teatro, cine y televisión. verano

Ana Labordeta: "En el teatro he vivido las mejores experiencias desde muy joven"

La actriz aragonesa vive uno de los mejores momentos de su carrera: estrena película y participa en cuatro series de televisión de 2020.

Ana Labordeta en verano.
Ana Labordeta acaba de regresar a Villanúa y Canfranc, escenarios de su adolescencia.
Patricio Julve.

Nacida en Zaragoza en 1965, Ana Labordeta estrena la película ‘Uno para todos’ de David Ilundain, participa en cuatro series de 2020 y evoca sus veranos en Canfranc y Villanúa. Fue la ganadora del premio de Artes Escénicas de 'Artes & Letras' de 2019.

¿Cómo lleva el verano?

Lo mejor que puedo en una época difícil. He estado en Sigüenza, con mi madre, y he visitado Villanúa y Canfranc, tan vinculados con mi niñez y adolescencia.

¿Por qué?

Han sido el lugar de un sinfín de aventuras, de baños al sol en las pozas, de primeros amores, de inmensa libertad. Mis padres tuvieron una casa desde los años 70 en Villanúa, y uno de mis mejores recuerdos era cuando cogíamos el Canfranero e íbamos allí. La alegría empezaba en el tren con mis hermanas y mis amigas. Era un tiempo de felicidad absoluta.

Eso no se puede decir ahora…

Desde luego que no. Hay que ser cautelosos y esperar que pase todo. Piensas en aquellos días, y recuerdas largas caminatas, todo el tiempo de aquí para allá con las bicis, salir con amigas y pasar la noche en el monte con tiendas de campañas. Aquellos veranos, con el ir y venir del Canfranero sobre los puentes, son inolvidables.

Usted, entre otras cosas, estrena ‘Uno para todos’ de David Ilundain.

Sí. ¡Son tan extraños e inquietantes estos tiempos! Teníamos varias presentaciones Después nos dijeron que se suspendía todo hasta 2021 y, ahora, nos dicen que sí se estrena en todo el país en septiembre.

Hablemos de la película...

Es una película pequeña y cautivadora. Tuvimos un estupendo clima de rodaje, con diez niños aragoneses, dos de Caspe y ocho de Zaragoza, en Caspe y en Barcelona. Yo soy la directora del colegio, al que llega un nuevo profesor, David Verdaguer. Fue una experiencia preciosa.

"Fueron bonitas experiencias para una actriz, aunque me ha interesado todo: teatro clásico, grecolatino o español y europeo, arte de vanguardia, nuevas voces"

No ha hecho mucho cine…

No me quejo. He tenido hermosas experiencias y esta es una de ellas. Este es un oficio difícil, y llevo en él mucho tiempo.

Sin embargo, está hasta en cuatro series recientes de televisión de 2020: ‘Madres’, Valeria’, ‘Caronte’ y ‘Desaparecidos’.

Sí. Hago diversos papeles, desde unos con más presencia, fijos, como sucede en ‘Madres’, hasta otros que llamo ‘personajes capitulares’, que aparecen en dos o tres capítulos, como pasa en ‘Valeria’, ‘Caronte’ y ‘Desaparecidos’. Conectarse entonces a la serie no es fácil, pero lo intentas hacer. Trabajas con intensidad y vuelves a casa a estudiar tu papel.

Capitulares, fijos o importantes, no ha parado desde ‘Brigada central’ (1989).

Sí. El de actor es un oficio incierto. Me fui a Madrid pronto y allí, gracias a José Carlos Plaza, pude conectarme al teatro, a la televisión, desde ‘Brigada Central’, y al cine. Le debo mucho a mis profesores: a la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza, a Antonio Malonda, a José Carlos Plaza, al Laboratorio William Layton, e imagino que a mi propio tesón.

Son muchos quienes recuerdan a su Rosario en ‘Amar en tiempos revueltos’.

Ha sido mi gran papel. Me sentía muy cómoda e inmersa en el proyecto. Feliz. Y vivíamos un clima de cariño y complicidad. Es para mí un ser inolvidable, de esos que te familiarizan con el público.

¿Se considera, sobre todo, actriz de teatro?

Creo que sí… Es ahí donde he vivido las mejores experiencias desde muy joven. Con el Centro Dramático Nacional, con la representación de textos modernos, osados, de vanguardia. Desde aquel ‘Laberinto de cristal’ de un joven y talentoso Alfonso Plou, hasta ‘El padre’, con Héctor Alterio.

