LITERATURA. ARTES & lETRAS

Juan Marsé sin máscaras

Lumen publica el diario de 2004 y tres libretas de notas de escritura del escritor, fallecido en 2020 y galardonado con el Premio Cervantes

El diario póstumo de Juan Marsé.
Juan Marsé escribe de su intimidad, de sus compañeros y de su estética literaria.
José Miguel Marco.

Hay autores por los que uno siente devoción. Y no es malo decirlo. Al revés. A mí me ha ocurrido, entre otros, con Juan Marsé (1933-2020), no solo porque alguna de sus novelas se encuentra dentro de la mejor literatura del siglo XX, sino también porque sé que estoy ante un escritor que, en ese lodazal enorme de los egos –que diría Angélica Lidell-, destaca por su honestidad, coherencia y sentido común. Dicho eso, me hago varias preguntas: ¿es un gran libro ‘Notas para unas memorias que nunca escribiré’?, ¿debe ser una lectura imprescindible para conocer la narrativa de Marsé?, ¿estamos ante la obra cumbre de un autor? La devoción por alguien no significa ceguera. Mi respuesta es no a las tres.

Pero una vez que las cosas están claras, diré que la lectura de este libro, hecho de apuntes, notas y desahogos, no defrauda; que no se da, por supuesto, gato por liebre a partir de su inequívoco título; y que Marsé aumenta, sin necesitarlo, la valoración que sus fieles podemos hacer de él leyendo estas páginas.

¿Y qué hay aquí? Por un lado, nos encontramos con un diario de 2004, y, por otro, con el contenido de tres libretas que abarcan desde 2006 hasta 2019; libretas que ante el prejuicio, lo confieso, con el que entré en su lectura pensando que se habían incorporado para dar bulto al libro, ofrecen sorpresas agradables y muestran, una vez más, el carácter díscolo, sincero e incluso festivo de su autor.

Autorretrato

Aquí hay un autorretrato, palabra que por sí sola define a esta obra. Aquí hay una forma de expresar con claridad dónde se está. Aquí hay una tristeza que el paso del tiempo no aplaca, más bien al revés. Y, ante todo, aparece aquí la mirada de un hombre que observa, al que escuchamos decir que "el día transcurre como una oruga cansada y gris", o que al comenzar el año "el agua de la piscina se eriza"; pero que también afirma que el grito de "Visca Catalunya Lliure" es como el grito de Tarzán en la selva, que Juan Goytisolo siempre se saca en procesión a sí mismo, que Tàpies es un tío plasta y que todo lo que dice Ana María Matute, sobre el oficio de escribir o sobre ella misma, es puro camelo.

Aquí hay una tristeza que el paso del tiempo no aplaca, más bien al revés. Y, ante todo, aparece aquí la mirada de un hombre que observa, al que escuchamos decir que "el día transcurre como una oruga cansada y gris", o que al comenzar el año "el agua de la piscina se eriza"

Marsé muestra, incluso abiertamente, sus propias contradicciones, que las tiene, porque señala que nada hay "que me aburra tanto como hablar de mí mismo", y sin embargo escribe un diario en el que confiesa que se le hace «cuesta arriba» su escritura, y a lo que añade esto: "No vivo una vida intensa, y no pocas cosas que me pasan me aburren a mí el primero, así que ¿para qué trasladarlas al papel?".

Y al margen de coherencias y contradicciones, nos cuenta su recuerdo de una viña con un algarrobo y una balsa de regadío en el Penedés, en la que se bañaba desnudo cuando era niño; idealiza a «los chavales desamparados» de sus novelas, con los que se reconoce; nos desvela con quién o cuándo toma un whisky, y qué cosas lo martirizan; o expurga las interioridades y barrizales del premio Planeta, donde el portavoz del jurado dice que la calidad literaria es altísima, ante lo que él discrepa y matiza «que no voté a la obra ganadora porque es lisa y llanamente una estafa».

Marsé, antes de morir, revisó y corrigió el contenido de este libro singular, no planteándose que su publicación fuera póstuma, aunque eso haya ocurrido. Y el libro es una edición que ha estado al cuidado de Ignacio Echevarría, editor de Marsé, crítico que ha hecho su prólogo y unas valiosas notas. Ambos suman casi 150 páginas y constituyen un trabajo bien hecho, al margen por completo de innecesarios esquemas teóricos o aburridas profundidades.

Juan Marsé, lo sabemos, es un escritor que nació en Barcelona y que ha escrito su obra en castellano, vio cómo lo relegaban bobos y patriotas de hojalata, y en este libro nos dice, de nuevo, quién es o quién fue, las cosas que le importan y dónde está su patria, la de verdad, ¡qué grande!

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