notas costumbristas (41)

José Sampériz Janín

Mariano Constante contó que tenía el convencimiento íntimo de que los médicos de las SS experimentaron con el cuerpo del pobre escritor de Candasnos.

José Sampériz Janín.
José Sampériz Janín.
Heraldo.es

En 1996 el librero zaragozano Luis Marquina puso a la venta en uno de sus extraordinarios catálogos la novela ‘Candasnos’ del aragonés José Samperiz Janín. Se había publicado en Barcelona en 1933 y llevaba un prólogo de Ángel Samblancat en el que, con su abrupto estilo habitual, aseguraba que Sampériz “pronto será conocido como panfletario, como un terrorista y un pistolero de la pluma”. Intenté comprarla, pues quise saber si me encontraba ante un novelista social en la línea de Joaquín Arderíus, Julián Zugazagoitia o César M. Arconada, pero no llegué a tiempo. Diez años más tarde volvió a salir a la venta otro ejemplar, esta vez en Barcelona. Y entonces se hizo con él quien más se lo merecía: mi amigo Valeriano Labara, natural de Candasnos (como nuestro autor), profesor en Cataluña y luego en Madrid, y máximo especialista en la vida y obra de su pariente Sampériz (era primo hermano de su abuela Visitación Janín Allué), al que dedicó una monografía en 1998: ‘José Sampériz Janín (1910-1941). Un intelectual de Candasnos asesinado por los nazis’. Yo me he conformado con encontrar sus otros dos libros: la novela ‘El sacrílego’ (Valencia, 1931), y el ensayo ‘Hitos ibéricos’ (Huesca, 1935), pero nunca he podido dar con ‘Candasnos’, de la que sólo conozco cuatro ejemplares: el de la Residencia de Estudiantes que perteneció a Benjamín Jarnés, el de la Biblioteca Arús de Barcelona, el de Ramón de la Peña, que fue quien lo compró en 1996, y el ya citado que encontró Labara.

Sampériz fue periodista en Huesca, colaboró en ‘El Pueblo’ y ‘La Voz de Aragón’, militó en la izquierda más combativa (pasó del anarcosindicalismo al comunismo), perdió una guerra y murió en 1941, a los 31 años, en el campo de concentración de Gusen, a donde había sido trasladado desde el de Mauthausen. Mariano Constante contó que tenía el convencimiento íntimo de que los médicos de las SS experimentaron con el cuerpo del pobre Sampériz. El dos veces alcalde de Huesca Vicente Campo, que prologó Hitos ibéricos, le había augurado “un porvenir literario brillantísimo”. Pero no contaba con que el nazismo iba a cortar de raíz todas sus previsiones.

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