CINE Y LITERATURA. OCIO Y CULTURA

Jean-Claude Carrière, un maestro de la vida

El escritor y guionista se instaló en México y convenció a Buñuel para que escribiese sus memorias, y le redactó un capítulo en primera persona

En la muerte de Jean-Claude Carrière.
Javier Espada, Genoveva Casanova, que llegó a Calanda en helicóptero, Jean-Claude Carrière y Natalia Gil Torner.
Archivo Javier Espada.

Se ha ido Jean-Claude Carrière, un maestro de la vida. Un escritor, un contador de historias, guionista, pero también un pensador a quien le marcó conocer a Luis Buñuel, incluida su vinculación con el surrealismo, y que le dejo una impronta cotidiana.

Hemos compartido la amistad, y hemos conversado muchas veces, sobre todo de Luis Buñuel, en su casa de París. Muchas veces nos sorprendía el azar, en situaciones extrañas, como cuando lo acompañe al aeropuerto. En el coche sonaba una música que yo había grabado y que evocaba un remoto cante flamenco.

Jean-Claude me contó que se trataba de un músico iraní, que hacía unos días había cantado para él en una fiesta que le habían dado en Irán. Me resumió la letra de la canción y luego nos quedamos callados ante lo inverosímil de la situación. Con Buñuel, mano a mano, escribieron ocho guiones, en una complicidad creativa nacida de muchas horas de trabajo, viviendo recluidos juntos en balnearios o conventos, para poder concentrarse en la escritura, una complicidad sustentada en una visión del mundo en la que ambos tenían mucho en común.

Carrière recordaba el momento en que se conocieron en Cannes, cuando descubrieron que había dos elementos que interesaban a ambos: los insectos y el vino. Luego descubrirían muchos más en los largos periodos en los que se reunían para escribir guiones, en tantas conversaciones de sobremesas y en las caminatas rutinarias. Para engrasar la máquina creativa, cada día al reunirse por la mañana se contaban un sueño (real o inventado). Con 'El discreto encanto de la burguesía' obtuvieron el Óscar a mejor película extranjera en 1972. Luego, a Jean-Claude le concedieron en 2015 un Oscar honorifico por toda su carrera de guionista. Más que merecido si recordamos que trabajó, entre otros, con los directores Milos Forman, Costa Gavras, Andrzej Wajda, Jean-Luc Godard, Louis Malle, Michael Haneke, con Berlanga y Trueba.

Buñuel, ya mayor estaba aburrido, sin nada que hacer en México. Carrière buscó una excusa para ir a visitarle. Se instaló en un hotel cercano y le propuso escribir su libro de memorias. Buñuel se negó, pero Carrière no se rindió, al contrario, como le había contado muchas anécdotas, decidió escribir un capítulo en primera persona. Buñuel lo leyó y sintió como si él mismo lo hubiese redactado. Así lo convenció y así surgió un libro fundamental para descubrir a un creador único y a un intelectual del siglo XX. Sin 'Mi último suspiro' no se conocería a Buñuel ni a su visión del mundo. Un libro del que escribió la continuación en 'Buñuel despierta' intentando dar respuesta a lo que opinaría Buñuel si, tal como escribe en el final de su biografía, se volviera a levantar de la tumba para comprar la prensa e informarse de lo que sucede en el mundo.

"De su importante obra destacaría los dos volúmenes de 'El círculo de los mentirosos', una deliciosa recopilación de narraciones de la tradición oral de todo el mundo, que sorprende al lector con humor, con inteligencia y con una incierta nostalgia de esos mentirosos, de esos narradores de historias de los que también seguimos siendo herederos".

Volver a leer a Jean-Claude es una forma de continuar conversando con él. De su importante obra destacaría los dos volúmenes de 'El círculo de los mentirosos', una deliciosa recopilación de narraciones de la tradición oral de todo el mundo, que sorprende al lector con humor, con inteligencia y con una incierta nostalgia de esos mentirosos, de esos narradores de historias de los que también seguimos siendo herederos. También 'Nadie acabará con los libros', escrito junto a su amigo Umberto Eco, con el que compartía la pasión del bibliófilo coleccionista de libros antiguos. Hace unos años se desprendió de su gran colección de libros e incunables, conservó, eso sí, 'La Inmaculada Concepción' que Bretón le regaló a Buñuel, y a la que el cineasta añadió una nueva dedicatoria para Jean Claude. En 'La controversia de Valladolid' libro en el que recrea aquella discusión suscitada tras el descubrimiento de América, para dilucidar si los indios tenían alma, si había que respetarles frente a la barbarie colonizadora, elementos históricos con los que Carrière creó otro espléndido relato. De su pasión por Oriente surgió un proyecto para representar 'El Mahabarata' con su amigo Peter Brook. Para acercarse a esta obra épica de la cultura india, ambos recorrieron este país buscando la manera de lograr su representación, creando un hito teatral, dentro de una exitosa colaboración durante décadas.

También escribió su personal 'Diccionario del amante de la India', y cifró su cariño por México en el 'Dictionnaire amoureux du Mexique' y con sus recuerdos españoles tejió 'Para matar el recuerdo', libros en los que su inteligencia sigue brillando y su curiosidad respirando. Conocer a Jean-Claude Carrière ha sido uno de esos momentos clave en mi vida. Le debo mucho, muchas conversaciones, muchas reflexiones, incluso que me haya convertido en cineasta, pero también el cariño que me mostró. Me contaba que cuando tenía dudas, se preguntaba qué pensaría Buñuel. Yo con humor, le decía que había decidido hacer lo mismo, preguntarme, en caso de duda ¿qué pensaría Carrière? 

En el pasado verano me invitó a su casa de Colombières-sur-Orb, en el sur de Francia, pero lamentablemente no pude visitarle. Con humor habíamos hablado de recorrer los 250 metros que separan su casa del cementerio en el que deseaba reposar. Desde la tristeza de su pérdida celebro la suerte de haberle conocido.

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