LETRAS ARAGONESAS. OCIO Y CULTURA

Joaquín Berges: "Si me siento perdido, releo los libros que leí cuando era un niño o un joven"

El autor zaragozano publica en Tusquets 'Peregrinas', la historia de tres mujeres y un hombre, octogenarios, que huyen para vivir una aventura

Jorge Berges publica 'Peregrinas'.
Joaquín cultiva el humor, la aventura, la sorpresa y escribe siempre un libro distinto.
Iván Giménez.

Joaquín Berges (Zaragoza, 1965) llegó algo tarde a la literatura en apariencia, a las 44 años, en el 2009 con ‘El club de los estrellados’ (Tusquets), pero desde entonces no ha parado. Si en en 2017 publicaba ‘Una sola palabra’, una narración donde la memoria era clave, en 2019 entregó quizá su novela más ambiciosa: ‘Los desertores’, centrada en la I Guerra Mundial. Ahora, dando otra vuelta de tuerca, aparece ‘Peregrinas’, la historia de tres mujeres octogenarias que escapan de la residencia y emprenden un viaje, en teoría por el camino de Santiago. Las acompañan un escudero también veterano, Julio. Como suele suceder en sus ficciones, en ellas pasa de todo. Todos sus libros aparecen en el sello Tusquets. Fue Premio 'Artes & Letras' de HERALDO en la modalidad de literatura en 2015.

¿Cómo se pasa de una novela histórica como ‘Los desertores’ a ‘Peregrinas’, y además en año santo?

Me gusta alternar el toque cómico que hay en 'Peregrinas' con el más dramático e histórico que había en 'Los Desertores'. Es algo que favorece mi creatividad. La alternancia comedia-drama es una constante en mi producción literaria.

¿Todos tenemos algún viaje aplazado?

Seguro que sí y a veces miramos el calendario de la vida con cierta inquietud, como si se estuviera haciendo tarde para emprenderlo. Eso es lo que le pasa a Fina, una de las protagonistas, que siempre quiso hacer el Camino de Santiago y finalmente encuentra la oportunidad de hacerlo.

¿Qué le debe el nacimiento de ‘Peregrinas’ a la covid-19, a este estado de ‘excepción’?

Mucho. La novela fue concebida en pleno confinamiento, cuando todo eran incertidumbres alrededor de la pandemia. En ese momento, lo único que yo quería hacer era escaparme de la realidad, por eso escribí la historia de tres ancianas que también se escapan de la residencia donde viven su realidad.

¿Se podría haber hecho un viaje así en tiempos de pandemia? 

Cuando se llegó al final de la desescalada y se alcanzó la nueva normalidad, en el mes de Junio de 2020, se pudo volver a viajar tal como hacen mis personajes, con las medidas de seguridad pertinentes. Por eso se pasan toda la novela lavándose las manos, guardando las distancias y llevando mascarilla.

Lo más fácil, de entrada, es pensar con sus protagonistas en una especie de ‘chicas de oro’. ¿Le debe algo la novela a esos personajes?

No conscientemente, pero seguro que inconscientemente sí. Una de ellas es un poco ingenua, la otra un poco más traviesa y la tercera más racional, igual que las protagonistas de aquella mítica ‘sitcom’.

Vayamos con sus personajes: Fina, Carmen y Dorita. ¿Cómo se les ocurre ese viaje y esa quimera? Descríbalas un poco, incluso hay vínculos con Montalbán, en Teruel...

Dorita es turolense, en efecto, pero ha vivido la mayor parte de su vida en Madrid. Quiere viajar a Tarragona, donde tiene un asunto pendiente de mucha importancia. Fina padece un principio de demencia senil, siempre ha querido hacer el camino de Santiago y posee un viejo Volvo 850. Con respecto a Carmen, es la más 'joven' de las tres. Está rebotada con el destino y quiere huir de la residencia. Es un personaje imprescindible, porque es la única de las tres que tiene carné de conducir. Son un equipo imbatible: una conoce el camino, otra tiene el coche y la tercera sabe conducir.

Llevan un escudero, Julio. ¿Qué quería que tuviera esta ‘road movie’? ¿En qué medida, un poco a la manera de Julio Verne, tan citado, ha querido hacer una novela de aventuras?

Dorita dice que las personas que no viajan, que no conocen gente nueva y que no se cambian de trabajo a menudo deben complementar su existencia a través de la lectura. Por eso ella, que ha tenido una vida muy sedentaria, lee a Julio Verne. La “road movie” que acaban protagonizando las tres, junto al imperturbable Julio, vecino durante años de Dorita, aspira a ser una aventura llena de peripecias, un poco Verne, sí, en una versión humorística.

¿Se puede viajar hacia Cataluña y hacer pensar que se va o se está en Galicia? ¿Se puede confundir Burgos con Zaragoza?

Verne nos condujo al centro de la Tierra, al fondo de los océanos y a la Luna. La imaginación lo permite todo. Las tres peregrinas viajan hacia Cataluña tratando de que Fina crea que está haciendo el camino de Santiago, así que deben usar toda su imaginación para hacerle creer, por ejemplo, que la Seo de Zaragoza es la catedral de Burgos. Y explicarle por qué los gallegos comen secallona y pan tumaca.

