Las obras imprescindibles para comprender la poesía de Joan Margarit

El poeta escribió una treintena de poemarios que le valieron el reconocimiento del público y de la crítica y que le reportaron numerosos galardones, entre ellos el Premio Nacional de Poesía 2008 o el Cervantes 2019.

Fallece a los 82 años el poeta y arquitecto Joan Margarit, Premio Cervantes
Fallece a los 82 años el poeta y arquitecto Joan Margarit, Premio Cervantes
EFE

El poeta Joan Margarit, fallecido este martes a los 82 años, escribió una treintena de poemarios que le valieron el reconocimiento del público y de la crítica y que le reportaron numerosos galardones, entre ellos el Premio Nacional de Poesía 2008 o el Premio Cervantes 2019.

De entre las obras que escribió, pueden destacarse algunos títulos que son imprescindibles para comprender la poética del autor bilingüe, entre ellos los incluidos en la siguiente lista:

'Estación de Francia' (1999). Primer libro de Margarit aparecido en edición bilingüe, con poemas escritos al mismo tiempo en catalán y castellano y una obra clave en su trayectoria, pues muchos jóvenes lo conocieron a través de él. Margarit expone la añoranza del poeta al descubrir que no se puede regresar a sitios que ya no existen, pues los lugares donde vivimos no permanecen como los recordamos y también nosotros cambiamos con el tiempo, de modo que se impone una distancia temporal más que geográfica.

En un prólogo para esta obra revela que, cuando la escribía, fue consciente de que “no se tiene como pista de despegue hacia el poema más que el pasado y la inteligencia” y que se equivocan algunos intelectuales elitistas al pensar que a ellos les pasan cosas muy especiales.

'Joana' (2002). En este libro Joan Margarit recopila los poemas escritos durante los ocho meses en que su hija Joana, afectada por el síndrome de Rubinstein-Taybe, agonizó antes de fallecer a los 30 años. En esta crónica descarnada, el poeta muestra su sufrimiento y el de su esposa ante su propia orfandad por la pérdida de Joana. “Me enfrento, pues, al terror más puro, cuando las cosas cotidianas no se reconocen y se vuelven amenazadoras”, escribe Margarit sobre “la angustia por el paso del tiempo que, despacio, va helándonos la vida”.

'Cálculo de estructuras' (2005). “El cálculo es precisión y por tanto, ayuda a establecer cómo escribir con precisión”, decía Joan Margarit, que construye un poemario con referencias a su profesión, pero que sobre todo gira en torno al dolor y donde están muy presentes el transcurso del tiempo, el recuerdo y la vejez. “La vida ha sido un edificio en obras con el viento en lo alto del andamio, siempre cara al vacío”, escribe Margarit en su poema “Seguridad”.

'Casa de misericordia' (2007). Joan Margarit forja un poemario, con el que ganó el Premio Nacional de Poesía 2008, con la tristeza como referencia, en el que expone su concepción del acto poético: “La verdadera caridad da miedo. / Igual que la poesía: un buen poema, / por más bello que sea, será cruel. / No hay nada más. La poesía es hoy / la última casa de misericordia”. Con ello, el poeta da a entender que la lectura de los versos puede ser un refugio frente a la intemperie de las experiencias dolorosas de la vida.

'Misteriosamente feliz' (2008). A los 70 años, Margarit incide en esta obra, que cierra un ciclo de exposición personal junto a las dos anteriores, en temas recurrentes como el paso del tiempo, la vejez y la muerte. Pese al sentimiento general de pérdida y a la percepción de un final inexorable, el poeta aún encuentra momentos para sentir la felicidad, como cuando en “Relato de madrugada” concluye: “Aquí acabo, cansado, somnoliento / y misteriosamente feliz, este poema”. Como en la vida, lo más difícil de la poesía es el final, y acabar un poema puede otorgar al escritor esa felicidad.

'El asombroso invierno' (2018). El poeta constata que en el invierno de la vida, el pasado, cada vez más lejano, va desapareciendo por el olvido y nos obliga a buscar la identidad en la memoria, pero al mismo tiempo hay que tener conciencia del presente, lo que produce una tensión entre el ayer y el hoy, mientras el futuro va careciendo de sentido. En este trance, Margarit no contempla la autocompasión: “El olvido jamás me hará inocente./ En cambio la ignorancia siempre me hace culpable”, expone en uno de sus poemas.

En “A través del dolor” recuerda algo que permanece en su memoria: “Nunca he olvidado el pescozón de un guardia / que con voz fuerte y seca me decía: Habla en cristiano, niño”, y revela que, pese a ello, una fuerza interior ha rechazado desde la infancia un inútil rencor y, por eso, escribe sus versos también en castellano.

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