entrevista

Mario Molins: "El contacto con los orígenes ayuda a entenderse a uno mismo"

El escultor de Binéfar inaugura el próximo jueves en la Galería A de Arte una exposición en la que explora
el lenguaje de la madera.

El escultor binefarense, en un campo de almendros en flor.
El escultor binefarense, en un campo de almendros en flor.
Heraldo

¿Cómo es eso que va contando, incluso en un documental, de que su abuelo es un olivo?

Desde bien pequeño estuve con él. Él me enseñó a mirar el paisaje y a podar. Con los años he aplicado esa poda a la escultura. A mi abuelo le diagnosticaron alzhéimer y para que no olvidara tan rápido le llevé un olivo a su casa para podarlo juntos. La enfermedad fue avanzando, él era cada vez menos él y el olivo iba creciendo: entendí que mi abuelo se estaba traspasando al olivo. El día que falleció planté ese olivo, mi abuelo, en la entrada de mi taller.

¿Qué siente al podar, al tallar y al trabajar la madera?

Me conecta conmigo mismo, con el territorio que me rodea y con el árbol que fue esa madera. Me siento presente, consciente y parte de la naturaleza como energía que lo mueve todo.

¿Cómo ha llevado la incertidumbre de la pandemia?

La verdad es que ha sido un tiempo para reflexionar y reconducir varios proyectos que necesitaban de ese tiempo de pausa y mirada en perspectiva.

Entiendo entonces que ha sido productiva...

Sí. A nivel de producción de obra y de exposiciones, en este último caso, virtuales.

¿Piensa que, como tanto se predica, saldremos mejores de ésta?

Según quién y cómo haya afrontado este tiempo de reflexión. Allá cada cual consigo mismo.

El nuevo éxodo rural, ¿es una moda pasajera o una apuesta de futuro?

Esta situación ha recolocado las preferencias en la vida de muchas personas. Ha ayudado a darse cuenta de que a veces una mirada al amanecer en el campo, respirar aire en un pinar o simplemente sentir el silencio compensa más que el ruido de las ciudades colmadas de vehículos. Iremos bien si se convierte en una apuesta para el futuro.

¿Trabajar desde Binéfar le dificulta el estar en contacto con los circuitos artísticos de Madrid o Barcelona?

La digitalización ha ayudado a acortar esta distancia, incluso con lugares más alejados como Florencia, Londres o Nueva York o Pekín, en los que he podido estar presente, incluso durante la pandemia, en exposiciones virtuales.

¿En las ciudades vivimos de espaldas a la naturaleza?

Creo que lo que nos aleja de la naturaleza es la desconexión humana propiamente dicha, es decir, no estar conectados con nuestro ‘yo natural’. El contacto directo con los orígenes ayuda a entenderse a uno mismo y a ver que ciertas preocupaciones son superficiales.

Este fin de semana abren las provincias y los zaragozanos saldremos escopeteados de excursión…

En Huesca tenemos la suerte de estar a un paso de un maravilloso patrimonio natural y lo sabemos disfrutar. No obstante, también nosotros hemos echado de menos ir a otras latitudes. No se crea...

¿Alguna fórmula para luchar contra la despoblación?

Si de verdad se diera a conocer el modo de vida en conexión con el medio rural, creo que la percepción de las zonas despobladas cambiaría.

También es profesor, ¿cómo despierta inquietudes artísticas a sus alumnos?

Ayudándoles a encontrarse a sí mismos y a descubrir su capacidad estética y crítica a través de prácticas reflexivas en torno a la creación. Y viendo mucho arte para descubrir nuevos lenguajes.

Pero la mayoría querrán ser futbolistas...

No, no tantos. Por suerte, tienen más y mejores referentes.

Inaugura una exposición que se llama ‘Profecías’. ¿Juega a ser un nuevo Nostradamus?

Uhmmm... Sería una silenciosa profecía arbórea... En esta muestra, a través de esculturas, grabados y obras sobre papel, dialogo con la luz y la oscuridad, con lo que el territorio nos comunica a través del árbol. Esta experiencia puede ayudar a plantearnos cuestiones sobre nuestras propias zonas de luz y de sombra.

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