cine

Álex García desnuda el por qué de la pasión de actuar en su corto 'Incendios'

"Lo que me ha salido -explica- es un homenaje a la pasión que todos tenemos por lo que hacemos". La obra de 29 minutos de duración está nominada a los Goya en la categoría de Mejor Corto Documental.

Alicia G.Arribas
Álex García en una imagen de archivo.
Álex García en una imagen de archivo.
IMBd

Álex García ha debutado este 2020 con su primer cortometraje como director, 'Incendios: más allá del teatro', un ejercicio que el actor se propuso como pequeño homenaje al teatro y que acabó siendo "la revolución interna de ser un actor enamorado de su trabajo"

"Lo que me ha salido -explica en una entrevista- es un homenaje a la pasión que todos tenemos por lo que hacemos".

García formaba parte de aquel ramillete de actores de la serie 'Compañeros', con Raúl Arévalo, Alba Alonso y Begoña Maestre, entre otros, veinteañeros que hoy rozan todos los cuarenta. En este tiempo, García ha participado en quince largometrajes y en otros tantos cortos, y ha hecho una docena de series.

Aunque también ha actuado en teatro, con una decena de obras que ha simultaneado con los otros trabajos, algunas, durante años, como 'Los hijos de Kennedy', o 'Jauría. O 'Incendios', de Wajdi Mouawad, dirigido por Mario Gas (2016/17).

Fue hacer esta obra, que García giró por España con Nuria Espert, Ramón Barea, Carlota Olcina, Laia Marull, Lucía Barrado, Germán Torres y Alberto Iglesias, lo que removió al tinerfeño a plasmar en un documental lo que pasaba tras el telón. Y entrevistó a sus compañeros y metió la cámara entre bambalinas mientras estaban actuando.

'Incendios: más allá del teatro', rodado en la semana que se puso en escena en el teatro Principal de Valencia, muestra cómo los actores se concentran minutos antes de la función, repasando los textos, haciendo flexiones o dando vueltas al escenario, Barea frotándose el pecho y Espert leyendo libros en su camerino.

"Cuando estás entre bambalinas ocurren muchas cosas emocionales pero pocas veces ocurre lo que pasó en 'Incendios', un texto tan universal, tan pequeño y a la vez tan grande, donde todos se emocionaban, hasta el equipo técnico. Y actores que parecen familia. Y espectadores que necesitaban comentar con nosotros lo que pasaba en escena", señala.

Y se dio cuenta de que su corto hablaba del teatro, pero también "de la pasión de cuando algo te remueve por dentro, ya seas ser panadero, cámara, actor..., el mundo se para y contagias al que tienes enfrente. Y cuando ocurre piensas: olé, qué bien", afirma, entusiasmado.

Producido por él mismo, su corto ha logrado la mención especial del prestigioso festival Cortogenia por "su reconocimiento al oficio de todos los que nos dedicamos al mundo del espectáculo y la cultura y por ser un sentido homenaje que nos recuerda por qué los artistas nos entregamos a nuestro trabajo".

Quizá por eso mismo, la obra de 29 minutos de duración está también nominada a los Goya en la categoría de Mejor Corto Documental.

"En un año como este, son abracitos de la profesión", lo más importante para él "después de que el espectador te diga que le ha encantado".

Aunque premios y nominaciones ya no le producen la misma ilusión, "me pilla mayor -dice-; cuando llevas muchos años ganándote la vida sin premios a tus espaldas, cuando te llegan solo piensas que qué bien".

Y en este año que debería ser de premios, sobre todo por su esfuerzo en la serie 'Antidisturbios', pero también por comedias como 'Hasta que la boda nos separe' u 'Orígenes secretos', en lugar de presumir, se lanza a piropear a la serie 'Patria'.

Álex García y Raúl Arévalo, de la serie 'Antidisturbios'
Álex García y Raúl Arévalo, de la serie 'Antidisturbios'
Agencias

"Le agradezco que hable del perdón, porque el perdón -reflexiona- es lo contrario a la guerra y tenemos muchas guerras abiertas: ideológicas, familiares, hombre-mujer; hay muchas heridas por cerrar y mucho dolor que tenemos que aceptar, y 'Patria' habla del dolor y del perdón desde dos puntos de vista". Y eso verdaderamente le importa.

García es un actor concienzudo capaz de preparar un personaje durante meses; lo sabe su preparador físico, Jorge Rodríguez, que le cincela el cuerpo desde chaval. Con esa misma disciplina, se lanzó a entrevistar durante horas y día tras días a sus compañeros, hasta que se olvidaron de la cámara.

"Era como la terapia", cuenta, y como se ve en el corto, todos se emocionan en algún momento; de hecho -dice- "lo primero que vi es que había que cortar un montón de momentos emocionales".

Pero ahí está su abrazo con Íñigo Benítez, el jefe técnico; y la chispa en los ojos de la regidora Eloísa Díaz, cuando avisa de que la función va a empezar, la responsabilidad de Pepe Vázquez, jefe de luces, mientras la sala se va llenando, al lado de las profundas reflexiones de Espert o Barea, dos ancianos que lo saben todo del teatro y siguen hablando del oficio como primerizos.

"Qué fuerte lo que nos está pasando. Es que somos actores que repetimos una y otra vez el mismo texto. Coincidió que era la función cien cuando empecé el documental y en la función ciento uno los vi otra vez a todos hablando del personaje, de por qué al final era tan importante perdonar -mira, se me ponen los pelos de punta-", se emociona el actor.

Porque en una función "parece que es todo automático: pues no -enfatiza-. En esta historia, en esta función, lo que había eran corazones que iban más allá todo el rato, de las bambalinas y del documental". 

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