La Filmoteca de Zaragoza cumple 40 años como refugio del séptimo arte en Aragón

En sus archivos atesora miles de referencias vinculadas al cine en la Comunidad. El Ayuntamiento prepara una exposición conmemorativa que verá la luz el próximo año.

CULTURA Y OCIO, sala proyecciones de la Filmoteca.Reportaje sobre la Filmoteca / 22-01-2021 / FOTO: JAVIER BELVER[[[FOTOGRAFOS]]]
La Filmoteca de Zaragoza cumple 40 años como refugio del séptimo arte en Aragón
Javier Belver

La Filmoteca de Zaragoza está de aniversario. En 2021 cumple 40 años de su creación y sigue preservando el cine aragonés y todo aquello que guarda relación con el séptimo arte. Es la única de titularidad municipal y una de las primeras en iniciar su andadura en España. Para muchos todavía es desconocida la labor que en conjunto realizan sus dos departamentos: el de difusión y exhibición ­–dirigido hasta su jubilación por Leandro Martínez, y en la actualidad por Toña Estévez–, encargado de la programación de ciclos cinematográficos y otras actividades culturales en la Casa de los Morlanes, y el de investigación y archivo (ubicado en el antiguo cuartel Palafox), dedicado a recuperar, restaurar y custodiar decenas miles de referencias entre las que se cuentan películas en diversos soportes, publicaciones, monografías, programas de mano, carteles de cine y otros fondos fílmicos que cualquier ciudadano puede consultar. «Los objetivos son la conservación y catalogación de películas y de toda la documentación relativa a las mismas, especialmente la referida a temas y autores aragoneses», explica Ana Marquesán, directora de este departamento.

Aunque en 1930 ya tuvieron lugar los primeros intentos de crear una cinemateca municipal, no fue hasta varias décadas después cuando por fin pudo retomarse esta iniciativa. Aquella primera filmoteca contaba con fondos propios y celebró diversas sesiones culturales. Bonifacio Fernández Aldana, que trabajaba en ‘La Voz de Aragón’, fue su impulsor y primer director, y también creó el primer cineclub que existió en Zaragoza. Pero este empeño se vio interrumpido por la Guerra Civil y hasta los años 70 no volverían a surgir nuevos intentos para contar con una cinemateca en la ciudad. Las primeras iniciativas arraigaron en torno al Cineclub Saracosta, que continuaron después en la Asamblea de Cultura de Zaragoza y, finalmente, en la constitución de la Filmoteca de Zaragoza, en 1981.

«Llegó a raíz de una propuesta ciudadana que hicimos Enrique Carbó y yo a través de la Asamblea de Cultura de Zaragoza. Yo en aquel momento era el secretario y presentamos un montón de propuestas en todos los terrenos de la cultura, no solo en cine sino también en teatro, en plástica, en muchísimas cosas... Nos recibió el alcalde Ramón Sáinz de Varanda y, tiempo después, Jerónimo Blasco Jáuregui, que en aquel momento era concejal de Extensión Cultural», recuerda Leandro Martínez, exdirector de la Filmoteca.

"Los objetivos son la conservación y catalogación de películas y de toda la documentación relativa a las mismas, especialmente la referida a temas y autores aragoneses"

El Ayuntamiento de Zaragoza aceptó la propuesta y el 17 de junio de 1981 aprobó en sesión plenaria la constitución del Patronato Municipal Filmoteca de Zaragoza, con personalidad jurídica propia, cuyo objeto y fines eran el estudio y difusión del cine preferentemente aragonés.

«Entré a trabajar en septiembre, tras aprobar una oposición a la que nos presentamos 78 personas. En el mes de diciembre de ese año ya programamos un ciclo sobre ciudades y cascos históricos, en el Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón, y fuimos a Jaca, a casa de los Tramullas, con Ramón Rubio (responsable de Recuperación de Filmoteca Española) con la intención de comprar el material original de Antonio de Padua Tramullas, uno de los pioneros de la cinematografía en España», añade Martínez.

