La plaza del Pilar cumple 30 años desde su última remodelación

En 1991 concluyó el proyecto del arquitecto Ricardo Usón en uno de los espacios más importantes de la capital aragonesa.

La plaza del Pilar es el principal símbolo de la capital aragonesa, un lugar que concentra importantes edificios que guardan relación con la vida civil, cultural y religiosa de la ciudad. A lo largo de su historia la también llamada plaza -o incluso avenida- de las Catedrales ha sido remodelada en varias ocasiones. La última concluyó hace 30 años y consistió en una intervención sobre un proyecto anterior del arquitecto municipal Regino Borobio iniciado en 1937, que consistió en ampliar la superficie situada delante del templo -donde estuvo el viejo fosal de Santa María- y unir las plazas de Huesca, del Pilar y de la Seo. El 8 de mayo de 1991, la nueva plaza del Pilar se presentó a los zaragozanos y se inauguró con su aspecto actual tras la reforma planteada por el arquitecto Ricardo Usón que consistió en una reordenación del espacio, dejando atrás el concepto de avenida que tuvo tiempo atrás y dotándolo de una nueva personalidad como gran ‘salón’ de la ciudad.

Atrás quedaban las estampas de coches circulando por su entorno o aparcados en las proximidades de la basílica del Pilar, así como en las zonas de estacionamiento cercanas. Los jardines existentes también desaparecieron y dieron paso a una gran explanada de una longitud de 500 metros que conectó visualmente la catedral de la Seo con la iglesia de San Juan de los Panetes.

Desde la década de los 80 Ricardo Usón también llevó a cabo la rehabilitación del antiguo Cuartel Palafox de Zaragoza, la restauración del Panteón Real de Aragón en la Capilla de San Bartolomé de San Pedro el Viejo, en Huesca, la remodelación de la plaza de San Pedro Nolasco de la capital aragonesa y el añorado Anfiteatro del Rincón de Goya, entre otros proyectos.

Nuevos elementos

Para el suelo se eligió granito de colores gris, rojo y negro y se instaló una potente iluminación que permitía divisar El Pilar desde una distancia de 40 kilómetros. En esta actuación también se retiró el monumento a los caídos (actualmente ubicado en el cementerio de Torrero) y en su lugar se instaló la fuente de la Hispanidad que representa el mapa de América Latina. También se incorporaron otros elementos en la plaza como el globo terráqueo de hormigón, una escultura realizada por Francisco Rallo Lahoz; las pérgolas que van desde los antiguos juzgados hasta el edificio de la Delegación del Gobierno en Aragón, la oficina de Turismo, que sustituyó al antiguo templete; el acceso peatonal a los aparcamientos subterráneos, -en uno de ellos, el situado frente al Ayuntamiento, se encontraban, y desaparecieron, los restos de un templo romano hallado durante las obras de construcción-, y la fuente del monumento a Goya.

El coste total de las obras ascendió a 2.494 millones de pesetas (casi 15 millones de euros) y no estuvieron exentas de polémica. A pesar de ello Usón, autor de la remodelación, declaró el día de la inauguración sentirse “satisfecho” y que “la plaza ha sido el punto de mira de los últimos tiempos porque es la más emblemática de la ciudad y está rodeada de los edificios más valiosos, pero yo creo que la gente comenzará a entender sus distintas piezas precisamente ahora, cuando comience a vivirla”.

En cualquier caso la plaza del Pilar, uno de los grandes tesoros de la capital aragonesa desde hace ya varios siglos ha sido, es y será punto de reunión de los zaragozanos y de los visitantes de la ciudad, un escenario de celebración, de recuerdo, de homenaje y devoción a la Virgen del Pilar y de orgullo para todos los aragoneses.

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