folclore aragonés

La romería centenaria del Quililay sobrevive más de 500 años en Tarazona

La tradición se remonta a 1515, cuando los agricultores de la zona peregrinaron hasta el santuario de Nuestra Señora de Moncayo para pedirle que lloviera.

Los romeros se dirigen desde la catedral hacia el Crucifijo, en una celebración antigua del Quililay en Tarazona
Los romeros se dirigen desde la catedral hacia el Crucifijo, en una celebración antigua del Quililay en Tarazona
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Entonces tardaban dos días en llegar a su destino de peregrinaje y actualmente, apenas media hora. En sus orígenes, eran los agricultores quienes caminaban y ahora lo son vecinos de toda la comarca. La romería del Quililay de Tarazona ya no es exactamente lo que era pero, de forma simbólica e igual de sentida, la tradición se mantiene más de 500 años después de sus orígenes.

Para encontrarlos hay que remontarse al año 1515 cuando una gran sequía castigó duramente los campos de cultivo de Tarazona, poniendo en grave peligro la economía de los agricultores. En su desesperación, decidieron emprender su peregrinación hasta el santuario de Nuestra Señora del Moncayo, a 35 kilómetros de Tarazona y a una altura de unos 1.800 metros.

Tras dos días de romería y plegarias hasta llegar al punto más alto, los romeros regresaron a la localidad, donde fueron recibidos con una procesión del resto de vecinos, que aguardaban su vuelta en el Crucifijo, un templete a las afueras de Tarazona en dirección a Soria. Fue un día después cuando se obró el milagro y, finalmente, llovió. Los campos de cultivo se salvaron y los agricultores, en señal de agradecimiento, decidieron regresar al santuario el siguiente año.

Para realizar dicha peregrinación, el Cabildo debía dar cada año su autorización expresa, pero la devoción era tal que en 1517 se decidió conceder un permiso permanente para la organización de la romería.

Desde entonces y durante los primeros siglos, la peregrinación se siguió realizando anualmente a pie, con sus dos días de duración. Pero llegaron los años 60 y los primeros automóviles facilitaron a los peregrinos la subida hasta Agramonte, a las puertas del parque natural del Moncayo y a los pies del santuario. La gran andada de los orígenes quedó como algo testimonial y la romería se redujo a una sola jornada, tal y como se conserva en la actualidad.

Más allá de ello, la romería se sigue celebrando el primer domingo de julio de la manera más fiel posible a sus inicios. Vecinos no solo de Tarazona, sino del resto de localidades unidas por el Moncayo, tanto aragonesas como de Soria, participan en esta peregrinación hasta el santuario de Nuestra Señora de Moncayo.

Con los años, a la celebración religiosa se sumaron otros actos, como el reparto de migas por parte del Ayuntamiento y de judías por parte del Cabildo, así como los festivales de jotas. Ambas tradiciones han llegado hasta la actualidad, haciendo de la romería del Quililay una jornada lúdica de convivencia en la que participan más de 1.500 personas.

¿Por qué se llama romería del Quililay? 

Aunque se desconoce la fecha en la que la romería adquirió su nombre, sí se sabe que 'quililay' se asemeja al sonido que producen el tambor y la trompeta que marcan el paso en la romería. Unos instrumentos que todavía hoy se mantienen, a la cabeza de los romeros.

Algunos forman parte de la peregrinación desde el primer momento cuando, tras la misa en la catedral se sale en procesión hasta el Crucifijo. Antiguamente, en este punto, los romeros continuaban su andada durante 35 kilómetros hasta el santuario. Ahora, quienes suben hasta allí lo hacen o bien en su vehículo propio o, si no se dispone de medios, en un autobús que fleta el Ayuntamiento. Los hay quienes se acercan hasta Nuestra Señora de Moncayo en bicicleta o a caballo.

Agramonte es el primer destino de la peregrinación. En este enclave, antiguo núcleo de población a las puertas del parque natural del Moncayo, el Ayuntamiento de Tarazona procede al reparto de migas. Hasta 1.500 raciones se preparan cada año y, según dicen, siempre se terminan. Algunos de los asistentes se incorporan en este punto a la romería, llegados desde otras localidades de la comarca, como Vera de Moncayo o San Martín de la Virgen del Moncayo, o de la vecina comunidad de Soria, como Ágreda y Ólvega.

Con el estómago lleno, a media mañana, la romería continúa hasta el santuario, a unos 10 kilómetros de distancia en ascenso. Los actuales romeros vuelven a su medio de transporte para realizar este último tramo, que les llevará hasta la ermita donde el Cabildo ofrece una misa.

Tras la ceremonia religiosa, la parte lúdica de la jornada se abre paso, empezando por el reparto de judías del Cabildo que servirá como sustento principal para la comida de los grupos de amigos y familiares que participan en la romería.

Pero la jornada no termina aquí porque los romeros deben volver y, como dicta la tradición, ser recibidos por sus gentes en el Crucifijo. Así, el autobús sale hacia Tarazona desde el Santuario a las seis de la tarde y quienes han subido por sus propios medios comienzan también el regreso hasta el citado templete, punto de encuentro.

Esta última parte de la romería es la de más reciente incorporación ya que durante muchos años la procesión final no se realizaba. Fue el pasado 2015, coincidiendo con el 500 aniversario de la primera peregrinación, cuando se recuperó este paseo final desde el Crucifijo hasta la plaza de la Seo de Tarazona, con un certamen de jotas como fin de fiesta.

Imagen de una de las últimas celebraciones de la romería de Quililay de Tarazona, en la que los romeros se dirigen desde la catedral hacia el Crucifijo
Imagen de una de las últimas celebraciones de la romería de Quililay de Tarazona, en la que los romeros se dirigen desde la catedral hacia el Crucifijo
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La Virgen aguarda en la catedral de Tarazona

Este año, las circunstancias especiales han supuesto la cancelación de la romería del Quililay, que no se pudo celebrar por motivos de seguridad. Con ello, la imagen de la Virgen del Moncayo, que habitualmente se guarda en San Martín y se lleva hasta el santuario una semana antes de la peregrinación del Quililay, está ahora en la catedral de Tarazona.

Después de unos días en dicha seo, la virgen se trasladará a Lituénigo y Litago, pueblos también devotos de esta imagen para, finalmente, retornarla a San Martín de la Virgen del Moncayo, donde permanecerá hasta el año que viene.

Tanto los citados municipios como otros de la comarca de Tarazona y el Moncayo realizan durante el año sus propias romerías hasta el santuario. La del Quililay es complementaria a dichas peregrinaciones y engloba a todos aquellos que sienten devoción por Nuestra Señora de Moncayo y lo manifiestan visitando a la virgen en este domingo especial de julio.

 

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