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Javier Goñi: "Miguel Delibes no está en el purgatorio de los olvidados"

Este zaragozano errante, crítico y periodista cultural, redita y amplía su libro ‘Cinco horas con Miguel Delibes’ (Fórcola) en el año de su centenario

Javier Goñi reedita y amplía 'Cinco horas con Miguel Delibes'.
Javier Goñi, crítico literario y periodista cultural, en su casa de Madrid.
Enrique Cidoncha

¿Cuál es su vínculo real con Zaragoza?

Yo nací en Zaragoza en 1952 y viví hasta 1965; para mí Zaragoza es ese paisaje y ese tiempo de la infancia en los que se va perfilando lo que después serás, para bien o para mal. Estudié en el Colegio Alemán, primero en un primer piso de la Gran Vía, y después en otro, algo más destartalado, al otro lado del río Huerva, con un pequeño patio donde jugábamos al fútbol con una pinza o con lo que hubiera; como era un colegio mixto, competíamos con las niñas en el juego de la comba, y a mí no se me daba nada mal, y esto –jugar a la comba con ellas– te marca de por vida.

Jamás había oído tal cosa.

De verdad. Y además estaban los libros, los de Karl May, en primer lugar, y hermosos libros infantiles, como ‘Max y Moritz’, un libro de una crueldad increíble pero con unos dibujos estupendos, y también las desventuras de aquel niño salvaje, Kaspar Hauser. Además de todo ello, el HERALDO

¿Qué le pasaba con él?

En mi libro sobre Delibes, que ha salido este año tan caótico y tan triste, en el prólogo que le he puesto digo que he vivido en tres ciudades, Zaragoza, Valladolid y Madrid, y en las tres un periódico me ha hecho periodista, el HERALDO aquí, ‘El Norte de Castilla’, el de Delibes, en Valladolid, y el viejo ‘Informaciones’, donde estuve de becario, en Madrid. Años después tuve la satisfacción de colaborar, a través de la Agencia Colpisa, de Leguineche, uno de los grandes que se hicieron en ‘El Norte...’ de Delibes, en las páginas de HERALDO y en el suplemento cultural de los jueves.

Hubo un momento en que barajó una novela sobre Miguel Labordeta. 2021 es su centenario…

Por edad yo hice la Primera Comunión en El Pilar y el convite, un desayuno más o menos copioso, en el Gran Café Niké, de la calle, entonces Requeté Aragonés. Años después cuando empecé a interesarme literariamente por Zaragoza supe de la famosa tertulia del Niké de Labordeta y sus amigos, y de un personaje fascinante, editor, poeta y amigo de todos ellos, Julio Antonio Gómez.

¿Qué le atrapó de todos ellos?

Me gustó pensar que mientras la gente bien de Zaragoza untaba ensaimadas en el chocolate con nata a media tarde o en el desayuno de la Primera Comunión, por la noche había una tertulia de tabaco, ginebra, versos sueltos y sueños más o menos frustrados, la de aquellos poetas.

"Me gustó pensar que  por la noche había una tertulia de tabaco, ginebra, versos sueltos y sueños más o menos frustrados, la de aquellos poetas"

¿Cómo va la novela? ¿Saldrá?

La novela se llama ‘Pinares de Venecia’ y transcurre entre noviembre de 1963, el asesinato de Kennedy, y julio de 1964, y la final de la Copa del Generalísimo, que le ganó el Zaragoza al Atlético de Madrid por 2-1, con el temible Griffa un defensa marrullero de los de entonces… La novela está bastante avanzada.

Reedita y amplía su libro ‘Cinco horas con Miguel Delibes’? (Fórcola). ¿Cómo le ha marcado?

Delibes fue el primer escritor que conocí de carne y hueso… Cuando yo llegué a Valladolid, Delibes era una institución, un gran escritor y un maestro de periodistas. Me animó a perseverar, a seguir escribiendo. En el verano de 1975, estudiando ya Periodismo en Madrid, hice mis primeras prácticas en ‘El Norte’. Empecé a tratarle más y a ocuparme de reseñar sus libros o de entrevistarle.

"No suele ser normal que el último libro de un escritor, con una obra ya tan hecha, escriba tan extraordinario libro al final coim o

¿Podría hacernos un retrato de esas cinco tardes con Delibes, con la grabadora de testigo?

En enero de 1985 le propuse a Delibes hacer un libro de conversaciones con él. A principios de los setenta ya había hecho un libro parecido César Alonso de los Ríos. Lo hicimos en cinco días, en cinco horas vespertinas, en su casa, al atardecer de aquel frío mes de enero. Delibes contestó a todas las preguntas y aceptó con generosidad mi plan.

Le da mucha importancia a su novela histórica ‘El hereje’.

Para mí ‘El hereje’ fue un descubrimiento reciente. No suele ser normal que el último libro de un escritor, con una obra ya tan hecha, escriba tan extraordinario libro al final. Se documentó a fondo, sin duda, para entrar en aquellas comunidades protestantes que surgieron cuando Lutero y la Contrarreforma; pero es que lo más admirable es que en esa novela, última, no crepuscular, están todos los temas de su obra.

¿Qué debemos reivindicar de él en el año de su centenario?

Pese a que la pandemia ha trastocado tantas cosas, el Año Delibes debe continuar, ojalá, este otoño. Delibes tiene una obra tan completa y variada, y ha sido un escritor tan popular, que no creo que, diez años después de su muerte, esté en el habitual e injusto en muchos casos purgatorio de olvidados. Está grabado con hierro candente en nuestra memoria. Y la marca es para siempre.

Javier Goñi amplía y reedita 'Cinco horas con Miguel Delibes'.
Miguel Delibes ante su biblioteca; al fondo en un retrato con su esposa Ángeles.
Archivo Heraldo / Efe.
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