Filología. Ocio y cultura

La vigencia de María Moliner 40 años después de su muerte

Se cumplen cuatro décadas del fallecimiento de esta aragonesa autora del ‘Diccionario de uso del español’

María Moliner, 40 años después de su adiós.
Retrato de María Moliner 1955, nacida en la localidad de Paniza..
RAE.

ZARAGOZA/MADRID. Las ideas de María Moliner eran un canto a la educación y a la cultura, quería que los libros llegaran a todas partes y los leyeran mucha gente, y que el diccionario fuera práctico de consultar, una apuesta por el conocimiento para mejorar el mundo que sigue vigente cuando el jueves 21 se cumplen 40 años de la muerte de la aragonesa.

Pionera, llena de tesón, innovadora y rigurosa son algunas de las palabras que surgen cuando hablan de María Moliner (Paniza, Zaragoza, 1900-Madrid, 1981) dos conocedoras de su figura como son la directora de la Biblioteca Nacional de España (BNE), la zaragozana Ana Santos, y su biógrafa, Inmaculada de la Fuente.

Su labor como bibliotecaria, visionaria en el proyecto de coordinación de las bibliotecas de todo el Estado, y como lexicógrafa, con su «titánica» obra, el ‘Diccionario de uso del español’, demuestran «su convencimiento y su tesón ante todo lo que se proponía», asegura Ana Santos.

"Es mi heroína. Empecé a ser bibliotecaria por María Moliner", indica Santos, que destaca el gran tesón de esta mujer luchadora que puso en valor la cultura, la educación y el conocimiento para mejorar el mundo. Como bibliotecaria puso en marcha dos planes, uno llamado ‘Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas’ dirigido a las bibliotecas rurales «y que hoy sigue teniendo plena actualidad porque María Moliner pensaba que los libros debían llegar a todas partes».

Pero también presentó el ‘Proyecto de bases de un Plan de organización general de Bibliotecas del Estado’, que se publicó en 1939, en el que abogaba por el trabajo coordinado de las bibliotecas, un proyecto nacional novedoso y ambicioso.

Una visionaria

"Un plan casi visionario porque contemplaba todo tipo de bibliotecas, las públicas, las universitarias, las especializadas, la BNE... un sistema convertido en un todo", dice Ana Santos, pero que, lamentablemente, nunca pudo ser puesto en marcha tras la Guerra Civil.

Tras finalizar la guerra, Moliner fue "depurada", la despojaron de toda responsabilidad y fue destinada a la biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, donde trabajó desde 1946 hasta 1970.

Fue entonces cuando empezó su diccionario, esa obra "titánica", señala Ana Santos, que cree que demuestra su tesón porque "o hizo ella sola a base de fichas, con 4 hijos y con una vida personal muy dura. Y además de sacrificio, lo hizo sobre todo con el convencimiento de que lo podía hacer, que es su legado principal".

Por su parte, Inmaculada de la Fuente, autora de ‘El exilio interior. La vida de María Moliner’ recuerda cómo Moliner fue degradada 18 puestos en el escalafón. "El franquismo frenó su carrera como bibliotecaria pero, indirectamente, aquello fue como una invitación para embarcarse en su gran obra", asevera.

De la Fuente destaca que, tras ser apartada, sus intentos de combatir el analfabetismo con el ‘Plan de Misiones Pedagógicas’ y de llevar la lectura a todas partes quedaron aparcados, "pero su vida seguía y su cabeza continuaba con sus planes".

La autora realizó entrevistas a familiares y especialistas en la obra de María Moliner, y accedió a archivos y cartas para la biografía de esta mujer metódica, rigurosa y muy segura de sí misma, a la que "nunca le gustó figurar".

Ella misma describió en una entrevista cómo había sido el comienzo de su obra: "Estando yo solita en casa una tarde cogí un lápiz, una cuartilla y empecé a esbozar un diccionario que yo proyectaba breve, unos seis meses de trabajo, y la cosa se ha convertido en quince años".

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