La flora alpina de los Pirineos, catalogada y recogida en un libro por vez primera

Hay flores que muy pocos ojos ven, porque crecen a partir de los 2.300 metros de altitud y allí solo llegan montañeros o excursionistas en buena condición física. Y su belleza es tan superlativa como efímera: su primavera empieza a mediados de julio y termina a finales de agosto. En ese mes y medio deben garantizarse la polinización, la supervivencia, y, por tanto, tienen que atraer poderosamente a los escasos insectos que se atreven a volar tan arriba.

Esas flores alpinas, y todo el conocimiento científico que se tiene de ellas, queda recogido ahora en el libro ‘Flora de las cumbres de los Pirineos’ (Prames), que acaba de publicar un destacado equipo de especialistas y que el año pasado obtuvo el premio a la edición de la Fundación Félix de Azara.

"La flora de los Pirineos se estudia desde hace más de 300 años, así que tenemos muchos datos sobre ella –relata Daniel Gómez, uno de los autores–. El problema es que esa información estaba fragmentada y dispersa. Lo que hemos hecho ha sido reunirla y actualizarla". Daniel Gómez, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología y responsable del Herbario Jaca, es actualmente el especialista más destacado en flora del Pirineo.

El libro se ocupa de un espacio geográfico muy concreto. "El territorio alpino es el que está por encima del límite del bosque; en el bosque dominan los árboles y, donde no los hay, prosperan las plantas pequeñas. Solemos entender que el territorio alpino empieza a partir de los 2.300 metros de altitud". El libro se ocupa de toda la flora que crece en ambas vertientes de los Pirineos a partir de ese nivel y hasta los 3.404 metros del Aneto. Bueno, en realidad, hasta los 3.401.

¿Y cuál es esa planta que ha ‘ascendido’ por el Aneto hasta llegar a tan solo tres metros de su cumbre? "La ‘Androsace ciliata’ –revela Daniel Gómez–. Es muy conocida por todos los montañeros que hacen ‘tresmiles’ y frecuente en cordilleras como los Alpes o el Himalaya. Una parte muy importante de la flora recogida en el libro la compartimos con los Alpes. Pero también con Alaska, Escandinavia o los Cárpatos, porque son las islas de frío que quedaron en el planeta tras las glaciaciones".

Contra lo que habitualmente se piensa, no hay mucho territorio alpino en los Pirineos, apenas un 4% de su superficie, la mitad de ella en la provincia de Huesca. "Es una cordillera humilde, con pocos kilómetros cuadrados de territorio alpino. Por encima de los 3.000 metros apenas hay unas pocas hectáreas", apunta Gómez. Pero, en cuanto a riqueza vegetal, tiene tanta como los Alpes (con una superficie cuatro veces superior) o las Montañas Rocosas.

Daniel Gómez subraya que son plantas duras y frágiles a la vez. "Algunas, como sucede en el desierto, son capaces de estar durante años bajo el suelo esperando la oportunidad para reproducirse. En cuanto desaparece la nieve, van a toda velocidad. Hasta donde sabemos, no se han extinguido especies, aunque, si realizáramos análisis en las actuales, seguro que encontramos en ellas lindano o DDT. El territorio alpino es el más vulnerable a los cambios climáticos pero sus plantas aguantan mucho mejor el clima frío de la alta montaña que nuestro manoseo del territorio. Por eso es importante subrayar el cuidado que hay que tener en el respeto y salvaguarda del entorno".

‘Plantas de las cumbres de los Pirineos’ es una guía completa que será útil al montañero, al excursionista, al aficionado a la biología o al fotógrafo de naturaleza. Cada una de las plantas cuenta con una ficha propia con foto de su apariencia en época estival, dibujos originales de sus órganos más característicos, un mapa con la distribución y abundancia en los distintos sectores del Pirineo, el tipo de polinización, dispersión de semillas, distribución de sexos y tipos de reproducción. "Son plantas de una belleza sobresaliente y queremos lanzar una invitación a andar despacio por la montaña y disfrutarlas con el máximo respeto", concluye Gómez.