POESÍA. OCIO Y CULTURA

Manuel Vilas "En Roma te interrogas por tu identidad y el significado de la vida»

El autor de ‘Ordesa’, becado en la Academia de España en la Ciudad Eterna, publica ‘Roma’ (Visor), una meditación sobre la vida, el amor y la belleza

Manuel Vilas publica 'Roma' (Visor).
Manuel Vilas ha escrito un poema novelesco y un diario del paseante por Roma.
Toni Galán.

¿Cuál era el objetivo de su viaje y estancia en Roma, que da lugar al poemario 'Roma', que acaba de publicar en Visor?

A raíz de la traducción de ‘Ordesa’ al italiano viajé mucho a Roma. Me di cuenta de que esa ciudad era un espejo para el alma. Pedí la beca Valle-Inclán. Y estuve viviendo una larga temporada en la Academia de España. Yo quería escribir una novela. Pero Roma me dijo: «A mí escríbeme una carta de amor, y en poesía». Yo le decía a Roma: «Déjame que te cuente en una novela, que con la poesía me voy a morir de hambre». Y ella: «O poesía o no te dirijo la palabra y deja de lloriquear con que te vas a morir de hambre».

El libro es como un diario, un cuaderno de impresiones, la vida tal como viene.

Se me fue imponiendo ese modo de escritura. Yo llevaba una novela en la cabeza, pero, como le digo, Roma quería poesía.

¿Qué lleva para esa aventura un poeta en la maleta, como anuncia en los versos? 

Lleva el pasado, todo lo que has vivido. Miras las cosas de tu presente sabiendo que el pasado está allí, con su feroz melancolía y con su misteriosa belleza.

¿De qué tiene remordimientos un escritor que está viviendo un período tan maravilloso? ¿Por qué llora sin lágrimas?

En mi libro ‘Roma’ habla un poeta de más de 50 años que sabe que la juventud no volverá. Recuerdo los versos de Gil de Biedma: «No volveré a ser joven». Llora por la juventud, y recuerda el joven que fue.

¿Se siente en Roma la soledad más que en ningún otro sitio?

Me dedicaba a caminar por Roma. Eso se convirtió en una obsesión. Todo era excitante. Roma me desafiaba. Estaba siendo feliz, pero no me daba cuenta. Me estaba convirtiendo en un místico. Me enamoré de Roma. Mi obsesión eran el café y las calles. En mi libro todo el rato el protagonista está tomando café.

Nunca cita la Academia de España, pero parece que no le ha impresionado: tiene las aguas corruptas, el colchón incómodo y el hedor de los edificios tristes...

No hubiera podido escribir este libro sino hubiera estado en la Academia. Transformo la Academia de España en un edificio misterioso, en donde el poeta es asediado por fantasías que le llevan al abismo del sentido del tiempo. Nunca en mi vida había vivido en un edificio del siglo XIX. Notaba las manos del tiempo sobre mi cuerpo. Los 150 años del edificio me visitaban por la noche. Me hablaban. Ese edificio es pura literatura y lo celebro a mi manera.

"Me dedicaba a caminar por Roma. Eso se convirtió en una obsesión. Todo era excitante. Roma me desafiaba. Estaba siendo feliz, pero no me daba cuenta. Me estaba convirtiendo en un místico. Me enamoré de Roma", dice.

Sale a la calle, y a pie o en autobús, se enfrenta a la ciudad, a sus restaurantes, a sus iglesias. ¿Qué es más poderosa, su historia o la imaginación del poeta?

Creo que en el libro acaban mezcladas la historia de la ciudad y la imaginación del poeta. Es un libro compuesto de pequeñas observaciones, de vida cotidiana, de revelaciones inesperadas a través de cosas sin importancia aparente.

¿Por qué se da cuenta allí de que «la imperfección de la vida me conduce a la melancolía»?

