MASCARILLAS

Quinita Fogué, rostros para la proximidad y la esperanza

La pintora de Bañón medita, con sus colores y formas, sobre qué somos y qué sentimos

La mascarilla de Quinita Fogué.
El diseño de la pintora de Bañón Quinita Fogué.
Quinita Fogué.

Quinita Fogué empezó a interesarse por el arte, jovencísima, hacia 1966. Tardaría casi 20 años en hacer su primera individual: desde entonces ha realizado una obra personal y libre, basada en su curiosidad, en sus vivencias y en su gusto por las experimentaciones con diversas pinturas, esculturas, zapatos, ‘collages’ y sus característicos libros de artista; cada vez que va a una ciudad adquiere uno o varios cuadernos singulares, y poco a poco los llena de dibujos, acuarelas, tentativas y pequeños textos. Una obra en marcha que se va redondeando despaciosamente hacia una misteriosa unidad.

Quinita también sintió la llamada de la mascarilla. Explica: «Cuando no voy al estudio, tengo un pequeño espacio en casa donde suelo realizar obra pequeña, normalmente en papel y trabajo también libros de autor. Es el lugar que me ha acompañado durante todo el confinamiento. Todas las tardes me subía a esa habitación y pintaba con acrílicos obra sobre papel».

En esa situación, se le aclararon las ideas: «Reflexioné acerca de lo que somos, cómo nos sentimos ante la situación que estábamos viviendo. Observando desde el balcón la calle desierta, preocupada ante el futuro. Y empecé a utilizar mis colores preferidos, amarillos, azules, naranjas, pero también los blancos como un reflejo de luz. Y de este sentimiento tracé rostros, caras en los que quería simbolizar que, desde la soledad de cada uno en su casa, había un acercamiento y un sentimiento de esperanza», dice.

Y aquí está la pieza, casi una apología del círculo y del candor, de las presencias inesperadas que asoman con empatía y gracia.

A. C.

Quinita Fogué. archivo fogué royo

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