"Con mi padre convivimos un tiempo en Madrid y fue un período extraordinario de nuestros vidas, para los dos. ¿Cómo lo voy a recordar? Con inmenso cariño. Con lágrimas en los ojos"

Hay un momento en los 90 que encadenó montajes de García Lorca: ‘Así que pasen cinco años’, ‘Retablillo de don Cristóbal’, ‘La señá Rosita’…

Es verdad. Fueron bonitas experiencias para una actriz, aunque me ha interesado todo: teatro clásico, grecolatino o español y europeo, arte de vanguardia, nuevas voces. Una actriz ha de estar dispuesta a dar vida a cualquier personaje en cualquier tiempo y lugar desde la emoción, el rigor y el deseo de comunicar con el público. Un intérprete siempre quiere contar.

Usted ha ‘contado’ junto a grandes actores: José Sacristán, Federico Luppi, Héctor Alterio…

Uno aprende de todos. Recuerdo que cuando llegué a Madrid veías a las grandes actrices del cine español e intentabas absorber sus enseñanzas y sus recursos. Una era Lola Herrera y trabajé con ella. Es una actriz estupenda. ¿Qué voy a decir de Sacristán, de Luppi, de Alterio?

Con Luppi y Alterio actuó durante mucho tiempo.

Son dos actorazos. Impresionan. Son muy diferentes. ¡Cuántas emociones compartimos! Federico Luppi era un hombre reflexivo, peleón, al que le gustaba contar, reflexionar en voz alta, expresar su opinión, sus sentimientos; era como el narrador que no cesa. Siempre tenía cosas que decir, comentar y transmitirte.

¿Y Héctor Alterio?

Es casi lo contrario. Un hombre silencioso, receptivo, suave, alguien cuya mayor virtud parece la capacidad de escuchar, de atender. Hicimos juntos durante dos años ‘El padre’, y fue tan amable, tan cálido y tan buen compañero que lo sentí como un amigo y también como un segundo padre.

Bueno, usted es hija de José Antonio Labordeta, que tampoco es cualquier cosa.

-No. Cuando descubres quién es tu padre, te das cuenta de que mucha gente lo siente suyo. A veces sufría por ello. Tenía la sensación de que siempre estaba para todo el mundo y menos para nosotras. Salías con él a la calle, a los ocho, diez, once años, y veías que siempre se paraba con alguien, que era como si te lo arrebatasen con naturalidad. En ese momento dolía un poco, parecía que tu padre fuese más de otros que tuyo. Además, creo que por pudor, en apariencia no era un padre cariñoso, de esos que te besan y abrazan, como sueñas. Era mirado hasta con sus hijas, pero luego descubres que era profundamente tierno y que estaba muy pendiente de ti.

Pronto se cumplirán diez años de su muerte. ¿Cómo lo recuerda?

Imagínese. Convivimos un tiempo en Madrid y fue un período extraordinario de nuestros vidas, para los dos. ¿Cómo lo voy a recordar? Con inmenso cariño. Con lágrimas en los ojos. 

¿Qué proyecto teatral tiene entre manos?

Ninguno. Y no me apena. En estos momentos, necesito recuperarme de muchas cosas y no me veo con fuerza aún para subir a un escenario. El teatro es muy exigente y exige mucha energía.

SUS RECOMENDACIONES

UNA SERIE

'The Crown’. «Me ha impresionado esta serie por su calidad, la puesta en escena, la solvencia extraordinaria de sus actores, y porque aborda un tema contemporáneo en apariencia muy conocido, y te revela muchos aspectos desconocidos. Los ingleses hacen una televisión maravillosa. Y también me ha conmovido ‘Unortodoxe’, el relato de una joven judía que huye de un matrimonio arreglado».

UN LIBRO

‘Ordesa’. «Querría recomendar dos títulos: ‘La retornada’ de Donatella Di Pietrantonio, en Duomo, y muy especialmente ‘Ordesa’ (Alfaguara), de Manuel Vilas, un libro que me ha removido por dentro por su análisis de la relación con los padres y con los hijos».

UN DISCO

‘Paco Ibáñez en el Olimpia’. «Es uno de los discos de mi vida. Estaba en el despacho de nuestro padre, y lo oíamos siempre. En casa y en el coche. Me encantaba. Después se perdió. Tras un estreno, los compañeros me dijeron qué me regalaban y lo pedí. Es emocionante. La poesía española, según Paco Ibáñez».

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