La aportación norteamericana

Además de la partida presupuestaria que el Ayuntamiento de Zaragoza destinó a la Filmoteca (1.330.000 pesetas), esta contó con la ayuda cultural de 54.000 dólares (unos 6 millones de pesetas de entonces) donada por el Comité Conjunto Hispanoamericano, que permitió adquirir una valiosa colección de documentos sobre la vida en Aragón durante el primer cuarto del siglo XX.

«El Ayuntamiento estaba negociando con aquel comité –entonces existía un convenio que incluía, entre otras cuestiones, las citadas ayudas como parte de las contrapartidas norteamericanas a su presencia en España–, porque teníamos aquí a los militares norteamericanos en la base. El Consistorio propuso muchas cosas, sin embargo EE. UU. tuvo la humorada de contestar que nos enviaba 20 proyectores de diapositivas manuales. Una ridiculez. El Ayuntamiento insistió y al final sí que recibió aquellos seis millones de pesetas que se destinaron al pago de la mitad del archivo de Tramullas, que se adquirió de manera conjunta con la Filmoteca Española.

Poco después, el 3 de febrero de 1982, se inauguró oficialmente con las primeras proyecciones en el cine Arlequín, que estaba ubicado dentro del palacio de Fuenclara. «Fue la primera sesión pública de la Filmoteca y empezamos con un ciclo de cine soviético de los años 30, aunque mi idea inicial era comenzar con uno sobre Luis Buñuel en México», rememora. Pero por falta de tiempo no fue posible materializar esta propuesta y Martínez decidió que aquel ciclo de películas soviéticas, por su novedad y por su interés, era una manera realmente potente de empezar. «Lo que no calibraba era que la potencia fuera tanta como para que el cónsul de los Estados Unidos en Barcelona, John B. Barton, me escribiese una carta auténticamente ofensiva donde ponía en duda todo y donde decía que estábamos gastando su dinero en esas películas soviéticas –apunta–. Además me dedicaba una cantidad de improperios e incluso llegaba a decir que estábamos en contra de que en Polonia hubiera brotes democráticos. Era algo muy demencial, realmente, porque no tenía que ver una cosa con otra».

Desde sus inicios, la labor de la Filmoteca ha consistido en la difusión y la exhibición de películas ligada a la conservación y la incorporación de fondos. Durante cuatro décadas sus archivos han aumentado con la incorporación de materiales procedentes de colecciones privadas que han permitido su estudio, catalogación e investigación, así como la organización de ciclos temáticos, de autores o de actores para mostrar al público filmografías selectas y joyas del séptimo arte. Sin esta labor, muchos de esos fondos seguirían en manos privadas, en el mejor de los casos, o habrían desaparecido.

La Filmoteca de Zaragoza cumple 40 años como refugio del séptimo arte en Aragón
La Filmoteca de Zaragoza cumple 40 años como refugio del séptimo arte en Aragón
Javier Belver/Francisco Jiménez

El archivo de la Filmoteca de Zaragoza reúne una extensa colección fílmica que es una de las más importantes de España. Sus materiales proceden de depósitos o donaciones de particulares, entre ellos cineastas como José Antonio Duce, José Luis Borau, Eduardo Ducay, Eugenio Monesma, Antonio Isasi, Alejo Lorén o Alfredo Castellón, entidades como CAI y Cinekypo y familias como Parra, Pomarón o Manrique, además del fondo de Manuel Rotellar y los archivos de Raúl Tartaj y Antonio Tramullas.

Un tesoro cinematográfico

Su biblioteca cuenta con 16.000 monografías (8.771 en catálogo) y su hemeroteca, compuesta de revistas y publicaciones periódicas de carácter cinematográfico, y archivo de prensa de cine de temas y autores aragoneses, cuenta con 1.400 referencias, entre cajas archivadoras y carpetas.

