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Antonio Cardiel: "El libro no es una loa a Héroes del Silencio, sino la historia de la banda"

El hermano del bajista publica 'Héroes de leyenda' (Plaza & Janés), una obra que explica el camino que recorrieron Enrique, Juan, Joaquín y Pedro hasta el éxito y la posterior destrucción. 

Antonio Cardiel posa con el libro en el estudio de su hogar.
Antonio Cardiel posa con el libro en el estudio de su hogar.
María Jaraba

¿Qué le empujó a escribir este libro?

Soy escritor y siempre ando buscando asuntos que me puedan interesar. Un día de 2017, mirando en la biblioteca de mi hermano los libros que tiene sobre Héroes, los cogí y los leí. Pensé que había hueco para una obra más amplia y que por mi cercanía con la banda podrían ofrecerme sus relatos. Hablé con ellos, se involucraron y en el verano de 2018 me lancé a por ello.

¿Le hizo entrar en dudas que Enrique Bunbury declinara su participación?

Yo tenía muy buena relación con Enrique, Juan y Pedro. Con Enrique hablaba hasta las tantas los días que coincidíamos en los conciertos, teníamos muy buen rollo. Al principio lo convencí, me pidió que esperara a que acabara su gira y, mientras tanto, yo tiré adelante. De repente, se descabalgó pero yo ya tenía mucho trabajo avanzado. No podía dejar a los otros en la estacada por el hecho de que Enrique me dijera que no. Decidí continuar con la colaboración de sus tres compañeros y suplí su ausencia con sus citas ya que no es difícil encontrar opiniones suyas sobre casi todo lo que ataña al grupo. Hasta cierto punto, su ausencia está compensada con esas citas y con el trato equitativo que hago de los integrantes.

Esa falta de interés de Enrique por Héroes contrasta con la pasión de sus otros tres compañeros, algo que también ocurrió en los estertores de la banda.

Es probable que Enrique fuera el primero en desengañarse en muchas cosas. Yo creo que hay mucho de criterio musical en la separación del grupo. Él no era partidario del rock duro. De hecho, al principio ‘Entre dos tierras’ era una canción que no le parecía que tuviera mucho sentido en la banda y a la postre fue la canción que les hizo triunfar en Europa. Él era partidario de ir escorándose a un rock más electrónico y al final entre los criterios musicales dispares y el cansancio de tantos años juntos, le fue llevando al planteamiento de dejar la banda.

¿Qué recuerda de la primera vez que vio un ensayo de Héroes en el local de la calle Hernán Cortés?

Recuerdo que había que pasar por un callejón interno de las viviendas para llegar allí. Se pusieron a tocar y parecía que lo estuvieran haciendo ante 500 personas en lugar de dos. Interpretaron parte del material del ‘Mar no cesa’. Enrique se movía de un lugar para otro, no paraba. Nos quedamos asombradísimos. Fuimos conscientes de que con el tesón, la ambición, el talento y las ganas que tenían, había un grupo que podría hacer algo grande algún día, aunque evidentemente no podíamos imaginar lo que vino después. Por ejemplo, mi madre decía: “Este chico que se dedica al rock en lugar de estudiar”. Y eso que mi hermano terminó la carrera. Yo la tranquilizaba diciéndole que eran muy buenos.

Desde su primera entrevista, publicada en HERALDO el 28 de enero de 1985, pisaban muy fuerte.

Los rasgos definitorios de la banda en sus inicios fueron las ganas de trabajar. Se encerraban a la mínima que podían a ensayar, y eso que tuvieron varios locales horrorosos, con una toma eléctrica, se pasaba frío, eran desapacibles. Sabían que eran los que más ensayaban de la movida zaragozana y en seguida comenzó a cuajar esa determinación. Sabían que iban a hacer algo en el mundo de la música. En esa primera entrevista en HERALDO ya declararon que “nos hemos juntado los mejores de la ciudad”. Decir eso con 17 años…

Cuenta que en sus primeras giras por Aragón ponían todo lo que ganaban en una bolsa común para comprar instrumentos.

Eso no lo discutían. Todo lo que ganaban iba a un fondo común. En los veranos recorrían Aragón. La Diputación Provincial patrocinaba muchos conciertos y ellos se metían en un R8 para ir a los pueblos, tocar y ganar unas pesetas. Cuando había dinero suficiente, se cambiaban la guitarra, la batería o lo que fuera preciso. Así estuvieron hasta que tocaron en La Romareda con Battiatto y El Último de la Fila, donde ya cobraron un caché más importante.

Cuando firmaron su primer contrato discográfico, EMI les puso el últimátum de vender al menos 5.000 discos.

Ese contrato fue una barbaridad. Les pagaron 75 pesetas por la cesión de los derechos de ‘Héroe de leyenda’, ‘La lluvia gris’ y ‘El mar no cesa’. Les llevaron a grabar de noche, en un hueco, con poco tiempo, con el ultimátum de que si no vendían 5.000 copias no les renovarían. Además, iba a salir el disco antes de Navidad y por un problema con la SGAE se retrasó. Ellos se temían lo peor, pero al final no vendieron 5.000, sino 30.000.

En 1991 se desplazaron, pagándoselo ellos, al concierto ‘Soy un extranjero’ en Berlín’, el principio de su éxito en Alemania.

El flechazo que hubo en aquel concierto contra el racismo fue instantáneo y duradero. Se dieron cuenta de que su carrera podía dar un salto de calidad en proporciones mayúsculas. En 1991 hicieron una gira española importantísima, con una media de 10.000 asistentes a cada concierto, pero al año siguiente, en vez de seguir explotando España, decidieron ir a Alemania a abrir mercado tocando ante 500 personas. Ese es otro rasgo característico. No les importaba arriesgar para sembrar. En la última gira en Estados Unidos en 1996, cuando la banda ya se está descomponiendo, tocaron ante 20 personas en Boston, con lo cual perdían dinero. Y eso lo hacían cuando se estaban desintegrando. Tocaban con la misma pasión ante 10 que ante 10.000 personas.

