Javier Camarena: "A veces olvidamos que la ópera busca hacernos reflexionar"

El tenor mexicano, considerado el mejor del mundo en la actualidad, ofrece este martes un concierto en el Auditorio de Zaragoza (19.30, 25 euros)

Javier Camarena interpretará arias de ópera y canciones italianas y mexicanas
Javier Camarena interpretará arias de ópera y canciones italianas y mexicanas
Gemma Escribano

¿Qué tal está de voz? Casi podría decirse que reaparece en Zaragoza.

Gracias a Dios, bien. Hace tres días di un primer concierto en Montecarlo, con un repertorio bastante exigente de arias de ‘bel canto’ y temas de mi disco ‘Contrabandista’, y me sentí muy bien. Contento de volver al escenario y cantar ante el público. Adoro España con el corazón, así que soy doblemente feliz, por volver y por cantar. Y la acústica del Auditorio de Zaragoza me encanta.

En noviembre pasado colgó un vídeo en Instagram en el que anunciaba que cancelaba sus compromisos por una afección de garganta. El mundo de la ópera se conmocionó.

Yo lo he compartido todo en las redes sociales. Todavía es un tabú que un cantante pase por una lesión o sufra un problema en su aparato de fonación. No es justo. Si Nadal tiene un problema durante un partido de tenis nadie va a decir por eso que ya es un mal tenista. Los cantantes de ópera somos atletas de la voz, que es el instrumento musical más sensible que existe, y, por eso, estamos expuestos a padecer lesiones. Yo he sufrido una, pequeña, y el proceso de reposo y reacondicionamiento me ha hecho valorar aún más mi trabajo. Ya son más de 23 años los que llevo dedicado a esta profesión, que amo, y que me tiene muy feliz.

¿No ha llegado a pensar que quizá haya pecado de generosidad? Con una agenda muy apretada, siempre ha buscado programas exigentes y luego ha sido muy generoso en los bises.

No, para nada. Si eso fuera así hablaría de cierta inconsciencia por mi parte, y ese es uno de los grandes mitos que sostiene la gente que no tiene ni idea de cómo funciona el aparato vocal. Un Nadal o un Federer no van a jugar nunca por encima de sus posibilidades físicas. Yo canto porque sé mi oficio, y lo que ofrezco siempre sobre el escenario ha sido con plena consciencia de mis posibilidades. Mire, cuando llegó la pandemia, me la tomé muy en serio y me dediqué a descansar. De corazón, espíritu, voz, de todo. Dejé de cantar durante tres meses porque quería descansar. Me lo debía. Y cuando un cantante hace eso, al igual que cualquier otro deportista, pierde condición física, fortaleza. Cuando retomé la actividad, tuve una grabación de ‘El pirata’ de Bellini, luego varias funciones de ‘La hija del regimiento’, que combiné con el estudio de ‘Marino Faliero’, de Donizetti, que debía estrenar en noviembre, y donde el papel de tenor posee una tonalidad endiablada... Fueron muchas cosas en muy poco tiempo y no tenía las condiciones físicas adecuadas. Todo eso derivó en un pequeñísimo problema que ya está superado.

El programa del concierto de este martes tiene poco que ver con el que interpretó aquí hace dos años.

El de entonces era más ortodoxo, este es más versátil y abierto a todo el público. Es un repertorio nuevo. El aria de ‘Lakmé’ (‘Prendre le dessin d’un bijou’) es un debut total, el ‘Vainement, ma bien-aimée’ de ‘Le roi d’Ys’ es una pequeña joya que voy a cantar en recuerdo a Fleta… Siempre que venga a Zaragoza cantaré algo en recuerdo suyo. Y luego abordaré piezas del repertorio de canción italiana, que no demerita en ejecución y dificultad respecto a las arias de ópera. Incluso cantaré algún bolero de José Alfredo Jiménez. Es un recital distinto a otros que he hecho, y quiero convertirlo en una fiesta vocal.

Este año tenía compromisos muy importantes: ‘Rigoletto’ y ‘Lakmé’ en Berlín, ‘Il Pirata’ en Nueva York, ‘Lucia de Lammermoor’ en Barcelona... La pandemia lo ha trastocado todo.

Ha sido un año muy complicado para la comunidad musical y todos hemos sufrido un golpe bastante fuerte en nuestras economías. A fecha de hoy, lo que más interesa es recobrar la confianza. En septiembre y octubre hice algún recital en Viena, y no se ha registrado allí ningún caso de contagio en un teatro, lo mismo en Zúrich. Es importante ir recuperando la confianza y seguir las indicaciones que se vayan dando. Para un cantante, la pandemia supone un estrés extra. Yo he seguido las reglas. Desde finales de marzo hasta que tuve que hacer la grabación en agosto he estado encerrado en casa. Y cuando he salido a trabajar, además de las pruebas que nos hacen en los teatros, siempre he estado con la mascarilla, el gel para las manos, la distancia social, y al llegar a casa una ducha. No es paranoia: hay que seguir las indicaciones que se nos dan. Espero que con la vacuna se vaya perdiendo el miedo y retomando la confianza. Y que volvamos a lo que era nuestra cotidianeidad y sepamos valorarla en lo que era.

