NARRATIVA ARAGONESA. 'ARTES & LETRAS'

Ana Alcolea cuenta el paso de la vida en 'El brindis de Margarita'

La Premio de las Letras Aragonesas de 2019 publica una novela sobre la Guerra Civil y el franquismo en el sello Harper Collins

Ana Alcolea publica 'El brindis de Margarita'.
ANA ALCOLEA EN EL PRINCIPAL / 03-10-2018 / FOTO: GUILLERMO MESTRE [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Guillermo Mestre.

“De pequeña, yo siempre brindaba por la salud de Franco”. Con esta piedra de toque inicia Ana Alcolea su nueva novela: “El brindis de Margarita” en la cual pone a prueba nuestra memoria colectiva y la suya propia a la hora de recordar, de afrontar el pasado: ¿quiénes fuimos y quiénes somos? –se pregunta la autora aragonesa. La suya es una inquisición dolorosa que la obliga a mirarse en el espejo cóncavo de su memoria y de las nuestras, para tratar de encontrar una respuesta.

Margarita es una escritora de éxito que vuelve a su ciudad natal para vaciar el piso de sus padres fallecidos. Así lo explica ella misma, narradora en primera persona: “He demorado varios meses la más solitaria y dolorosa de las tareas (…) Despojarme de todo lo que hay allí dentro va a ser como quitarme cada una de las capas protectoras de la epidermis y quedarme desvalida, en carne viva, a merced de todos y de cada uno de mis pensamientos. A merced de mi misma, de mi propia soledad”.

“He demorado varios meses la más solitaria y dolorosa de las tareas (…) Despojarme de todo lo que hay allí dentro va a ser como quitarme cada una de las capas protectoras de la epidermis y quedarme desvalida"

La cerradura del hogar de sus padres gira en el silencio del rellano y dentro todo es oscuridad. Margarita recuerda que dejó las persianas bajadas cuando estuvo allí por última vez. Pero la oscuridad del piso no es una simple penumbra, sino que simboliza el pasado, todo aquello que está enterrado en nuestra conciencia. La protagonista se detiene en el pasillo sin luz cuyo tránsito la asustaba de niña y tiene la impresión de entrar en un túnel sin fin, de volver al útero materno del que tantos años le costó salir.

Pero no será la luz, sino el olfato el que despertará la conciencia de Margarita, porque el aroma que percibe al abrir la puerta le dice que está en casa, y que algo de sus antiguos habitantes se ha quedado allí dentro para siempre. Cuando al fin sube las persianas, lo primero que contempla es un frasco de cristal sobre el tocador de su madre: “Es el único objeto vivo sobre el mármol, el único que desprende un intento de comunicación”.

Margarita se convierte de esta forma en una médium que ingresa en un mundo de fantasmas, donde debe conjugar los espectros con la realidad inmediata; lo trascendente con la banalidad. De este modo, va trenzando un relato que la lleva desde el tardofranquismo a la actualidad y desde la infancia a la madurez. Ella perteneció a una familia obrera, su madre era ama de casa y su padre chapista en el Parque Móvil Ministerial, donde arreglaban coches oficiales y de la policía. Como tantos españoles, su padre vivía del régimen, formaba parte de él a pesar de que sus opiniones pudieran ser contrarías y quedaran sepultadas en un silencio de décadas.

Conforme vacía cajones y armarios, Margarita se va reencontrando con los vestigios arqueológicos de su personalidad, como el disco de 'Te recuerdo Amanda', de Víctor Jara, que encarna el idealismo progresista de la juventud de la época. A esa misma arqueología pertenece Martín, su exmarido, que ahora está disponible en una página de contactos de internet, a merced del género femenino en su conjunto. De este modo sutil, se mezclan los recuerdos del pasado con el presente más inmediato de las redes sociales, y la trascendencia de una ruptura de pareja con la sátira de que hoy en día el amor de ofrezca cual mercancía en las páginas web.

La combinación tragicómica entre lo grave y lo trivial será una constante en toda la novela. La protagonista, tan pronto se ve a sí misma de niña preguntando por qué mataron a José Antonio Primo de Rivera, como cuenta al lector la compra de un bolso caro por internet. O recuerda la muerte de Franco y su boato para, páginas más tarde, charlar con unas amigas sobre la salida del Caudillo por la puerta de atrás del Valle de los Caídos.

En “El brindis de Margatira”, Ana Alcolea narra con maestría medio siglo de historia personal y de Historia de España. La novela es un mosaico de vida que no pretende concluir nada, sino tan solo dar cuenta del misterioso transcurrir del tiempo y de los efectos narrativos que ese tiempo provoca en nosotros: en la erosión de nuestros cuerpos; en los cambios de vestimenta de nuestras idiosincrasias, en las metamorfosis sentimentales. Ante todo ello, ¿qué cabe hacer?: nada mejor ni más acertado que brindar por estar vivo.

LA FICHA

'El brindis de Margarita'. Ana Alcolea. Harper Collins Narrativa. Madrid, 2020. 348 páginas

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