José Moñú: el pintor que cambió los lienzos por los folios en el confinamiento

El artista zaragozano se vio obligado a dejar de ir al estudio durante los meses de encierro, una experiencia que se ha convertido en el libro titulado 'Mi primera pandemia'.

José Moñú, con su libro, en la casa donde pasó los tres meses de confinamiento, alejado del estudio donde pinta.
José Moñú, con su libro, en la casa donde pasó los tres meses de confinamiento, alejado del estudio donde pinta.
José Miguel Marco

14 de marzo de 2020. Como millones de españoles, el pintor José Moñú se ve obligado a quedarse en casa. Solo. En un piso interior. Y a tres kilómetros de su estudio. Lo que iban ser quince días se convierten en tres meses de parón pictórico. Una abstinencia que, tras el descoloque inicial, hizo que el zaragozano abriera una nueva vía artística: la que le permitieron 150 folios que tenía en su casa.

Sin lienzos, ni pinceles ni pintura, esas cuartillas y unos rotuladores eran el único material para dar rienda suelta a su creatividad con el que contaba en los primeros compases del encierro. Se dio a elegir a sí mismo entre dibujar o escribir. Escogió lo segundo. El resultado es 'Mi primera pandemia', un libro de 170 páginas que compendia maneras de novela, diario personal,crónica de aquellos días y ensayo artístico. Un resumen personal de aquel trance sobrevenido, pero con vocación universal: "Creo que mucha gente se verá reflejada".

El pintor recuerda la última vez que trabajó en el estudio antes del confinamiento: "El día de antes trabajé en el estudio, ya sabedor de lo que se avecinaba y sentía que esas pinceladas no eran mías, sino de toda la humanidad y esa fuerza es la que creo que se ha trasladado al libro".

Cuenta Moñú que en su ánimo siempre había estado escribir un libro. Que se imaginaba haciéndolo "en un monasterio, en una playa o en Laponia". En cierto modo, la pandemia le ha puesto en bandeja esos escenarios de aislamiento; "y más barato", bromea. Precisamente, su humor, una mezcla casi imposible entre acidez y candor con toques 'pop', se cuela entre las líneas de 'Mi primera pandemia' como lo hace en sus cuadros. "Es un libro desenfadado", opina.

Todo sucedió sin planteárselo. "Comencé escribiendo en la cama las cosas que se me pasaban por la cabeza, pero conforme se fue alargando la situación, escribir se convirtió en lo mejor de mi día a día. Me levantaba, me sentaba en la mesa a escribir, era mi rutina", recuerda. "Date cuenta de que aún con alguna videollamada yo estaba solo, prácticamente incomunicado, lo máximo que hablaba era el 'hola' que le decía con la cajera del supermercado".

'Mi primera pandemia' está escrito a mano, en esos 150 folios que se apuraron 'in extremis', casi hasta que las papelerías fueron declaradas comercios esenciales. "Me gusta escribir a mano, vengo de la pintura y me veo así más hábil", cuenta Moñú, que guarda el manuscrito con tachones, unos tachones que aparecen, por cierto, en libro. "Fue idea de mi editor, Francisco Bernal -que ha publicado obras de Antonio Escohotado o El Niño de Elche-, porque cree que se así se aporta más información al lector".

'Mi primera pandemia' ha sido para Moñú una experiencia singular que le ha situado de una manera desconocida ante el mundo. "Me ha resultado más intenso que pintar", asegura. Y piensa en la paradoja de que está acostumbrado a exponer cuadros, pero el que se expone en esta ocasión es él mismo. "Estoy acostumbrado a que la gente me hable de mis cuadros, pero estoy expectante de ver qué piensa la gente de este libro".

Por su páginas pasan muy diversos temas: cuestiones artísticas, los amigos, la propia pandemia y el amor. En su caso, un amor por recuperar. Sólo leyendo el libro el lector sabrá qué ocurre finalmente...

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