HISTORIA. OCIO Y CULTURA

Los familiares del doctor Royo Villanova devuelven el óculo original de la Columna del Pilar

El doctor en tuberculosis y prócer de Zaragoza regaló un cerco de oro en 1940 a la Basílica y se quedó, por veneración, con el de latón

Los familiares del doctor Ricardo Royo Villanova han devuelto, tras la misa de doce del domingo, en la sala capitular de la Basílica del Pilar, el óvalo original de metal que marca el espacio que besan los fieles en el humilladero de la columna de la Virgen del Pilar. Ese objeto obraba en poder de los descendientes del prócer zaragozano desde hacía 80 años. 

En el acto, íntimo y emocionante, promovido por el canónigo emérito Juan Antonio Gracia, nacido en 1925 y amigo del doctor especializado en tuberculosis, rector de la Universidad de Zaragoza y presidente del Ateneo, hubo una amplia representación del Arzobispado de Zaragoza, entre el ellos el propio arzobispo, Carlos Escribano, y del Cabildo Metropolitano como el deán Joaquín Aguilar, que agradeció el gesto de los biznietos de Royo Villanova -Teresa e Isabel Sancho Bergua, Dámaso Sancho y Julio Crystellis, entre otros- y se alegró de que el cerco primitivo, de latón, retornase "al patrimonio espiritual, histórico y sentimental del Pilar". También acudieron el vicario general del Cabildo Manuel Almor, y el secretario y cronista Luis María Torra, que tomó nota de cuanto sucedía y de cuanto se decía.

La historia no deja de ser bonita. Juan Antonio Gracia, que la había relatado en HERALDO a través de la pluma de Mariano García, volvió a contarla. En 1940, cuando el Pilar acumulaba las ruinas tras la Guerra Civil, Ricardo Royo Villanova regaló un cerco de oro que se hizo en la joyería Aladrén para la columna de la Virgen. Ese cambió formaba parte de la celebración del XIX Centenario de la venida de la Virgen a Zaragoza, que se inició el 2 de enero de 1940. Y a cambio, como gesto simbólico, “suplicó al Cabildo por su veneración a la Virgen” que le diesen el cerco primitivo, ese óculo ovalado donde se humillan y besan los fieles, que a Juan Antonio Gracia le hace pensar en unas manos que abrazan. El Cabildo Metropolitano se lo cedió; Royo Villanova murió en 1943 y esa pieza, tan simbólica, había estado en manos de sus distintos herederos. Y este mediodía ha vuelto al Pilar para siempre, al joyero o al museo, o al enclave donde se decida instalarlo al final.

El óvalo original de la Columna del Pilar vuelve a la Basílica.
Juan Antonio Gracia, el deán Joaquín Aguilar, el arzobispo Carlos Escribano con el óvalo de latón y las biznietas del doctor Royo Villanova: Isabel y Teresa.
Guillermo Mestre.

Juan Antonio Gracia, capellán del Real Zaragoza y periodista de asuntos religiosos de HERALDO durante años, estaba feliz y auguró que el XX centenario de la visita de la Virgen a Zaragoza iba a ser algo muy grande. Él también cerraba un círculo: había sido amigo de Ricardo Royo Villanova desde los ocho años, y lo recordaba orando tanto en el Pilar como en el cementerio de Torrero, en la capilla donde rendía homenaje a su fallecida esposa. 

“Para él el cerco de latón era algo muy emocionante. Durante 70 años visitó, a diario, el Pilar y el cementerio de Torrero. Recuerdo con emoción que desde los nueve años venía a buscarme y me llevaba al colegio en su Citroën”, explicaba Juan Antonio Gracia. Y recordaba que cada cierto tiempo, Ricardo Royo Vilanova, que rendía homenaje diario a su esposa muerta, regalaba una moneda de plata a los cuidadores de la gran necrópolis zaragozana.

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