POESÍA. ARTES & LETRAS

"Baudelaire es el primero que sacude al lector y lo cuestiona violentamente"

El poeta Mario Campaña explica la vida, la obra y el contexto del autor de 'Las flores del mal', del que se cumplen 200 años de su nacimiento

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El gran poeta Charles Baudelaire /1821-1867).
Étienne Carjat.

Mario Campaña nació en Guayaquil, Ecuador, en 1959. Desde 1992 reside en Barcelona. Poeta, dirige la revista de cultura latinoamericana ‘Guaraguao’. Es traductor y biógrafo de Stéphane Mallarmé y en 2006 publicó ‘Baudelaire. Juego sin triunfos’ (Debate. Su última edición ha sido en DeBolsillo en 2019). Para conmemorar el bicentenario del nacimiento del autor de ‘Las flores del mal’, ‘Pequeños poemas en prosa’, ‘Mi corazón al desnudo’ o ‘Spleen de París’, entre otros títulos, conversamos con él.

¿Qué cree que no se ha dicho de Charles Baudelaire, nacido en 1821 y fallecido en 1867?

Se ha hablado mucho, especialmente en el mundo anglosajón e hispánico, de la bohemia de Baudelaire, de su dandismo, su alcoholismo (era capaz de beber dos botellas de vino él solo, en el salón de la casa de un editor importante a quien veía por primera vez), de las drogas, de su participación en las barricadas de París, etc. Todo ello es normal, pues tiene un punto fascinante, la figura joven poeta transgresor, rebelde… Queda por descubrir al hombre compasivo, al intelectual, al religioso y hasta místico: Baudelaire rezaba todos los días. La crítica ha obviado hasta ahora al poeta profundamente comprometido con el problema de la existencia humana; y, salvo pocas excepciones, hemos olvidado la relación de Baudelaire con el mal, y ello pese a que, si no tenemos presente su convicción sobre el mal en el ser humano y la naturaleza no podemos entender ni ‘Las flores del mal’, ni el ‘Spleen de París’, ni ‘Pobre Bélgica’, ni ‘Mi corazón al desnudo’, ni su amor por Poe y Sade.

¿Por qué decimos que es la llave o el primer poeta de la modernidad?

Yo diría que él abre el tiempo nuevo en la poesía modificando tres elementos esenciales de todo el quehacer poético: establece un nuevo estatus para el lector y el autor o el personaje poético; amplía la materia y los materiales con cabida en el poema; y, transforma de manera radical la noción de belleza en que se sustenta el trabajo poético. Solo diré algo sobre la primera, de la que no sé si se ha hablado antes: en la tradición pagana y cristiana antigua y medieval y hasta la era inmediatamente anterior a la modernidad, el poeta era un intérprete de la divinidad y un maestro que instruía y mostraba el camino a sus lectores. Baudelaire es el primero que sacude al lector y lo cuestiona violentamente: “Hipócrita lector”, lo llama: “Compadéceme, si no, yo te maldigo”. Al mismo tiempo, llama al lector “mi semejante, mi hermano”, “ingenuo hombre de bien”. Baudelaire inaugura pues una relación crítica y auto critica con el lector; [después de él Lautréamont ya puede llamar al lector “monstruo” y “alma tímida” y partir de allí para redactar 'Los Cantos de Maldoror'. Y con eso abre una de las puertas de la modernidad, que hace posible las vanguardias: Tristan Tzara puede por eso llamar a su lector “hombre aproximado como yo como tú lector y como los demás”.

"Baudelaire establece un nuevo estatus para el lector y el autor o el personaje poético; amplía la materia y los materiales con cabida en el poema; y, transforma de manera radical la noción de belleza en que se sustenta el trabajo poético"

¿Qué tiene él que no tengan sus contemporáneos: Verlaine, Rimbaud y Mallarmé?

Baudelaire no conoció a Verlaine, Rimbaud y Mallarmé, de una generación posterior. Se negó a ejercer de maestro de estos jóvenes que ya lo habían ungido como el faro de la nueva poesía. Lo que distingue Baudelaire y le da la posibilidad única de concebir un proyecto poético revolucionario es que, por una parte, él se alimenta directamente de la historia política, social y literaria más viva y candente de todo el mundo occidental. Él está en plena madurez intelectual cuando Francia es el país líder del capitalismo mundial y París es una sociedad de masas, la capital del siglo XIX, como sentenciara Benjamin. En el París de Baudelaire viven Marx y Proudhon, es la ciudad de Victor Hugo y Gautier; cuando él tiene 27 años se declara la II República y la Comuna de París; se produce la gran transformación urbanística de la ciudad, la del prefecto Hausman, que abrió los grandes boulevares. Son experiencias únicas; por otra parte, lo que distingue a Baudelaire es su descomunal capacidad para interpretar todo ese bullente mundo nuevo, e interpretarlo en todas sus dimensiones, hasta en los detalles cotidianos. Ni Verlaine ni Rimbaud ni Mallarmé pudieron descifrar como Baudelaire el mundo en que vivieron. Tampoco lo ha hecho ningún otro escritor posterior.

¿Cuáles eran las grandes novedades de ‘Las flores del mal’, publicado en 1857?

Intentando una síntesis conceptual, diría que son fundamentalmente tres: una nueva relación del autor con su público, un concepto de belleza aplastantemente nuevo y, a partir de ese concepto, la elección de una materia y unos materiales para la poesía antes totalmente proscritos y que sucintamente podíamos llamar el mal: ahí están los poemas sobre Satán, el amor homosexual, la vejez, la carroña, el vampiro, el fantasma, la mendiga, los alcohólicos, el ropavejero, los marinos. Ahí está ese verso que dice: “Es preciso amar al pobre, al malo, al deforme, al imbécil”.

