entrevista

Fernando García de Cortázar: "La Historia debe servir para mejorar el presente"

Premio Nacional de Historia, nacido en Bilbao en 1942, publica ‘Y cuando digo España. Todo lo que hay
saber’ (Arzalia Ediciones).

García de Cortázar ahonda en la cultura nacional
García de Cortázar ahonda en la cultura nacional
Enrique Cidoncha

¿Somos más España o menos con esta pandemia?

Realmente, podemos ser algo más España porque nos hemos sentido unidos en el dolor. He visto algunos estudios que se hicieron al cabo de mes y medio de confinamiento que reflejan que los españoles han aumentado su conciencia nacional. Pero no nos hagamos ilusiones porque también la pandemia nos ha demostrado cierta insolidaridad entre nosotros.

¿Qué nuevos aspectos aborda en su libro ‘Y cuando digo España. Todo lo que hay que saber’?

Hay un verso de Jorge Guillén que expresa mi relación con la Historia: «Ay, patria/Tan anterior a mí/Y que yo quiero, quiero/Viva después de mí». En este y en buena parte de mis libros –más de 70– he tratado siempre de dar una imagen positiva y emotiva de España que supere incluso esa visión que abunda tanto, hija de la leyenda negra, de la decadencia y el pesimismo.

¿No sabemos valorarnos?

España es una superpotencia en el mundo del arte, a través de sus manifestaciones filosóficas, literarias, musicales... Por eso insisto en que tenemos que enfrentarnos a esa visión negativa que a veces nos han dado y afirmar el patriotismo cultural.

¿Cuál es la mejor manera de afianzar ese patriotismo?

Los intelectuales de comienzos del siglo XX pensaron que para afirmar la nación no era suficiente el esfuerzo sin más, la democracia, sino que se necesitaba algo anterior que ha faltado: indentificarse emocionalmente con la nación a través de las grandes realizaciones culturales, de las grandes avanzadas del pensamiento que hacen que ames el país porque no solo te garantiza los derechos y libertades individuales, sino que además te ofrece la belleza de la obra de Velázquez, el pensamiento de Francisco de Vitoria, la obra apasionante de Goya o la música de Tomás de Vitoria.

Aragón juega un papel importante en la identidad española.

En ‘Y cuando digo España’ vuelvo a pasar por el corazón el recuerdo de nuestras ciudades, muchas de ellas milenarias, capaces de renacer de sus cenizas para ofrecer su imagen romana, visigoda, musulmana, renacentista, barroca… Zaragoza es un ejemplo, en la que pienso y me emociono al recordar los días heroicos contados por Pérez Galdós en sus ‘Episodios nacionales’. No puedo dejar de mencionar la Seo, el Palacio Episcopal, la Lonja, la basílica del Pilar o la Aljafería, el múdejar, el museo dedicado a Pablo Gargallo... y pienso, claro está, en Goya, en figuras como Baltasar Gracián, el poeta Marcial, el tenor Miguel Fleta y en paisajes como los del Moncayo.

¿Qué necesita España para ser una potencia como la que fue en el pasado?

Que todos los españoles conozcan bien su historia y no se sientan avergonzados de ella. Debemos partir, en primer lugar de eso, de que no nos creamos las mentiras que dicen de nosotros desde el extranjero y desde dentro. En ese sentido tenemos la mala suerte de contar con dos nacionalismos especialmente potentes como son el vasco y el catalán que tratan de afirmarse, precisamente, erosionando la imagen de España.

¿Por qué se hizo historiador?

Tuve una cierta duda entre la Historia o dedicarme a la literatura. La Historia no es solo el recuento de los hechos del pasado, sino que también debe tener esa proyección de tratar de mejorar nuestro presente y de preparar nuestro futuro. Por eso me hice historiador, y además tuve la inmensa suerte de encontrarme con dos grandes maestros en estos dos ámbitos: el historiador Miguel Artola y el filólogo aragonés Fernando Lázaro Carreter.

Excelentes maestros, sin duda...

También debo muchísimo a la prensa en tanto que llevo 40 años escribiendo en los periódicos, que me han hecho ir a lo fundamental y recordar aquella frase de Voltaire: «El secreto para no aburrir es no contarlo todo». Yo, desde siempre, desde mi ‘Breve historia de España’, he seguido ese consejo.

Como Baltasar Gracián: «Lo bueno, si breve...».

Hay que contar lo fundamental y no hay que cansar al lector ni con batallas de escuela ni con letras pequeñas, que son una forma de escaparse de la respuesta de para qué sirve la Historia. Debe servir para mejorar el presente. Es tan importante para la vida de las personas que no puede quedar reducida a los muros de una institución universitaria, sino que tiene que saltar a la calle. Con mis libros he tratado, en cierta medida, de oír al paisaje español, pero también al paisanaje, que es lo que debemos hacer los historiadores.

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