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¿Habrá festivales este verano en Aragón pese al coronavirus?

Los organizadores esperarán unas semanas para anunciar su decisión, pero ya están trabajando en alternativas por si se deben suspender.

Un momento del Monegros Desert Festival de 2014, el último hasta la fecha.
Un momento del Monegros Desert Festival de 2014, el último hasta la fecha.
Rafael Gobantes

Por segundo año consecutivo, la celebración de los grandes festivales musicales de Aragón pende del hilo que sostiene la situación sanitaria. La posibilidad de suspender de nuevo estas multitudinarias citas está sobre la mesa si no se produce una drástica mejoría en la pandemia en los próximos meses. Una opción a la que se aferran los organizadores, que prefieren mantener la prudencia y, por supuesto, el respeto a los requerimientos de las autoridades.

El Vive Latino, que ansía celebrar por fin en Zaragoza su primera edición en suelo español tras la obligada cancelación de 2020, se ha puesto como límite máximo para adoptar una decisión definitiva el mes de abril. «No sabemos una fecha tope para decidir. Junio es tal vez demasiado tarde porque el evento que nosotros traemos es la primera edición y es muy grande. Tenemos que adoptar una decisión clara antes. ¿Cuándo? Quizás después de Semana Santa, en abril. Básicamente lo va a determinar lo que diga la pandemia», explica Nacho Royo, promotor de esta gran cita cuya fecha establecida es el 10 y 11 de septiembre en el recinto de la Expo.

Tras confeccionar un potente cartel con Bunbury, Andrés Calamaro, Café Tacuba o Aterciopelados, los responsables se resisten a tirar la toalla hasta que no hayan apurado las posibilidades. «A día de hoy, seguimos adelante con el festival. Tenemos la esperanza de poder hacerlo, pero dependemos lógicamente de que Sanidad y las autoridades den su aprobación o no. El trabajo está hecho desde hace un año y medio. Queremos hacerlo, estamos con toda la intención, pero hay cosas que son más importantes», concluye Royo.

Plan B en la cita electrónica

Una situación similar a la del Monegros Desert, que pretendía regresar a la actividad en 2020 tras varios años de letargo y que tuvo que posponerlo a 2021. Permanece el 31 de julio como el gran día para el reencuentro, con el asterisco de la evolución de la pandemia. «La fecha del 31 de julio sigue programada. Estaremos listos para celebrar el festival si es posible y cambia la situación de la pandemia. El trabajo del ‘booking’ de los artistas y la producción ya está hecho fruto de la labor del equipo de esta gran empresa que es Elrow. Esa flexibilidad nos da una ventaja», apuntan desde la organización.

Una flexibilidad que les permitirá estirar el día límite. «Esperaremos hasta junio para tomar una decisión definitiva. Esa es la fecha máxima, podemos apurar hasta entonces. Hemos aprendido de la lección del año pasado, cuando todo fue demasiado explosivo y de una semana a otra las cosas se veían de una manera muy diferente. Fue una locura», indican.

En el caso, ahora mismo muy probable, de que el coronavirus impida las reuniones masivas, la organización baraja otra carta. «Trabajamos en dos escenarios posibles. El primero y, obviamente más deseado, es que el plan de vacunación llegue a tiempo y se pueda celebrar el festival. Si no es así, la segunda opción es hacer el festival retransmitiéndolo ‘online’, en ‘streaming’. Tanto en una opción como en la otra queremos que la diversión y la programación sean brutales. Estos últimos meses hemos trabajado mucho la faceta digital y estamos preparados», concluyen.

Una alternativa ya testada

El Pirineos Sur, cuya vigésimo novena edición fue trasladada a julio de este año, también transita en la cornisa de la incertidumbre por su dimensión. En 2020 ya resultó imposible llevarlo adelante porque su formato era incompatible con las medidas de la crisis sanitaria. «Se trata de conciertos con una capacidad de entre 3.000 y 5.000 asistentes en un espacio donde las distancias de seguridad y la vigilancia del cumplimiento de las medidas que determine la organización son muy difíciles de controlar. Reducir el aforo dificulta la viabilidad del festival porque una empresa concesionaria organiza la programación en el escenario flotante de Lanuza, asumiendo los costos derivados de su celebración», apuntan desde la Diputación Provincial de Huesca (DPH).

Ante esta tesitura, el exitoso y coqueto festival Sonna que la DPH improvisó el pasado verano en distintos parajes emblemáticos altoaragoneses se revela como la propuesta más segura. «La principal apuesta es el Festival ‘Sonidos en la Naturaleza’ Sonna Huesca. Es, por definición, un ciclo cultural cuya principal premisa es adecuarse a las medidas preventivas que impuso la covid. Son conciertos de pequeño formato al aire libre, con accesos gratuitos limitados al aforo de cada escenario y a través de los cuales se recopilan datos de contacto para tener un control de trazabilidad; retransmisión de los conciertos en ‘streaming’; asientos asignados en el suelo que guardan la distancia con el resto de espectadores; uso obligatorio de las mascarillas…», revelan. Y añaden una apreciada virtud:«Es además un festival que vertebra el territorio porque incluye actuaciones en espacios singulares en las diez comarcas altoaragonesas».

Una adaptación a las circunstancias que también efectuó el Festival Internacional en el Camino de Santiago, igualmente organizado por la DPH y especializado en música antigua, cuya continuidad está asegurada salvo giro dramático en la situación sanitaria.

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