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Manuel Vilas: "Solo me importa que el lector se emocione con un libro que he escrito, nada más"

El escritor aragonés, finalista del Premio Planeta, prepara una nueva obra en la que aborda una historia de amor con el trasfondo de la pandemia.

El escritor Manuel Vilas.
El escritor Manuel Vilas.
Toni Galán

¿Cómo transcurre el mes de agosto para un escritor?

En realidad, tengo un problema y es que no puedo dejar de trabajar. He pasado unos días en la costa, en Almería, y ahí he seguido escribiendo. Me he limitado a darme un par de baños y ya está. Realmente no paro, no desconecto completamente. Bajo un poco el ritmo de trabajo, pero todos los días acabo escribiendo algo, mirando el libro en el que estoy ahora o leyendo.

Ahora su dedicación a la literatura es plena.

Tiene que ver un poco con que tu vida y tu trabajo sean la misma cosa. Por un lado es maravilloso y por otro, a veces, que no se pueda separar es casi un problema. He sido muchos años profesor de secundaria y recuerdo que empleaba el verano para escribir, el recurso era siempre usar el periodo estival para compensar que durante el año no podía sacar las suficientes horas para escribir.

¿Se ha colado la pandemia en su próximo libro?

Tiene ese trasfondo y tiene también una historia de amor dentro. Me apetecía ese contraste entre una historia sentimental vivida dentro de una pandemia como la que hemos vivido, y que todavía no ha terminado.

¿Hemos aprendido alguna lección?

Nos ha enseñado algo que pensábamos que no existía, que era la fragilidad de nuestras sociedades, ante la cual no sabemos qué hacer. Todo lo hemos confiado a la ciencia. Pero claro, la ciencia no es política y lleva sus pasos, sus verdades, y las verdades de la ciencia están muy apartadas de las verdades sociopolíticas que necesitan los ciudadanos.

La naturaleza se ha impuesto.

Nos habíamos creído, sobre todo con la revolución tecnológica, que la humanidad estaba dando unos pasos agigantados y esto, de repente, nos ha enseñado que era mentira, que todo había sido en realidad una fabulación porque de pronto se ha levantado la naturaleza con un virus y nos ha devuelto a la Edad Media.

¿En qué medida se vieron alterados los proyectos que tenía en marcha?

Profesionalmente fue un mazazo. Como finalista del Premio Planeta tenía previsto ir a todas las ferias del libro (sobre todo la Feria del Libro de Madrid y el 23 de abril en Barcelona), la promoción en Latinoamérica y viajes a Europa, por las traducciones. En fin, un montón de cosas que se fueron al garete.

¿Cuáles han sido las vacaciones de su vida o aquellas que recuerda con especial cariño?

Si me pongo nostálgico, serían las de la infancia, a principios de los 70, cuando iba con mis padres y mi hermano a la playa de Cambrils. Era una fiesta aquello y mi madre estaba muy contenta. Solíamos estar dos semanas, esos recuerdos son pura nostalgia. Esos veranos los he tratado en mis novelas, en donde además había algo importante, una ingenuidad histórica por parte de los españoles y por parte de los europeos. Era el momento en que un español de pueblo, como era mi caso, veía el mundo. Yo siempre lo explico con la industria del automóvil. Vivía en Barbastro y tenía noción de que existían tres modelos de automóviles, que eran el Seat 124, el Renault 12 y el Seat 600, los únicos que yo veía en mi ciudad. Llegaba a la playa, a Cambrils, y de repente aparecía toda la industria del automóvil occidental: Mercedes, Volvo, Alfa Romeo, Peugeot... Me quedaba con la boca abierta. Era un niño, claro, pero allí ya se deducía que en España pasaba algo raro.

¿Ha pasado alguno de sus veranos fuera de España?

He vivido varios en Estados Unidos, en el Medio Oeste, en Iowa. Me gustan mucho los veranos allí porque la naturaleza es brutal. El Medio Oeste americano tiene una cosa muy hermosa, que es que la naturaleza invade la vida del ciudadano. Está muy presente porque vives en las urbanizaciones, con grandes praderas y en cualquier sitio la naturaleza se presenta ante ti de una manera muy intensa. Allí los veranos por la noche son increíbles. Me enamoré de las noches del Medio Oeste por el canto de las cigarras y los grillos, que parecen una orquesta infinita y tremenda. Eso es muy bonito.

En un año sin verano de 1816 nacieron las novelas ‘Frankenstein’ y ‘El vampiro’. ¿Saldrán muchas novelas inspiradas en lo que hemos pasado?

Es pronto para saberlo. Lo que ocurre es que todavía estamos a mitad de la película. En realidad aún existen muchas incetidumbres que tienen que despejarse para que se puedan construir novelas y películas. Dependerá de si se erradica la epidemia con la aparición de una vacuna o qué va a ocurrir. Ese es el problema, que aún no sabemos hacia dónde va el final de esta historia.

En este mundo de etiquetas no se si está de acuerdo en que sus libros se encuadren dentro de la llamada literatura autobiográfica o literatura del yo…

Eso ha existido siempre y todo es literatura. Unos escriben de una manera y otros de otra. Tal vez sirve a los críticos literarios o a los profesores de universidad, pero a los lectores les da igual. Si a un lector le gusta un libro, no le importa cómo lo hayan escrito o qué recursos técnicos hayan empleado. Es un debate que a mi juicio es de especialistas y no involucra al público. Los lectores buscan historias y los trucos o el andamiaje con el que haya sido escrito una obra no le importan demasiado. Lo que quieren es que el libro les diga cosas, les emocione, les entretenga y les sirva para algo. A mí solo me importa que el lector se emocione con un libro que he escrito, nada más. La literatura no es ni más ni menos que eso.

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