En el libro se trasluce el lado humano de cada uno de ellos. En especial, causa ternura Juan Valdivia, que revela que se sentía solo, incomprendido... Se concluye que el camino al éxito no es fácil, aunque sean cuatro amigos.

El éxito puede estar envenenado. Vendes muchos discos, haces muchos conciertos... pero a veces las relaciones se van enturbiando, o te sientes débil. Son muchos días de carretera de estar siempre con los mismos, con sus roces lógicos. Juan era una persona muy introspectiva, es un creador, un guitarrista creador. Se sienta una tarde en su casa y se hace quince arpegios maravillosos. En este sentido, fue el que lo pasó peor entre su tendencia a aislarse y la dolencia que le surgió, la distonía focal en 1995.

Aunque usted sea el hermano del bajista, no esquiva la autocrítica, los roces personales, las drogas, la presión...

Es que ellos han sido así, autocríticos. Me sorprendieron en las entrevistas porque criticaron sus propias canciones y otras circunstancias personales. Se podía pensar que al ser el autor el hermano del bajista, este libro iba a ser una hagiografía, pero no es así porque ellos mismos lo han contado, yo no me he inventado nada. Me he limitado a exponerlo. No es una loa a Héroes del Silencio sino una historia de la banda.

Uno de los capítulos más turbios que narra es el de Pito, el mánager, que arrastraba adicciones y que les estafó.

La historia de Pito es singular porque se acercó a la banda cuando era el rey de la Movida. Era el mánager de moda, el más importante. Se fueron con él porque no podía ser de otra manera, les iba como anillo al dedo. Ellos pegaban con Gabinete Caligari y con Loquillo, no con Marifé de Triana o Leño. Pito les buscó muchísimos conciertos y les hizo progresar mucho. ¿Qué pasó? Que se la estaba jugando por detrás. En el negocio de la música me temo que estas cosas son bastante comunes. Les estuvo engañando. El problema del engaño es que Enrique era amigo suyo, lo cual lo hizo más duro.

También aborda las apropiaciones de versos ajenos de Bunbury. ¿Qué opina como escritor?

Me compré el libro de Fernando del Val y me centré en la parte de Héroes, no en solitario. Los dos primeros elepés no tienen aparentemente ninguna apropiación. En el ‘El espíritu del vino’ hay dos, una de las cuales es de Sánchez Dragó, que está encantado de que Enrique se apropiara de sus versos. En ‘Avalancha’ hay ocho canciones afectadas. Cogía versos ajenos y los variaba un poco o los incrustaba entre los suyos. Creo que debería indicarlo en los créditos como homenaje, y no hubiera pasado nada. Hacerlo no está mal, hacerlo mucho no está tan bien. Decirlo, no pasa nada. No decirlo no es bonito. Debo decir que, en mi opinión, el autor del libro se ceba mucho con Enrique. Encuentra un tema y lo explota hasta el infinito. Le acusa de usar refranes o frases hechas, y eso lo hacemos todos. Hacer una tesis doctoral y una polémica enorme creo que es excesivo.

Otro momento fundamental es el manifiesto pronunciado por Bunbury en Tijuana el 10 de febrero de 1996 ante sus compañeros, la antesala de la disolución de la banda.

Las diferencias musicales se remontaban a mucho antes. La deriva rockera de la banda tuvo sus pros y sus contras. Les llevó a tocar en el Monster of the Rock de Sao Paulo, pero les llevó también a cancelar un concierto en Chile porque le pegaron una pedrada a Pedro en una ceja. Iban a tocar con Iron Maiden y los fans de Iron Maiden lo solucionaban a pedradas. Ese camino al rock duro no fue demasiado acertado, como ellos mismos reconocen ahora. Enrique tenía otros intereses musicales y los expuso en esa reunión famosa. En mi opinión lo hizo torpemente porque si tú quieres hablar de 26 puntos con tus compañeros, déjaselos leer antes para que los asimilen y tomen notas. Soltarlo de golpe en una reunión parece torpe. Si a eso le unimos los roces personales y el estado de la mano de Juan, que el resto del grupo no acababa de comprender. Hoy en día, la distonía focal es una enfermedad que apenas se conoce, no tiene tratamiento, linda entre lo fisiológico y lo psicológico. Todo eso influyó para que el grupo estallara el 10 de febrero de 1996. Sobrevivió unos meses por compromisos y porque era un buque difícil de parar ,y se arrastró hasta el 6 de octubre en Los Ángeles. Enrique ya lo tenía muy claro, había empezado a grabar sus cosas en compañía de Alan Bogulavsky y ya tenía un contrato firmado en solitario. Los otros tres se quedaron perplejos, con un vacío en su vida.

¿Qué tuvieron de especial Héroes del Silencio para que 25 años después sigan generando tanto interés?

Tenían una música espléndida y era un grupo con una actitud rompedora y con una imagen brutal, con un cantante que no ha habido otro igual en el panorama español. Todos estos elementos están metidos en la mente de la gente. Estos días me estoy metiendo en las redes para hablar del libro con los fans y me doy cuenta de que Héroes del Silencio es una religión. No es un tema de fans, sino de acólitos. Todos están entusiasmados con todo lo que hacen. Lo viven con una pasión extrema. Para muchos, Héroes ha significado mucho en su vida: los conciertos, las letras… No los olvidan.

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