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El ‘Goya’ de Iñaki, que se expuso en la Gran Vía en 2008, espera un destino al sol

El escultor realizó la pieza gigantesca a lo largo de cinco años con el deseo de instalarla en Zaragoza y ahora se halla, sin destino, en Las Abdulas

El Goya de Iñaki, doce años después.
El gigantesto busto de Francisco de Goya, en Las Abdulas.
Francisco Jiménez.

ZARAGOZA. Iñaki Rodríguez nació en Bilbao en 1940 y murió en Zaragoza en 2018. Siendo un bebé, se trasladó a Zaragoza y aquí vivió, estudió en la Escuela de Artes, se formó, impartió clases, acogió en su taller en el molino, al lado del Canal Imperial, al boxeador Perico Fernández, que hizo sus pinitos de pintor, y desarrolló una muy fecunda obra. Esencialmente escultor, maestro de la forja, hizo grabado, caricaturas en ‘Trébede’, fue el director de arte de la ‘Gran Enciclopedia Aragonesa’ y alimentó su vocación de pintor, figurativo y abstracto, que le llevó a exponer en España y Aragón y en diversos lugares del mundo. Siempre recordaría con inmenso cariño su exposición de cuadros abstractos en las Cortes de Aragón en abril de 1990.

Con todo, el nombre de Iñaki evoca a un escultor de oficio, en la línea de Gonzalvo y de creadores clásicos de la ciudad: Félix Burriel, Francisco Rallo o el propio Pablo Serrano, con el que dialogó en algunas de las piezas cubistas que también ensayó y que se ven en su taller. Pero Iñaki es, muy especialmente, un retratista. Sus hijos Diego, Nacho y Marta coinciden en elogiar un aspecto: "El interés que tuvo en los rostros y bustos de personajes y el hecho mismo de anticiparse a sus homenajes. Ahí están Galdós, Ramón y Cajal, Luis Buñuel, Joaquín Costa, el general Palafox, el Conde de Aranda, Paco Rabal y, por supuesto, Goya".

Creaciones, pasiones, bocetos

Iñaki es el escultor del considerado el ‘Goya’ más grande del mundo, que se instaló en Ricla. Pero no solo eso: en la urbanización Las Abdulas, ante la que fue su vivienda–taller, campa o duerme el sueño del olvido un rostro gigante de un Francisco de Goya maduro. "Nuestro padre adoraba a Goya. Fue el artista de su vida. Y a Zaragoza. En 2003, antes de la Exposición Internacional de 2008, empezó a esculpir su rostro. De casi tres metros de alto. El alcalde de entonces, Juan Alberto Belloch, se enteró de la existencia, y estuvo aquí, en el pequeño museo que tenía mi padre, con fanales, objetos marinos y teléfonos, y hablaron de la pieza". 

La conversación fructificó: la escultura de fibra de vidrio se instaló en la Gran Vía entre enero y septiembre de 2008. "Mi padre pensó que la idea era ubicarla definitivamente como se había hecho con el general Palafox en la plaza José María Forqué, pero vino la crisis económica y la pieza regresó a casa. Y aquí lleva doce años". Diego Rodríguez explica también que su padre no quería que la obra, a la espera de su fundición definitiva en bronce, pudiese ser deteriorada.

"Iñaki fue un hombre comprometido con su tiempo. Creemos que es el momento de que el busto de Goya tenga un escenario adecuado: en el entorno de la plaza del Pilar, en la Estación de Delicias o donde sea",

Los descendientes de Iñaki Rodríguez tienen un sueño: que la obra pase a engrosar el patrimonio escultórico público de Zaragoza. El artista tiene varias piezas dispersas en la ciudad, y en otros lugares, entre ellos, Calanda: en el patio del Centro Buñuel de Calanda luce una gran cabeza del cineasta Luis Buñuel, fundida en bronce, que inauguró el mismísimo Príncipe Felipe, actual monarca. La familia conserva la primera prueba de artista en el jardín, que se expuso en el Centro de Arte Reina Sofía, cerca de una cara de Benito Pérez Galdós.

El Goya de Iñaki, doce años después.
Diego y Marta Rodríguez, al lado de la gran cabeza de Goya en Las Abdulas.
Francisco Jiménez.

Entramos al taller de varios compartimientos: la biblioteca (llena, por cierto, de muchos libros de Goya y Buñuel, especialmente), la mesa para realizar bocetos y proyectos, la parte de estudio más artesanal, el obrador del pintor, que tenía muchas pasiones: le encantaba dibujar del natural, especialmente la estación de Canfranc, "que era su obsesión", y las portaladas y pórticos de iglesias de Aragón, en particular sintió predilección por la de Alloza.

"Zaragoza y Aragón quieren volcarse con Goya en su 275 aniversario y convertir su nombre en una marca. Nos parece muy bien. Y también nos parece que la ciudad le debe a iñaki Rodríguez una retrospectiva a alguien que trabajó tanto y tanto por ella y que participó en muchas actividades artísticas, sociales y solidarias. Hay mucha obra: escultura, pintura, dibujos, grabados, bocetos, maquetas. Iñaki fue un hombre comprometido con su tiempo. Creemos que es el momento de que el busto de Goya tenga un escenario adecuado: en el entorno de la plaza del Pilar, en la Estación de Delicias o donde sea", dice Diego y Marta Rodríguez.

En el interior del taller también reposa la última obra que dejó el artista: una cabeza de José Antonio Labordeta (1935-2010).

El Goya de Iñaki, doce años después.
Para Iñaki Goya fue toda una obsesión: lo pintó y lo modeló muchas veces.
Francisco Jiménez.
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