LITERATURA. OCIO Y CULTURA

Zaragoza hacia 1940, la historia del pintor Párraga y la miliciana La Tellito

El profesor y escritor Jorge Sanz Barajas cuenta su relación y recuerda que el artista pintó dos cuadros de Franco que expuso en HERALDO

Jorge Sanz Barajas publica 'Volar alto'.
Autorretrato del pintor hacia 1947. Fragmento.
Cecilio Párraga.

“Si algo aprendí en la cárcel es que mi vida vale más que mi libertad”, dice el pintor Ciriaco Párraga, recién llegado a Zaragoza, tras la Guerra Civil. Marcado por el miedo y la derrota, se instala en la ciudad, protegido por el fotógrafo y pintor Jalón Ángel y por el escritor e historiador José Camón Aznar, deslumbrado por un retrato que le había hecho al médico oscense Manuel Artero. Aquí, se despojará de sombras, aunque no de contradicciones y de miedos, y se reencontrará con el creador que fue, el que había estado en París, el pintor de paisajes y, sobre todo, el artista clásico de retratos. Haría dos retratos de Franco que se expondrían en el 'Saloncito' de HERALDO.

Merced a su técnica, y al influjo de su protector, pintó a muchas familias de aquí y un día, en casa de unos amigos republicanos, que intentaban pasar inadvertidos, conoció a Palmira Julia Tello, la Tellito, una mujer joven y ya viuda que había pertenecido al núcleo de las Trece Rosas y que había ocupado la portada de la revista ‘Estampas’ en 1937.

El escritor y profesor Jorge Sanz Barajas (Zaragoza, 1967), durante este año interminable de la covid, decidió darle forma a una novela, ‘Volar alto’ (Xordica), donde cuenta la historia de su amor y su existencia subterránea, de su ocultación y su dignidad, de su rabia y de la incertidumbre de las delaciones, pero también narra el clima de la primera resaca de la contienda y de esos sinuosos cauces que les permitían salir adelante. Él como pintor, desafiante en las tertulias de los cafés y los teatros (La Tellito no se atreve a confesarle en el Argensola que jamás ha acudido a ninguno); ella, como costurera.

'Volar alto’ es una carta de amor a la memoria y a la conciencia, fluida, armoniosa, moderna e inspirada, con personajes valientes y paradójicos que demuestran que Zaragoza no fue un páramo lunar ni siquiera cuando el cierzo era más duro y el ambiente más negro.

Aquí tuvieron a su primer hijo, Gregorio, que sería el aliado del novelista. Le contó detalles y secretos de sus padres, y le ofreció materiales y confidencias.

La novela, bellamente escrita, también es una historia cultural de España y de Zaragoza, que había recibido por entonces al joven poeta Juan Eduardo Cirlot y se movía en un círculo muy activo con Alfonso Buñuel, Federico Torralba y Pilar Bayona, aquella pianista que era capaz de tocar el cielo con cualquier repertorio y que había deslumbrado en la Residencia de Estudiantes a Lorca y Gerardo Diego. ‘Volar alto’ es una carta de amor a la memoria y a la conciencia, fluida, armoniosa, moderna e inspirada, con personajes valientes y paradójicos que demuestran que Zaragoza no fue un páramo lunar ni siquiera cuando el cierzo era más duro y el ambiente más negro.

Jorge Sanz Barajas publica 'Volar alto'.
Palmira Julia Tello, La Tellito, que aquí se hacía llamar Amaya Hidalgo. Así la retrató Ciriaco Párraga en 1940. Fragmento.
Ciriaco Párraga.

‘Volar alto’. Jorge Sanz Barajas. Xordica. Zaragoza, 2021. 265 páginas. Esta novela se presentó el sábado 13, en el Parque Labordeta.

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