Roma es perfecta, pero la vida humana no lo es. El arte busca la perfección, y entonces se aleja de la vida. Yo notaba ese alejamiento, esa huida del arte hacia los territorios de la belleza ideal. Pero esa belleza está muerta. El poeta del libro se enfrenta así a la belleza artística de Roma. Le echa en cara que el idealismo en arte produzca belleza alejada de la imperfección de la vida. Es un tema recurrente en el libro. Roma tiene ese misterio. Hace que te interrogues por tu identidad, por el significado de la vida.

Uno de los poemas más bellos, y más íntimos, es ‘Bernini’. ¿Un canto al amor?

Sí, es un canto al amor, y a sus misterios. Me quedé una hora entera mirando ‘La Verita’ de Bernini. Me di cuenta de que esa escultura estaba viva. Bernini es peligroso, te conduce a la exaltación. Te puede dejar ciego de amor. Bernini llegó a obsesionarme. Es especial.

"El poeta del libro se enfrenta así a la belleza artística de Roma. Le echa en cara que el idealismo en arte produzca belleza alejada de la imperfección de la vida".

‘Roma’ es un libro de impresiones, de paseos, de asimilación del paisaje, la memoria y la historia, pero también novelesco; irrumpen la covid, el miedo, la huida...

Sí, eso fue así. Para salir de Italia, a finales de marzo de este año, solo podía hacerse por Moscú, ya no había vuelos directos. Yo estaba viviendo en Roma cuando llegó el virus. Lo cuento en el libro. Y cuento también cómo tuve que salir de Roma.

¿Le contagió la Ciudad Eterna su abatimiento o ya lo llevaba?

Más que abatimiento, a mí me gustaría llamarlo amor de la edad madura. Hay un poema que bien podría definir este sentimiento, es el titulado ‘Septuagenarias en Roma’. Sí creo que mi libro ‘Roma’ podría definirse como existencialista. Hay mucha indagación en la existencia humana. Como si la existencia de un ser humano, al contacto con una ciudad como Roma, cobrara un significado inesperado, a veces místico, a veces íntimo, a veces mundano.

Manuel Vilas publica 'Roma' (Visor).
Portada del nuevo poemario de Manuel Vilas.
Archivo MV.

"Fellini, más que un director, es un estado del alma"

Fellini y los fantasmas ilustres. "Una de mis obsesiones es Fellini. Veía Roma desde las películas de Fellini, que más que un director de cine es un estado del alma. Fellini me dio la clave para entender Roma. Vi una retrospectiva de Fellini en un cine del Trastevere. No es lo mismo ver a Fellini en un cine de Madrid que verlo en un cine de Roma. Salía del cine romano y la película de Fellini continuaba en las calles de Roma. Era pura belleza".

‘Amarcord’. "Vi ‘Amarcord’ en España en el año 81 o en el 82, por esas fechas. Luego la vi en Roma en enero del 2020. La película era la misma, pero yo no. Hubiera preferido que la película hubiera cambiado, y yo siguiera siendo el mismo. Es el laberinto del tiempo".

La melancolía de fondo. "Digo: 'Eso es el envejecimiento, un arte mayor / de silencio y soledad, / de gélida austeridad en las pasiones'. Intento convertir el paso del tiempo en conocimiento y en vida vivida de la mejor manera posible, pero es inevitable que el paso del tiempo destile nostalgia y melancolía".

Florencia y otras infidelidades. "Introduje una pequeña artimaña narrativa. Me enamoro de Roma, pero le soy infiel. Me voy unos días con Florencia, esa es la primera infidelidad. Luego cometo una segunda infidelidad: me enamoro también de la región de la Puglia, en el Sur. ‘Roma’ tiene su pequeño aire novelesco".

‘Amor’. "Es un amor tremendo el que siento por Roma. Es difícil de contar. Tampoco soy nada original. Roma ha enamorado a miles de hombres y mujeres. Al pintor Enrique Larroy le pasó lo mismo. Somos aragoneses enamorados de Roma". 

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