artes escénicas

José Luis Gil: "Luchamos para que las puertas de los teatros sigan abiertas"

El actor zaragozano desembarca desde este jueves hasta el domingo en el escenario del Principal para protagonizar la obra ‘Eduardo II: ojos de niebla’.

José Luis Gil posa ante al Teatro Español de Madrid, en la plaza de Santa Ana.
José Luis Gil posa ante al Teatro Español de Madrid, en la plaza de Santa Ana.
Laura Uranga

¿Cómo ha gestionado en lo personal y en lo profesional estos meses tan complicados?

Como he podido. Están siendo unos meses muy complicados a todos los niveles. Pero no me rindo. Se dan las circunstancias mínimas para al menos intentar salir de gira y allá vamos. Cuando uno da pasos para atrás, luego es difícil recuperarlos.

¿Se están sintiendo solos en lo referente a las instituciones en el sector de las artes escénicas?

La verdad es que sí. Yo nunca he pedido, con respecto a la pandemia, ayudas que no estuvieran contempladas en otros años. Nos basta con que las instituciones nos hagan visibles. Llegué a dudar de que la gente supiera que los teatros siguen abiertos y que se hacen incluso estrenos, como el nuestro. Hemos tenido muy poca visibilidad. A veces parece que es un sector para cuatro ociosos, que lo mismo les da por entrar al teatro que a un bingo. El teatro moviliza miles de puestos de trabajo y mueve millones de euros de facturación. Es un sector que tendría que estar protegido, como sucede en otros países europeos. Pero en España es histórico dejar al teatro de la mano de Dios. Solo nos acordamos de él cuando hay alguna circunstancia extraordinaria como unos premios.

A veces, nos quedamos con los actores, pero hay tantas profesiones detrás de una obra...

Hay muchísima gente detrás de una obra de teatro:desde los figurinistas a músicos, pasando por técnicos, regidores, sastras... Y cuando sales de gira, transportistas que llevan los decorados, técnicos que los montan... más el personal de los recintos en los que actuamos.

Lanzarse en estas circunstancias a un estreno es toda una declaración de amor al teatro.

Hay mucha parte de amor que llena el vacío económico que supone la actual situación. Si lo hubiéramos planteado desde una vertiente económica, está claro que no es un buen momento para estrenar una obra. Con las restricciones de aforo, no ganaremos dinero, pero al menos nos sirve para seguir en pie. Queremos luchar para que las puertas de los teatros se mantengan abiertas. ¡Claro que hay mucho de amor por el teatro y por la cultura en nuestra apuesta!

En estos tiempos telemáticos es de agradecer esta apuesta por lo presencial.

No todo se soluciona estando en casa, con la televisión puesta viendo series o los contagios del día. Eso está bien, pero no podemos hacer de eso una espiral en nuestra cabeza que nos limite más de lo que lo hace la propia situación. En este sentido, el teatro nos alimenta el espíritu.

¿Ha percibido una especial conexión con el público en las funciones que ya han realizado?

Lo hemos percibido en todas las funciones que hemos hecho hasta ahora. Es una motivación especial que la gente se levante cuando acaba la función para aplaudir porque les ha gustado el espectáculo, pero también por agradecimiento de que estemos allí. Cada función nos carga las pilas para la siguiente porque se nota la felicidad en las caras de la gente, aunque lleven mascarilla.

¿Qué le atrapó de ‘Eduardo II: ojos de niebla’?

Tengo la suerte de leer bastantes obras de teatro que me ofrecen y me llamó mucho la atención el personaje histórico de Eduardo II y cómo estaba escrito el texto, con una fuerza y una vigencia increíbles, y eso que estamos hablando de principios del siglo XIV. Te das cuenta de lo poco que hemos cambiado tanto tiempo después. Estamos limitados por las mismas cosas. Eduardo II era un rey homosexual, hecho que hace que todo lo que está a su alrededor siempre se tambalee. Tiene que enfrentarse a todos los poderes que están en la sombra: los banqueros, la Iglesia... Es una historia de amor y de desamor, con la solidez que le da el hecho de ser histórico, real. Después de tres años encarnando a Cyrano de Bergerac, sentí que había llegado el momento para Eduardo II. Eso sí, lo siguiente será una comedia que me apetece mucho.

¿De dónde le viene la vocación por la lectura y la interpretación?

No vengo de familia de actores, sino de músicos, como mi abuelo y mi tío, que eran naturales de Odón (Teruel). Mi abuelo murió cuando yo tenía 12 años y me hubiera encantado aprender música con él. Mi hermana mayor siempre vio mi talento para la interpretación y me llevaba a cástings de televisión. Entre los 11 y los 14 años hice 40 papeles en el programa ‘Estudio 1’, en Televisión Española. Con 12 años representé ‘Tom Sawyer’ en el Teatro Español y allí sentí el vértigo que me sigue acompañando.

¿Qué recuerdos guarda de Zaragoza, su ciudad natal?

Pese a que viví muy pocos años en Zaragoza, el cordón umbilical con mi ciudad nunca lo he perdido. Mi padre se vio obligado por trabajo a emigrar a Madrid. Tenía cuatro hijos y había que sacarlos adelante. He visitado Zaragoza y Odón siempre que he podido. Y en mi casa de Madrid siempre se ha respirado un ambiente maño. Mi padre lloraba en los concursos de bailes regionales en la televisión en los que casi siempre ganaban las jotas. No soy un madrileño que accidentalmente nació en Zaragoza, sino un maño que accidentalmente se ha criado en Madrid.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión