Pepa Bueno: "ETA se acabó y hay que pasar página, pero antes hay que leérsela enterita"

La periodista (Badajoz, 1963) publica ‘Vidas arrebatadas’, el relato de dos hermanos huérfanos, víctimas del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza en 1987.

Bueno narra en su nuevo libro la tragedia íntima de dos niños golpeados por el terrorismo
Bueno narra en su nuevo libro la tragedia íntima de dos niños golpeados por el terrorismo
Carlos Ruiz/HA

¿Cómo conoció a José Mari y Víctor y cómo logró que accedieran a contarle su historia?

Llegó de la mano de una editora de Planeta, Ángeles Aguilera. Me dijo que había dos víctimas de ETA (José María y Víctor Pino) que querían contar su historia y puso en mis manos las notas que el mayor de los hermanos Pino, José Mari, hizo como terapia para su psicóloga. Sus padres y su hermana Silvia, de 7 años, fallecieron en el atentado de la casa cuartel de Zaragoza en 1987.

¿Qué encontró en las notas?

El relato de unas vidas rotas que se estaban construyendo todavía 30 años después de que ocurriera el atentado. Quedamos en Bilbao y me encontré a dos hombres muy jóvenes, muy heridos por la vida, pero que a la vez eran unos supervivientes con unas ganas de tirar adelante enormes.

Cuando ocurrió el atentado usted estaba en Aragón...

Acababa de llegar a Teruel. Aún no había terminado la carrera y me incorporé a Radio Nacional de España, en la capital turolense. Me causó mucho impacto cuando entré en contacto con José Mari y Víctor Pino y comencé a trabajar en el libro. Tenía memoria del atentado, del impacto que provocó y que me provocó a mí aquella masacre. ETA ha estado tan presente en nuestra vida durante tanto tiempo y su presencia dramática era tan constante que me costó encontrar recuerdos personales de aquel día.

¿Sigue siendo necesario recordar y contar qué ocurrió en los ‘años de plomo’?

ETA se acabó ya, afortunadamente, y hay que pasar página, pero hay que leérsela enterita antes de pasarla. Hay que saber qué nos ha pasado. Pensaba mucho en esto cuando preparaba el libro, que lo que había contado tal vez era muy obvio. Me preguntaba: «¿Quiénes lo sabemos?». Lo sabemos quienes lo vivimos, quienes estábamos ahí.

¿Y quienes no vivieron en edad adulta el terrorismo de ETA?

Por eso precisamente tenían que estar todas las claves básicas para tratar de entender cómo fue aquella etapa y la tragedia que provocó. Pero no he escrito un libro sobre la historia del terrorismo de ETA, ya lo han hecho periodistas especializados e historiadores.

‘Vidas arrebatadas’ le ha dado la oportunidad de profundizar más allá de lo que permite el día a día del periodismo.

A los periodistas de mi generación, cuando hablamos de terrorismo, se nos vienen a la cabeza los atentados, los funerales, los actos institucionales, la política antiterrorista de cada gobierno, pero la tragedia íntima, lo que pasaba de puertas adentro cuando todo eso había desaparecido, me parecía que estaba menos contada, sobre todo la historia de los heridos como grandes olvidados.

Los hermanos Pino ¿han tenido a lo largo de su vida contacto con alguna de las otras víctimas del atentado de la casa cuartel?

Sufren mucho cada aniversario. Pese a que se han sentido muy solos, ha habido una persona que ha estado pendiente de ellos: Pascual Grasa, un guardia civil muy joven que estaba en la puerta el día del atentado. Era amigo de su padre y José María habla de él con muchísimo agradecimiento.

Quedaron marcados con aquella tragedia...

Su mundo conocido era un cuartel donde transcurrían sus juegos, sus risas, sus travesuras, donde vivían con sus padres y su hermana... y todo desapareció en un instante. Después, sus familiares los llevaron al colegio de huérfanos de la Guardia Civil. No recibieron atención psicológica, las instituciones no hicieron un seguimiento de su evolución, y con ese trauma se hicieron agentes del cuerpo –hoy retirados–. Víctor fue enviado al País Vasco y José Mari tuvo varios destinos, entre ellos estuvo en la tragedia del campin de Biescas, en 1996, y en la operación ‘Jaula’, tras los atentados del 11-M en Madrid, en 2004.

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