artes escénicas

Emilio Gutiérrez Caba: "Zaragoza y el Teatro Principal son mi casa"

El actor y María José Goyanes representan en el escenario de la capital aragonesa la obra ‘Galdós enamorado’ desde este jueves hasta el domingo.

Emilio Gutiérrez Caba, durante la entrevista en el Teatro Principal.
Emilio Gutiérrez Caba, durante la entrevista en el Teatro Principal.
Francisco Jiménez

Desde este jueves hasta el domingo regresa a Zaragoza, al Teatro Principal, a su casa, como ha dicho en la presentación de la obra.

No es un cumplido para quedar bien. Este teatro y esta ciudad son mi casa y de mi familia desde hace más de un siglo. En las paredes del Principal acabo de ver una foto con una dedicatoria de mi hermana Irene. Aquí han actuado muchos miembros de mi familia. Cuando salgo al patio de butacas siento esa presencia. ¡Mi bisabuelo ya actuó en Zaragoza!

¿Su bisabuelo?

Exacto. Mi bisabuelo, Pascual Alba, actuó en Zaragoza en 1872, en el principio de su carrera teatral y posteriormente regresó más veces. De hecho, tengo una base de datos con toda su historia desde 1869. Además, se casó en segundas nupcias con una aragonesa llamada Matilde Jaquete. Con esta señora tuvo un hijo llamado Julio Alba Jaquete que no fue actor, sino militar y que murió muy joven. Hemos estado muy vinculados a Aragón en este sentido. Además, mi tío falleció en Zaragoza estando mi abuela trabajando aquí.

La historia se repitió. Su bisabuelo actuó en Zaragoza en sus inicios y usted hizo lo propio en su primera gira profesional.

Efectivamente. Fue en las Fiestas del Pilar de 1962 en el Teatro Principal, con la compañía de Lilí Murati. La obra creo que se titulaba ‘Separada del marido’. Fue una función muy accidentada por los otros dos actores que participaban ya que estaban borrachos y no se tenían en pie. Cuando yo salí al escenario para pronunciar mis frases, ambos estaban agarrados a unas cajas para no caerse. El público, obviamente, se lo tomó fatal y comenzó a patear. Para mí, que era un joven principiante, me causó una impresión tan grande que habitualmente no bebo alcohol hasta después de las funciones de noche.

Tal es su vínculo con el teatro, que usted nació en una gira.

Efectivamente. Fue en Valladolid. Mi madre estaba en la compañía titular del Infanta Isabel de Madrid. Lo fue dejando pasar porque ella quería dar a luz en Madrid, pero el empresario de la compañía, que era muy pesado, le dijo primero que esperase un poquito en San Sebastián y después en Valladolid, y allí fue donde no pude esperar y salí al mundo.

Tirando del hilo aragonés, una de sus primeras películas fue ‘Tengo 17 años’, dirigida por José María Forqué.

Con José María trabajé en dos o tres ocasiones y le agradezco mucho esa primera oportunidad. Era un director de cine estupendo, de los buenos. Se casó con Carmen Vázquez Vigo, que era una escritora excelente, con quien tuvo a Verónica Forqué. Si lo pienso un poco, siempre he tenido mucha relación con aragoneses.

También con Carlos Saura.

También. Con Carlos Saura rodé ‘La caza’, una película muy emocionante y espléndida. Saura es un artista grandísimo, que toca muchísimos palos.

¡Hay que ver el talento que reúne la Comunidad!

Aragón es una tierra muy fértil en inteligencia y talento. Tanto en literatura, como en cine, teatro o pintura, ha aportado grandes nombres, artistas y creadores fundamentales de alcance mundial.

A sus 78 años, ¿qué tiene el teatro para que siga motivándolo a salir a la carretera?

El teatro es una disciplina que adoro. Ayer hablaba con mi hermana Julia, que tiene 88 años y que está muy limitada para el trabajo, y lo único que puede hacer son grabaciones de poemas y recitales muy puntuales, y me comentaba que actuar le hace estar comunicándose con el mundo y no estar encerrada en un sitio. La energía nos viene dada por estar constantemente memorizando ideas y compartiéndolas, aunque las limitaciones cada vez son mayores. Lo que peor llevo es actuar cada día en un lugar diferente. Estar ahora cuatro días en Zaragoza es un lujo.

Un lujo añadido es que la obra que representará sirve para conmemorar el centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós.

Estoy muy agradecido de que Zaragoza rinda tan merecido homenaje a un escritor al que le debemos tanto y al que comparo con Balzac o Dostoievski.

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