Hace ahora 15 años de su primer bis en una ópera. Fue en México. ¿Cómo lo recuerda? ¿En qué ha cambiado?

En lo que más he cambiado es en la seguridad que tengo en mí mismo. La primera vez que hice un bis fue aterrador y me cansé mucho. Hoy en día es algo que agradezco profundamente porque, más allá de que pueda considerarse un acto circense, es la constatación del poder que tiene la música y la ópera en quien la escucha.

Cuando se menciona su nombre siempre se asocia con sus históricos bises del ‘Ah! Mes amis quel jour de fête’, de ‘La hija del regimiento’ de Donizetti. ¿Cuántas veces al año le piden que interprete esta aria?

Muchas. Curiosamente, la primera vez que hice ‘La hija del regimiento’ en Viena no tuve ese aplauso del público que tengo hoy. Es un aria que me gusta mucho y que emociona, porque es un segundo ‘Himno a la alegría’: contagiosa, pegadiza... Pero el aria más difícil de esa ópera es la del segundo acto (‘Pour me rapprocher de Marie’), que se corona medio tono más arriba y es sumamente complicada.

De los noes que ha dado a proyectos que le han ofrecido, ¿de cuáles se arrepiente?

He dicho que no a propuestas como 'Luisa Miller' pero no me arrepiento de ninguno de mis noes... Bueno, sí, me arrepiento de haber dicho que no a una 'Norma', la de Cecilia Bartoli en Salzburgo, que era más belcantista de lo habitual. Me arrepiento porque la vi, y la forma en que se trató la escenografía, el cómo se apoyaba la proyección de los cantantes... Era muy bella.

Javier Camarena, durante el concierto que ofreció hace un par de años en Zaragoza
Javier Camarena, durante el concierto que ofreció hace un par de años en Zaragoza
José Miguel Marco

¿Y a qué proyecto diría que sí sin pensárselo dos veces y todavía no se lo han propuesto?

Diría que sí, y sin dudarlo, a 'La bohème' del Metropolitan de Nueva York, la de Zeffirelli.

Ha hablado antes de algunos montajes y puestas en escena peculiares. En algunos momentos, el afán de actualizar los argumentos, ¿no lleva a cometer disparates?

No todas las propuestas que se están haciendo en los últimos años son descabelladas. La ópera es un género que todos amamos y disfrutamos profundamente, pero a veces nos olvidamos que tiene el propósito de hacernos reflexionar. En ese sentido, soy partidario de la actualización. Me encantó la 'Lucia de Lammermoor' del Teatro Real (la de la temporada 2017/2018, que protagonizó), aunque a algunos espectadores les pareciera demasiado 'oscura'. No creo, ni mucho menos, que todo lo que se haga ahora sea un disparate. Ni tampoco tiene por qué ser digerible a la primera. Hay que masticar y saborear algunas propuestas de la ópera actual para poder entenderlas. En México he visto una 'Carmen' muy transgresora pero que tenía el poder de llevar a los espectadores a la reflexión. Bienvenido todo lo que sea distinto, siempre que no busque impactar al público porque sí, siempre que tenga sentido e inteligencia. Algunos aficionados dicen: "Si quieres hacer ese tipo de cosas, búscate una obra nueva y respeta la tradición". El problema es que apenas se estrenan obras nuevas, no existen oportunidades para que los cantantes nos abramos a otros repertorios. Y hay obras contemporáneas muy interesantes.

¿Por ejemplo?

'Brokeback Mountain'. Isabel Leonard protagonizó otra muy interesante hace poco ('Marnie', estrenada a finales de 2017). Todos los que vivimos la ópera tendríamos que hablar y abrirnos más, porque está muy bien que escuchemos a Donizetti, pero sus óperas son parte de un ayer en el que ya no vivimos. Y hay historias actuales que nos conmueven y nos tocan el corazón.

Antes hablaba de Miguel Fleta. ¿Qué es lo que más valora en él?

La forma en que podía mover su voz a placer en los diferentes rangos dinámicos, la manera de hacer su 'diminuendo' en la nota que fuera... El control que tenía de su voz era único. Fleta es un tenor que me gusta muchísimo y cuando yo canto el 'Ay, ay, ay' (canción del chileno Osmán Pérez) siempre pienso en cómo lo hizo Fleta. Y admiro también su interpretación de 'La donna è mobile' de 'Rigoletto', cómo hacía en un hilo de voz el 'muta d'accento'... Cantarlo como él lo hacía es un reto técnico interesante.

Siempre ha defendido la música tradicional mexicana, sobre el escenario y fuera de él. Igual algún día se le escucha algo de la Banda El Recodo...

Me encantaría (ríe). Nunca he estado cerrado a esa posibilidad. Mi vida no es solo la ópera. Hay compositores, como Agustín Lara o María Grever, que escribieron canciones que solo son aptas para intérpretes que sepan cantar muy bien, y ahí están ejemplos como 'Granada' o 'Júrame', que son muy exigentes para cualquier voz. Esa música es parte de mí, he crecido escuchando las canciones de La Sonora Santanera o de José Alfredo Jiménez. Esa música me fascina. No estaría 'peleado' de cantar algún día con la Banda El Recodo.

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