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El 2020 en el mundo de la cultura: cuando tener más éxito te empobrece

Ha sido el año de la gran paradoja para los creadores: muy demandados pero con las alas cortadas por las medidas sanitarias.

El 2020, en el mundo aragonés de la cultura.
El 2020, en el mundo aragonés de la cultura.
Efe/Toni Galán/Jose Girl/Sergio Padura/DPH

Las estadísticas más masticadas tardarán meses en llegar, pero todos los indicadores de meses pasados apuntan hacia lo mismo: 2020, excepcional en tantas cosas, también puede marcar un récord en el consumo cultural, sea por el ocio sobrevenido en los confinamientos, sea por la búsqueda de higiene mental (vía evasión o vía conocimiento y reflexión) ante tanta desgracia. Y, sin embargo, va a resultar también el año que ha mandado al paro a muchos trabajadores de esas industrias, el año que acabó con valiosos proyectos y realidades, cuando se abortó la tímida recuperación que por fin llegaba a un sector muy tocado desde la crisis de 2008.

Gran parte de la actividad y el gasto en este campo se ha trasladado apresuradamente, a causa de la covid-19, como muchas otras actividades, al terreno virtual. Siquiera por mantener el contacto con el público y mejorar el ánimo colectivo, han intentando experiencias en internet músicos, cineastas, escritores, actores, dibujantes de cómic, archivos y museos, editoriales, discográficas... Pero en cuanto a retorno económico, en el imperio de las plataformas nacidas en red y que manejan contenidos (Google, Amazon, Facebook, Netflix, HBO, la nueva Disney +, o Spotify…), y mientras no haya otra regulación, a la mayoría de los creadores solamente les habrán llegado migajas.

Presencialmente, poca cosa ha resistido a partir de marzo. Salas de conciertos cerradas, auditorios y teatros como mucho a medio gas, giras suspendidas, cancelación tras cancelación también en las presentaciones de libros, congresos, conferencias, talleres, visitas a museos y monumentos, salones y ferias de todo tipo...

apuestas fallidas. Otra paradoja: 2020, el año del distanciamiento social, se había desperezado en Aragón con el anuncio del regreso el 1 de agosto en Fraga del más multitudinario de los festivales aquí celebrados, el Monegros Desert, consagrado a la electrónica, y con el del nacimiento de otro en septiembre en Zaragoza, llamado también a reunir multitudes: el Vive Latino, con muchos de los solistas y grupos que se expresan en español más taquilleros. Ambos cayeron víctimas de la pandemia, como la mayoría de los demás festivales, o como las fiestas patronales, otro reducto para la programación de espectáculos que se ha perdido.

La Diputación de Huesca decidió reutilizar el dinero del tampoco celebrado Pirineos Sur y así nació el Sonna, con más de 30 conciertos en atractivos espacios al aire libre. Con igual voluntad de no resignarse a estar mano sobre mano, desde la iniciativa privada surgieron iniciativas como el Manhattan Fest de Murillo de Gállego o El Bosque Sonoro de Mozota.

Pero la gran mayoría de los artistas y los técnicos que con ellos trabajan han permanecido forzosamente acuartelados. Demandando unas ayudas (directas, mediante exención de impuestos, a través de contrataciones) que en otros países de la UE sí ha habido, pidiendo poder retomar la actividad y movilizándose gracias a un creciente asociacionismo, hijo también de la covid, que era infrecuente en estos ámbitos de tantas individualidades.

Pese a todo, la creatividad, claro, ha seguido dando frutos. Pilar Palomero encara los Goya tras haber dado con ‘Las niñas’, una de las pocas alegrías cinematográficas del año. Muy grande ha sido la trascendencia de Irene Vallejo por ‘El infinito en un junco’, Premio Nacional de Ensayo. Álex Rodrigo estrenó aquí ‘El último show’, su serie inspirada por Marianico el Corto, mientras trabajaba en ‘La casa de papel’ o ‘Veneno’. De Bunbury se ha hablado por las acusaciones de plagio o por divulgar teorías conspiranoicas sobre la covid, pero sobre todo por los dos discos publicados en siete meses. Huesca acaba de incorporar dos restaurantes más, el Callizo y el Espacio N, a los distinguidos con estrellas Michelin…

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