilla estos saltos del blues al jazz o de la música de raíz aragonesa a las bandas sonoras o la música antigua? «Es que el folk está también desde el principio en mi corazón», dice.

¿Y esa pieza fundamental en el armazón de Vivere Memento? La voz de María José Hernández. ¿Le cuesta adaptarse a este registro del folk antiguo? ¿Ha tenido que cambiar coordenadas tímbricas o le resulta indistinto trabajar tanto en un repertorio ajeno y lejano como en el de sus discos propios? «Me siento muy cómoda trabajando en este repertorio, que en el fondo no está tan alejado del género de la canción. Una de las cosas que buscamos es acercar estas canciones al público, liberándolas de ideas estilísticas preconcebidas».

Resumen final de Luis Delgado: «Nos gustaría que este disco, con las historias que encierra, nos ayudase a olvidar, por un momento, la cotidianidad, cargada de vanidades y prisas, para escuchar la voz de estas músicas, que nos hablan de un tiempo en que se vivía a otra velocidad y en el que los valores y las cosas no envejecían súbitamente. Por eso hemos llamado al grupo Acuérdate de Vivir». Oigamos estas voces. Gocemos.

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