El apartado gráfico (fotografías, diapositivas, programas de mano, carteles, etcétera) se compone de 21.213 unidades documentales. La parte audiovisual (videoteca y fonoteca en diversos soportes y sistemas) suma cerca de 28.000 unidades. Su archivo fílmico comprende unos 7.000 títulos.

La Filmoteca de Zaragoza ha restaurado a lo largo de su historia filmes como ‘Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza’ (1899), ‘Transformación de una mariposa’ (1904), ‘Alma de Dios’ (1923), ‘¡¡¡Abajo los hombres!!!’ (1935), ‘Carne de fieras’ (1936), ‘Orosia’ (1944) o ‘Furtivos’ (1975), que abarcan varias décadas del cine español.

"Se organizará una exposición importante porque los fondos de la Filmoteca son excelentes. Es una pequeña joya muy querida por el Patronato y por el Ayuntamiento"

Desde 1997, la Filmoteca tiene su propia sala en la Casa de los Morlanes, con capacidad para 115 espectadores, aunque nació sin instalaciones propias y hasta entonces utilizó diferentes espacios para proyectar sus ciclos. Entre 1982 y 1996 ocupó cuatro salas distintas: los cines Arlequín y Elíseos, el Teatro del Mercado y el salón del Centro Cultural de la CAI.

La Filmoteca sigue programando ciclos y acaba de renovar su página web. «Intentamos combinar ciclos clásicos, retrospectivas de directores, colaboraciones con institutos de cultura y con muestras y festivales tanto de cine como de música», cuenta Toña Estévez, al frente del departamento de difusión y exhibición.

Entre las próximas proyecciones, Estévez destaca el estreno de la película ‘Letters to Paul Morrisey’ (día 10) y ‘El año del descubrimiento’ (día 17).

Desde 1993 la Filmoteca de Zaragoza está integrada en el Patronato Municipal de Artes Escénicas y de la Imagen. José María Turmo, su gerente, avanza que el próximo año, con motivo del aniversario de su inauguración oficial «se organizará una exposición importante porque los fondos de la Filmoteca son excelentes. Es una pequeña joya muy querida por el Patronato y por el Ayuntamiento».

Cinco sedes distintas

Durante sus 40 años de existencia la Filmoteca ha proyectado ciclos de películas en cinco salas distintas: los cines Arlequín (1982-1987) y Elíseos (1987-1992), el Teatro del Mercado (1992-1995), el centro cultural de la CAI –antiguo cine París– ­(1996) y la Casa de los Morlanes (desde 1997). En su actual sede cuenta con 115 butacas y su cabina está equipada con proyectores de formato 35 mm, 16 mm, digital. En breve contará con equipo DCP (Digital Cinema Package) de cine digital y el pasado año se renovó el sistema de sonido de la sala. «En 2019 tuvimos un nivel de ocupación total del 59%. 2020 también había empezado bien hasta que llegó la pandemia. Tras el confinamiento, en verano, programamos un ciclo de cine al aire libre en colaboración con Zaragoza Cultural, con un aforo de 143 butacas –explica Toña Estévez, directora del departamento de exhibición y difusión–. Agotamos invitaciones en las siete sesiones. La vuelta en otoño fue muy desigual por la limitación de aforo al 25% durante una larga temporada. Ahora, con el 50%, está funcionando muy bien».

Estévez señala que la sala de los Morlanes tiene una capacidad «suficiente, de momento. Se queda pequeña para algunos estrenos, pero en general está bien. Por supuesto, lo deseable sería contar con sede propia –la comparte con el Cipaj (Centro de información para jóvenes)–, al igual que en las filmotecas de ciudades como Barcelona o Valencia.

En opinión de Leandro Martínez, sería ideal que la Filmoteca volviera al palacio de Fuenclara. Antes de jubilarse llegó a proponer, sin éxito, que este edificio de propiedad municipal se dedicase a albergar los dos departamentos que conforman la cinemateca zaragozana.

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