"Lo que distingue Baudelaire y le da la posibilidad única de concebir un proyecto poético revolucionario es que, por una parte, él se alimenta directamente de la historia política, social y literaria más viva y candente de todo el mundo occidental"

¿En qué consistiría su transgresión y sus peligros sociales, que le llevan a la condena?

En lo mismo que acabo de señalar. Los jueces y la policía sienten que el espíritu mismo de 'Las flores del mal', es decir, la reivindicación del mal, es un ultraje social. En sus poemas Baudelaire se hace eco de aquella sentencia de Proudhon que señalaba Dios es el mal. Por eso el libro se incauta y por eso el autor empieza a ser considerado como un maldito, como un hombre que personifica el mal, tanto que cuando Baudelaire llega a Bruselas los que acuden a conocerlo se sorprende de encontrar no un harapiento, vicioso y belicoso poeta sino un hombre sobrio, elegante y educado.

¿Fue un incomprendido Baudelaire?

No diría eso. La irrupción de lo nuevo siempre divide. Tanto 'Las flores del mal' como las apariciones en revistas literarias de los pequeños poemas en prosa, tuvieron sus defensores y grandes admiradores. Victor Hugo aseguro que los poemas de 'Las Flores del Mal' producían “un estremecimiento nuevo”. Los jóvenes poetas de entonces lo tomaron como un maestro. Se empezó a hablar de ‘La Escuela Baudelaire’. Por supuesto que también hubo escritores que rechazaron todo lo que hacía aquel “pobre muchacho que no sabe nada de la vida”, como dijo uno de los próceres literarios de la época. En cuanto a los jueces y las autoridades policiales, ellos no cuentan; nunca entienden nada.

200 años del nacimiento de Charles Baudelaire.
El poeta, traductor y biógrafo Mario Campaña, afincado en Barcelona.
Ilse Aguilar.

¿Qué significaron libros como ‘Spleen de París’ o los ‘Pequeños poemas en prosa’? Creo que ahí también hubo invención, audacia, apuesta por la libertad creativa.

Intentando “hacer algo parecido” a 'Gaspar de la nuit', de Aloysius Bertran, gran precedente del poema en prosa moderno, Baudelaire dio con un género nuevo, el poema en prosa en sentido estricto, moderno, no figurado ni lato. Se ha escrito que Baudelaire provocó dos revoluciones literarias, la de 'Las flores del mal' fue la primera, la del 'Spleen' la segunda. Baudelaire dejó atrás la sensorialidad, el lirismo y el cromatismo que elude la forma del verso pero conserva su naturaleza poética: la prosa del 'Spleen' es prosa-prosa -no verso alargado-, la mejor de la Francia de la época, según un calificado editor de entonces, mejor prosa que la del mismo Victor Hugo, para entendernos. Es prosa en el sentido en que la mayoría de los poemas de 'Las Iluminaciones', de Rimbaud, están escritos no en verso sino en prosa. 'Las Iluminaciones' existen porque antes existió el 'Spleen de París'.

Se habla mucho de Baudelaire como crítico de arte. ¿Qué crítico era?

No he estudiado a Baudelaire como crítico de arte. Conozco su obra crítica, por supuesto, pero eso no es suficiente para definirlo como crítico de arte. Pese a ello, me atrevo a señalar tres sus agudísimas percepciones sobre elementos fundamentales del arte: por una parte, su teoría de la belleza como un compuesto de un elemento perdurable y eterno y otro fugaz y transitorio, por este último se dignifica de los componentes de la vida moderna en las obras de arte; y, por otra su brillante definición del arte como la infancia recuperada voluntariamente. ¿Porqué? Por la ebriedad, un concepto clave en su pensamiento que no ha sido muy atendido por la crítica. Baudelaire cree que el niño está poseído por la ebriedad y esa ebriedad es un camino abierto al arte y al conocimiento de lo nuevo.

"Me atrevo a señalar tres sus agudísimas percepciones sobre elementos fundamentales del arte: por una parte, su teoría de la belleza como un compuesto de un elemento perdurable y eterno y otro fugaz y transitorio, por este último se dignifica de los componentes de la vida moderna en las obras de arte; y, por otra su brillante definición del arte como la infancia recuperada voluntariamente"

¿Qué supuso su madre en su vida?

Su madre, Caroline Dufays, fue una mujer muy dura, impregnada del carácter de su segundo esposo, un militar de alta graduación, un general de Francia. Entre los dos hicieron infligieron muchos dolorosos castigos a Charles; mucha violencia. Caroline nunca se mostró sensible a los tormentos de su hijo, nunca hizo nada significativo por él, excepto cuando la enfermedad de Charles estaba ya avanzada: entonces fue a verlo a Bruselas, lo llevó a París y lo cuidó en la clínica que lo atendió en su etapa final. Charles murió en sus brazos. Una escena conmovedora, una auténtica 'Piedad”.

¿Y su amor Jeanne Duval?

La historia con Jeanne también fue dramática, como casi todo en la vida del poeta. Reina de traiciones, Jeanne fue capaz también de vender dos veces todas sus joyas y sus muebles para pagar deudas del poeta. Baudelaire la protegió siempre, incluso después de la separación: ella cayó en la pobreza pero Charles Baudelaire le fue leal en todas las circunstancias, siempre tuvo presente a su “paralítica”. Esas dos mujeres, Jeanne y su madre, significaron un contrapunto de amor y compasión permanentes en una vida atrozmente llena de dramatismo y contradicciones.

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