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Que la pandemia te pille en chándal

La moda, reflejo inmediato del estado económico y mental de las sociedades, apuesta este otoño de 2020 por la ropa cómoda. A un paso de la Navidad, Zara cambia las lentejuelas por chándales y carros de la compra.

Que el chándal y, desde luego, las zapatillas deportivas forman parte del armario cotidiano de las sociedades contemporáneas no es noticia. Pero sí que en los escaparates apenas se vea otra cosa.

La pandemia ha borrado de las tiendas prácticamente cualquier asomo de tendencia o de idea de 'glamour'. Las propuestas de los diseñadores de lujo y de las semanas de la moda se han quedado en el limbo. Y las grandes cadenas se afanan en salir al paso de esta nueva normalidad (con regresos puntuales al confinamiento) en la que la vida social roza lo comatoso.

Con el teletrabajo ganando terreno y viajes y celebraciones, como mínimo, en la cuerda floja, los trajes de chaqueta ceden espacio en los estantes a los jerseys de punto y las lentejuelas a las sudaderas.

Esta misma semana, multinacionales como Inditex han llegado al paroxismo en este sentido, en lo que muchos han entendido como una declaración de intenciones: Zara ha puesto a la venta en su web (en la sección de Mujer) dos carros de la compra. Costaban 49.90. Y escribimos en pasado porque se han agotado en pocas horas.

También H&M dedica ya un apartado de su web a lo que llama "Comfort Zone' (Zona de confort), dedicada a prendas cómodas. Y  Adolfo Domínguez, que ya fue visionario viendo belleza en las arrugas, apuesta ahora por lo que han bautizado como "falso chándal", prendas elásticas, de tejidos suaves y tonos básicos que la firma describe como "La etiqueta para la era del teletrabajo". Y añade: "Tiempos modernos".

Modernos o no, lo que está claro es que en estos tiempos tenemos encima una ya muy seria segunda ola de la covid que parece confirmar un otoño casero y familiar.

Traducido en términos de moda de consumo, la clave será la comodidad claramente por encima del capricho o la coquetería, motores habituales de las 'fashion victims'.

El panorama, a un paso de la Navidad se compone de sudaderas, pantalones de chándal, conjuntos de punto, abrigos básicos, camisetas de leñador, 'leggings', siluetas amplias, colores sin estridencias (beige, crema, negros, grises, pasteles), ausencia casi total de estampados y muchísima zapatilla deportiva...

A Alberto Fatás, bloguero de moda y diseñador de la firma #ByAlfavi, no le extraña: "La moda siempre ha sido reflejo de un estado mental, del sentir de las sociedades y de los momentos históricos; no es la primera vez que ocurre, ya lo vimos en la II Guerra Mundial, por ejemplo, o incluso en la Revolución Francesa, cuando las mujeres quemaban corsés". Añade que "el chándal, en realidad, ya estaba de moda, así como las zapatillas. El lujo lleva años identificándose con esta estética, porque quien ahora mueve el mundo, quien tiene el dinero, son, por ejemplo, raperos y traperos. Lo estamos viendo con Rosalía".

La pandemia, no obstante, ha contribuido a ir mucho más allá, "ha sido un batacazo muy gordo", opina Fatás, que ve como "humano" que haya "un relajo en las formas, que no apetezcan tacones y, menos, lentejuelas". Si bien, cruza los dedos para que "sea temporal". Porque, avisa, "una cosa es un relajo y un cierto minimalismo y otra la dejadez".

Esta misma inquietud la comparte Ana Bonilla, abogada, que comparte su pasión por la moda en la cuenta de Instagram @emma_masqueguapa. A su juicio, "las grandes cadenas se han pasado de frenada". "Una cosa es adaptarse a los tiempos y otra prácticamente proscribir el color, abandonar la idea de moda, que todo sea gris, que no haya nada que apetezca comprar". Bonilla echa de menos "el color, algún diseño que pueda convertirse en un pequeño capricho que anime; pero no hay innovación y, por tanto, no hay inspiración".

Para Ana, "es un error" comercialmente hablando, porque las grandes cadenas parecen "haber renunciado a personas como yo, que no nos arreglamos en estos tiempos tanto como antes, que somos conscientes de la situación, pero que por fortuna mantenemos nuestro trabajo y podemos darnos algún capricho de tanto en cuando".

Para Alberto Fatás, no obstante, las compañías textiles lo tienen muy claro y han decidido apostar por el ámbito doméstico: "No hay más que ver las webs. Lo primero que sale cuando abres la de Stradivarius es una modelo en pijama sobre una funda nórdica. Y en Zara venden carros de la compra. Amancio Ortega es muy listo".

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