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Los planos de Antonio Margalé Gracia de la Zaragoza del siglo XX

La representación tridimensional. Turismo y cultura.  Cuando los empresarios y políticos creían que la ciudad tenía mucho y variado que ofrecer

Cuando mi padre emigró a Uruguay, en el año 54, se llevó una veintena de planitos de Zaragoza que entre los socios del Centro Aragonés de Montevideo se cotizaron cual lingotes de platino.

Dicho plano, que incorporaba una docena de monumentos en perspectiva, estaba firmado por Antonio Margalé (Zaragoza 1911-1999), artista, cartelista, cosmocartógrafo y entonces ilustrador para la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. Fue además profesor en la Escuela de Capacitación Agraria y dibujante en Loscertales.

La cosmocartografía urbana -la representación de ciudades desde el cielo- tuvo un precedente en nuestra ciudad en el croquis realizado en 1591 por Francisco de Miranda. Para nosotros nada bueno. Habiendo el rey Felipe I pacificado el Reino —por las malas— tras las 'Alteraciones', consideró fortificar Zaragoza en previsión de que sus habitantes volviesen alguna vez a contrariarle. A tal efecto Miranda dibujó en el ovalado perímetro zaragozano una veintena de sus edificios fundamentales.

Nada tuvieron que ver estas filipinas razones con las que llevaron a José Galiay a trazar en 1908 el primer plano perspectivo de Zaragoza, coincidente con la Exposición Hispano Francesa. Los eventos encajaban como en una taracea, celebrándose el I Congreso Internacional de Turismo y al poco creándose el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón. El plano de Galiay nace pues destinado más a los foranos que a los locales. Reproduce la ciudad como si la sobrevolásemos desde el SE, dibuja tridimensionalmente sólo el perímetro medieval e incluye un código de colores y una numeración de los enclaves.

También pensando en el turismo, en 1950 el Ayuntamiento encargó a Antonio Margalé un “plano informativo”. Combinará en él la cartografía tradicional con las proyecciones de los edificios importantes. La plaza del Pilar, libre de sus entrañables manzanas, aparece ancha y vacía, y en un ejercicio de optimismo -la propaganda es primordial- la basílica es dibujada poseyendo ya sus cuatro torres. En la misma línea muestra el Monumento a los Caídos, aunque éste tardó años en rematarse. A fin de resaltarlos el autor necesitó sobredimensionar los monumentos, distorsión que resuelve con suma delicadeza.

De sus mismos pinceles nacerá cuatro años después el plano que con mi padre cruzó el Atlántico. Patrocinado por la Caja de Ahorros e impreso en Vitoria por Fournier, su razón de ser fue el Congreso Mariano Nacional. Sugería al visitante una suerte de ruta turística e iba grapado a un folleto con material fotográfico de Mora y García Garrabella, publicándose una versión volcada en el interés histórico artístico de Zaragoza y otra en su tradición mariana. Ambos con portadas ilustradas por Margalé. Nótese cómo la Caja, e igualmente los poderes locales y el SIPA, suspiraban por un turismo amante de la tradición y el mudéjar. Por desgracia, llegando a su final la década aclararía que iba a ser la España litoral quien se llevase el gato al agua, nunca mejor dicho.

Por esos años Antonio Margalé emprendió la tarea de dibujar porciones de ciudad en perspectiva, susceptibles de formar parte de un proyecto mayor. Si ben en un principio a José Mª Royo Sinués, al frente entonces de la CAZAR, las vistas le parecieron adecuadas para servir de guardas en una publicación, en la práctica conducirán al maravilloso plano de 1958 patrocinado por el Ayuntamiento.

Por esos años Antonio Margalé emprendió la tarea de dibujar porciones de ciudad en perspectiva, susceptibles de formar parte de un proyecto mayor.

Zaragoza, inscrita en un marco dibujado, apenas sobrepasa el Ebro por el Norte, por el Este llega hasta la estación de Utrillas, por el Oeste acaba en el monte de Palomar y por el Sur se queda en el Canal. Detalle fascinante es la forma de combinar las alturas de las casas con las anchuras de las calles a fin de dejar espacio para rotular éstas sin que el dibujo y la nomenclatura se interfieran.

El resultado agrada, y es ahora el presidente, José Sinués y Urbiola, quien propone un proyecto más completo, abarcando, ahora sí, la totalidad de la ensanchada Zaragoza; Las Fuentes, Torrero, Casablanca y Valdefierro, llegando incluso a las, en breve urbanizadas, balsas del Ebro Viejo. Así, Margalé y su hijo Rafael emprenderán un periplo que exigirá, además de la toma de miles de fotografías, infinitos apuntes tanto a pie de calle como desde las ventanas y azoteas. Al respecto Rafael colecciona decenas de anécdotas propiciadas por el extraño rondar por las barriadas de un mozalbete provisto de un lápiz y un tablero colgando del cuello.

Todo concluirá en 1964 con un plano bello y a la vez útil, pues amén de decorar el despacho de un letrado servirá al taxista o al vendedor de lavadoras. Partiendo del mismo trazado, con variaciones tales como la desaparición de “La Pasarela”, se imprimió otra versión en 1968. En principio a dos tintas, será luego coloreado con la habitual delicadeza del artista, y como regalo de la Caja colgará de ahí en adelante en cientos de oficinas.

Todo concluirá en 1964 con un plano bello y a la vez útil, pues amén de decorar el despacho de un letrado servirá al taxista o al vendedor de lavadoras. Partiendo del mismo trazado, con variaciones tales como la desaparición de La Pasarela, se imprimió otra versión en 1968

Siendo crío quien suscribe, pasó largos ratos escrutándolo en la gestoría de mi tía Pilarín, recayendo siempre mi atención en las canchas de Torrero y la Romareda, no por pasión zaragocista sino porque mi 1,30 de estatura no me permitía visualizar por encima del parque Pignatelli.

PARA VER LAS FOTOS EN GRANDE

Enlaces a los planos completos:

https://photos.app.goo.gl/KdLNV2fkWTLUGUJs9

https://photos.app.goo.gl/bCVb7wL1ZvhT8RLE9

https://photos.app.goo.gl/qv8dCf5f98mP2sf58

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