Muere John Le Carré, genio de las novelas de espías, a los 89 años

El escritor trabajó en los servicios secretos británicos y luego vendió millones de libros con su inmortal y taciturno personaje George Smiley.

John Le Carré, junto al actor Gary Oldman y el director Tomas Alfredson en la presentación en Londres de la película 'El topo', en 2011.

John Le Carré, genio creador de ‘thrillers’ y memorables novelas sobre la Guerra Fría, padre del personaje George Smiley y autor de mundos neblinosos y esquinados, murió el sábado a 89 años en Cornwall tras no superar una enfermedad, según informó la agencia literaria Curtis Brown. ‘El espía que surgió del frío’, ‘El topo’ y ‘El honorable colegial’, entre otras narraciones, encumbraron a Le Carré como el maestro indiscutible de un género que cautivó a legiones de lectores en las décadas de los sesenta y setenta.

"Con gran tristeza debemos confirmar que David Cornwell –John le Carré– falleció de una neumonía el sábado por la noche tras una corta batalla con la enfermedad", dice el mensaje compartido por el agente literario en nombre de la familia del autor. Le Carré (pseudónimo literario de David Cornwell, nacido en Poole, Dorset, en 1931)

John Le Carré era conocedor del mundo que recreaba. En su libro de memorias ‘Volar en círculos’, reconoce que trabajó como agente secreto en Alemania durante la Guerra Fría. Nunca llegaremos a saber con certeza cómo son las tripas del espionaje, aunque el escritor admitió que durante esa época hizo cosas de las que se avergonzó toda la vida.

En la biografía que escribió de él Alan Sisman, este revela que uno de sus primeros encargos fue interrogar a personas que abandonaban el bloque soviético a través de Hungría en busca de la libertad. En esos quehaceres, también le tocó exprimir la memoria de funcionarios británicos que militaron en su juventud en el partido comunista. "El proceso era muy desagradable, pero era conducido con mucha cortesía e inteligencia", decía. La carrera de John Le Carré como agente secreto se vio arruinada por el agente doble británico Kim Philby, que reveló al KGB (los servicios de inteligencia de la URSS) la cobertura de numerosos de sus compatriotas. Para fortuna de la literatura, que reclutó a un autor de fuste literario y éxito popular, John Le Carré dimitió como agente del MI6.

Como narrador experimentado se adentró en mundo turbios, desde el terrorismo islámico a los conflictos causados por el desmembramiento de la Unión Soviética, la política de los Estados Unidos en Panamá, los enjuagues de la industria farmacéutica y otros asuntos sórdidos.

Logró cuajar novelas de gran ambición testimonial. En sus libros se advierte la destreza del prosista que maneja tramas que escudriñan los horrores del mundo actual, las luchas poscoloniales, el saqueo de los recursos naturales en los países pobres, los espantos de crueldad y corrupción del mundo surgido de las cenizas del comunismo soviético. Eran novelas de gran envergadura sustentadas en un sólido andamiaje documental, en las que latía una voluntad de denuncia y una inocultable repugnancia.

Consiguió un éxito temprano con ‘El espía que surgió del frío’ (1963), un libro que fraguó "consumido por el aburrimiento" que le causaban sus actividades de diplomático en la embajada británica de Bonn, en Alemania. Esa novela, junto a ‘Un espíe perfecto’ (1986), son dos de su obras grandes obras maestras.

‘Del espía que surgió del frío’ se vendieron más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo. Cuenta la historia de Alec Leamas, un agente doble británico en Alemania del Este. Su adaptación a la gran pantalla, con Richard Burton en el papel protagonista, marcó el comienzo de una larga colaboración con el cine y la televisión.

George Smiley

De su mente salieron personajes inmarchitables, como el agente George Smiley, un hombre taciturno como él que no tuvo más remedio que abandonar el servicio secreto. Cuidadoso, endiabladamente inteligente, tedioso en su vestimenta y en su fisionomía, Smiley libraba una pertinaz lucha conta eterno su rival, el agente soviético Karla.

En 2017 recuperó a su emblemático personaje con la novela ‘El legado de los espías’, 25 años después de su última aparición. Muchos agoreros profetizaron el derrumbe de su carrera literaria con la caída del Muro de Berlín. Se equivocaron de que cabo a rabo. Sus libros continuaron ofreciendo una visión atinada a la vez que descarnada de las miserias humanas, más allá de las vicisitudes geopolíticas. Quizá para exorcizar la sombra de su padre, en 2016 glosó su figura aterradora. Ronnie, su progenitor, abusó de su hijo y su esposa, circunstancia que le llevó a pasar largas temporadas de su vida en prisión.

Casado en dos ocasiones, Le Carré vivió sus últimos 20 años refugiado en su residencia de Cornualles, mientras seguía escribiendo. La nueva guerra contra el terrorismo islamista alentada por el presidente estadounidense, George W. Bush, horrorizó al escritor, especialmente al observar las primeras imágenes del campo de internamiento de presuntos talibanes afganos que Estados Unidos levantó en la base de Guantánamo. Sus últimos años los pasó amargado por el ‘brexit’, «la mayor idiotez perpetrada por el Reino Unido». "Conforme avanza la vida me he hecho más radical, más contrario a la guerra, desesperadamente preocupado por la ecología y el cambio climático", sentenció en una ocasión.

Un escritor traumatizado por el "granuja" de su padre

El padre de John Le Carré fue, según sus propias palabras, un "granuja" que, pese a estar mucho tiempo entre rejas, nunca dejó de estar convencido de que le protegía un halo divino. 

Su genio para crear mundos imaginarios comenzó desde el mismo momento en que empezó a mentir a su padre para librarse de sus palizas. "Ronnie me golpeó pero solo unas pocas veces y no con mucha convicción", sostenía. Su progenitor intentó demandarle cuando vio en un documental televisivo que Le Carré no le citaba.

Todo un escarnio, pues su padre estaba persuadido de que el escritor se lo debía todo a él. Antes de dedicarse a la literatura, Le Carré tuvo una vida azarosa. Celebró encuentros con algunos políticos y conoció terroristas, espías y cazadores de agentes secretos.

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