HISTORIA DEL ARTE

La rebeldía coral y transversal de la creación de Aragón en los 70

La investigadora Ana Asión publica en Rolde una síntesis de la cultura audiovisual a través de la prensa, la música, el arte, el humor y el cine

Ana Asión publica un libro de síntesis de la cultura audiovisual.
Ana Asión Suñer, doctora en Historia del Arte, es experta en cine de la Transición
Guillermo Mestre.

Ana Asión (Zaragoza, 1989), formada en Zaragoza y en Birmingham, es especialista en el cine de la Transición, también ha estudiado fenómenos como el cómic y ahora publica un libro de síntesis, que se presentaba hace unos días: ‘La cultura audiovisual en Aragón durante la Transición. Búsquedas y alternativas’ (Rolde), cuyo objetivo inicial «ha sido comprender y visibilizar lo que había sucedido en el terreno audiovisual en Aragón durante los años 70, ubicándolo en su contexto, entendiendo que, si no contamos con una visión periférica, es difícil obtener un conocimiento real de las propuestas que se plantearon entonces», dice.

Con el libro en las manos, repleto de iconografía y de valoraciones de conjunto (firmadas por Eloy Fernández Clemente, José Luis Cano, Joaquín Carbonell, Alejo Lorén, Dionisio Sánchez, Agustín Sánchez Vidal y Eugenio Monesma), la autora cree que el resultado final arroja «un amplio abanico de obras que surgieron al amparo de todos los cambios, no solo políticos, sino también sociales, económicos y emocionales que tuvieron lugar durante el tardofranquismo y la posterior democracia».

El resultado final arroja «un amplio abanico de obras que surgieron al amparo de todos los cambios, no solo políticos, sino también sociales, económicos y emocionales que tuvieron lugar durante el tardofranquismo y la posterior democracia».

Ana Asión, al analizar los medios de comunicación, se centra en ‘Aragón Exprés’ y ‘Andalán’, que «mostraron la posibilidad de hacer periodismo desde otras posturas y con otros intereses». Por exigencias de la síntesis y la necesidad de buscar «proyectos de diferente naturaleza» no analiza con la misma exhaustividad otras aportaciones: las sucesivas modernizaciones de HERALDO, la larga década de ‘El Día de Aragón’ o la aparición de ‘Diario 16’.

De la pintura a los cineastas

Las artes plásticas fueron un barómetro de rebeldías, de transgresión, de libertad y de ruptura. «La pintura fue una de las manifestaciones en las que mejor se puede ver cómo diferentes líneas de actuación compartieron un denominador común: la rabia y las ansias de libertad que se respiraban en la sociedad española. También la experimentación, ya que fueron años en los que se quiso romper con todo tipo de barreras, tanto artísticas como morales». En los 70 surgieron numerosos grupos que recogían la estela de Pórtico y la Escuela de Zaragoza. Ana Asión aborda Forma, Azuda-40, Trama, Equipo LT, Algarada o el Colectivo Plástico de Zaragoza. Todos ellos, de formas diferentes, «apostaron por un arte popular y reivindicativo con murales, pintadas, carteles…».

No se entendería una época tan decisiva que marcó el camino hacia la democracia sin la presencia de la música. Ana recuerda que el Dúo Dinámico coincidió en el servicio militar en Zaragoza y rescata la olvidada figura de Fernando Brosed, en la que denomina «una vía de ocio y entretenimiento» y a la vez analiza el «espacio de expresión y crítica» de los cantautores (José Antonio Labordeta, Joaquín Carbonell o La Bullonera), que «fueron la banda sonora de ese momento que sirvió de altavoz del pueblo, y a la vez fueron, además, el primer signo identitario de muchas comunidades de España».

A la autora le interesa mucho la impregnación de la ‘contracultura’ a través de las revistas de humor gráfico y el cómic; se hace eco del paso del artista Ocaña por Zaragoza y glosa la importancia «que el fenómeno que tuvo en ‘El Pollo Urbano’, dirigido por Dionisio Sánchez, una de sus propuestas más emblemáticas».

El libro avanza hacia el cine y glosa cineclubs, festivales y encuentros cinematográficos, iniciativas como la productora Moncayo Films, los ciclos de Cine de Autores Aragoneses de Manuel Rotellar o los trabajos que, «dentro de una línea más transgresora y alternativa», llevó a cabo Antonio Maenza, que sigue teniendo una aureola mítica: «Su valor radica en que, con un aprendizaje autodidacta, explotó una creatividad que no tenía límites, y que dio como resultado trabajos tan arriesgados como ‘El lobby contra el cordero’ (1967-1968), ‘Orfeo filmado en el campo de batalla’ (1968-1969) y ‘Hortensia/Béance’ (1969)», señala.

«Los cantautores fueron la banda sonora de ese momento que sirvió de altavoz del pueblo, y a la vez fueron, además, el primer signo identitario de muchas comunidades de España»

Se abordan otras figuras, proyectos y filmografías: Carlos Saura, José Luis Borau, Julio Alvar, Alejo Lorén, Eugenio Monesma, Antonio Artero, autor de ‘Monegros’, entre otros... Todos ellos plantaron semilla para las generaciones de hoy: «El panorama actual es heterogéneo, con propuestas que traspasan el ámbito regional y que, en ocasiones, incluso se atreven a probar suerte fuera de las fronteras nacionales», concluye Ana Asión.

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