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Mediterráneo y relajante: así es el nuevo oasis urbano a las puertas del Gancho

El Hotel Avenida estrena nueva imagen incorporando zonas para el disfrute no solo de los alojados, sino de zaragozanos en busca de experiencias diferentes en su propia ciudad.

"Pensando en cosas que Zaragoza necesita". Así concibió la interiorista Carmen F. Ariza la nueva imagen del Hotel Avenida que, a las puertas del zaragozano barrio del Gancho, en la calle de César Augusto, aspira a servir de oasis en pleno centro. La manida descripción alcanza sin embargo en este caso verdadero sentido.

El hotel, con cien años de historia, ofrece desde su adecuación (aún en curso en algunas zonas) un ambiente en el que todo se consagra el relajo del cliente y del visitante local.

Conformado por cuatro edificios, la naturaleza laberíntica del Avenida añade chispa a un entorno que atesora, casi a modo de 'refugio secreto', un par de luminosos patios, ahora diseñados para un viaje mental a las orillas del Mediterráneo desde el mismo corazón del Casco Histórico.

"Está todo pensado", explica Carmen. La luz natural, los colores, los materiales, pero también la música o, incluso, lo olores. Así, en el patio donde se sirven los desayunos, comidas y cenas flota un estudiado y suave olor a mar. La música contribuye al relax y está a un volumen que facilita la conversación. Por la noche, durante la cena, suenan cascadas, olas del mar y trinos de pájaros.

"Todos hemos tenido la experiencia de ir a un bar o una cafetería y que esté la música altísima o se oiga mucho ruido de platos, de manera que uno acaba frunciendo el ceño intentado escuchar al otro", explica Carmen, quien ha tratado de evitarlo porque "no hay que olvidar que la gente viene a un hotel para descansar".

Carmen ha ideado un espacio para "huir de la ciudad, para que no te acuerdes de lo que hay fuera, que despierte sentimientos, emociones, en el que lo importante sean las personas".

Ferviente defensora de que los espacios bonitos, lo bello, son elementos a su juicio son sustanciales en la vida cotidiana, porque contribuyen a hacer mejores las ciudades y a las personas que viven en ellas.

Una filosofía que en el hotel además de a los alojados la extiende al visitante local.

El Avenida aspira por tanto a ser también alternativa para los propios vecinos de Zaragoza. Así, además de algunas zonas comunes que se pueden alquilar para reuniones privadas, el hotel pone a disposición de la clientela la propia terraza-comedor con claraboya ( "magnífica los días de lluvia") y otro espacio en un patio de luces, jalonado de bambús, cactus y otras decoraciones vegetales que alcanza su plenitud "por la noche". 

De momento y mientras la pandemia siga rigiendo nuestras vidas, los interesados en acudir al hotel sin ser huéspedes deberán reservar. Se puede desde desayunar a tomar un café o comer, siempre en el margen horario que actualmente rige para toda la hostelería debido a la crisis sanitaria.

Las comidas y cenas (que son a la carta) están confeccionadas "con productos locales de alta gama". Eso sí, reseña Carmen, "a precios asequibles". Desayunar ('tipo bufé', aunque ahora servido en mesa por las restricciones) cuesta 6 euros.

Además, el Avenida es un hotel boutique... literalmente. Todo el mobiliario y la decoración del hotel se vende. Si algo gusta, se encarga al proveedor y se envía a casa del cliente.

Asimismo, se admiten mascotas "bien educadas" en las habitaciones y en determinadas zonas comunes del alojamiento, en cumplimiento de la normativa. Otros detalles del Avenida incluyen aceites esenciales y aromaterapia de la marca con sede en Zaragoza Oshaidi, si el cliente lo desea.

Y en lontananza, un proyecto: abrir un pequeño espacio para la venta de productos y decoración artesanales.

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