"La imaginación lo permite todo. Las tres peregrinas viajan hacia Cataluña tratando de que Fina, una de ellas, crea que está haciendo el camino de Santiago"

¿En qué medida esta, de nuevo, es una novela sobre la memoria?

Somos nuestra memoria, ese montón de espejos rotos, como dijo Borges, de manera que todo tiene que ver con la memoria. La propia imaginación parte de la memoria, crea otro mundo a partir de ella y luego todo se convierte en un recuerdo que enriquece la misma memoria. Por eso, mis tres peregrinas, más su acompañante Julio, van recordando los hitos principales de sus vidas, los que acaban explicando por qué están haciendo ese particular camino de Santiago.

Más allá de la aventura, ¿ha querido meditar sobre la soledad de los ancianos?

Los ancianos están más solos en las ciudades que en los pueblos. Yo tenía una abuela urbana y una abuela rural, y esta última solo tenía que salir a las calles de Daroca para tener vida social al instante. Hablo por tanto de la soledad de los ancianos de ciudad.

¿Los entendemos, sabemos qué quieren, les ayudamos o nos estorban?

No los entendemos y muchas veces no nos molestamos en averiguar lo que quieren. Los tratamos como a niños pequeños. A menudo tomamos su experiencia como un vicio adquirido en lugar de como un ejercicio de sabiduría, quizá porque en la tecnológica sociedad actual la juventud se venera más que nunca. Pero… ¿quién era el jefe en las tribus milenarias: el joven lleno de potencias por desarrollar o el anciano lleno de experiencia con todas sus potencias desarrolladas?

"A los ancianos no los entendemos y muchas veces no nos molestamos en averiguar lo que quieren. Los tratamos como a niños pequeños. A menudo tomamos su experiencia como un vicio adquirido en lugar de como un ejercicio de sabiduría"

¿Qué sucede cuando miramos hacia atrás y releemos las novelas de nuestras vidas a los 80 años?

Es un viaje en el tiempo que yo hago a menudo sin haber cumplido aún los 80 años. Cuando me siento perdido, releo los libros que leí cuando era un niño o un joven, vuelvo a los mismos paisajes, escucho la voz de aquellos personajes inolvidables y de alguna manera rejuvenezco, desordeno el tiempo, relativizo el presente y me siento menos perdido.

¿Cuál es la importancia de los nietos en la vida de sus abuelos?

Somos árboles genealógicos y vivimos en el bosque de la sociedad. Los nietos son los segundos hijos de los abuelos, pero con la diferencia de que la responsabilidad de su educación recae en los padres, de modo que podríamos decir que los nietos son una versión recreativa de los hijos. Cuando sea abuelo, si es que lo soy algún día, pienso ser un compañero de travesuras de mis nietos y espero que mis hijos me castiguen por ello.

Joaquín Berges publica 'Peregrinas'.
Berges ensaya una aventura suspensa en el equívoco y el misterio.
Iván Giménez.

En cierto modo, todas son un poco vida rotas.

Las tres peregrinas han tenido vidas difíciles, cada una por un motivo distinto: un marido, un hijo, una familia incomprensiva. Julio no es una excepción. También ha tenido mala suerte. Los cuatro han salido adelante con muchas dificultades y merecen una segunda oportunidad, aunque sea a los 80 años. Esta novela es el comienzo de esa oportunidad.

Apunta algo, o lo apuntan ellos. ¿Sería posible una comunidad de ancianos compartiendo pisos, como cuando eran estudiantes?

Lo apuntan ellos y es algo que ya existe: comunidades donde los ancianos comparten un lugar donde vivir y relacionarse, pero no como una residencia, sino más bien como un balneario o un recinto vacacional, aunque, por supuesto, todo depende del estado de salud de cada uno.

¿Para usted escribir novelas es hacer siempre algo distinto? 

Escribir una novela es un difícil ejercicio de autoexigencia y concentración. Uno debe vencer la pereza de cada día, ser fiel a sus principios literarios, mantener el ritmo narrativo y aspirar siempre a la originalidad. Nada de eso podría hacerse sin una poderosa motivación, en mi caso un reto distinto cada vez.

"Simplemente me siento capaz de crear personajes mucho más interesantes que yo. Soy un tipo predecible con una rutina convencional. Mis personajes me complementan, me enriquecen y me diversifican"

¿Cómo se ha manejado con las técnicas de escritura: hay diario, o una carta, narración dialogada, acción narrada…?

El viaje está escrito en presente de indicativo en la forma habitual de narración con diálogos. Los recuerdos de las vidas de Dorita, Fina, Carmen y Julio son párrafos que se van alternando con el presente en forma de narración dialogada. Y, mientras tanto, Dorita va contando anécdotas de su vida y del viaje hacia Cataluña.

¿Cómo logra escapar del sujeto Joaquín Berges que usted es, que rara vez aparece en sus libros? ¿Se aleja deliberadamente de la autoficción?

No es deliberado. Simplemente me siento capaz de crear personajes mucho más interesantes que yo. Soy un tipo predecible con una rutina convencional. Mis personajes me complementan, me enriquecen y me diversifican. Incluso, a veces, me ayudan a comprender, siquiera fugazmente, de qué va esto de la vida.

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