poesía aragonesa. 'artes & letras'

Ricardo Díez Pellejero: nomadear entre las palabras

El escritor e ingeniero, coordinador de la revista 'Imán', publica un nuevo poemario en el sello Olifante: 'Mictlán (Odas a la muerte)'

Nuevo poemario de Ricardo Díez Pellejero.
Ricardo Díez Pellejero alterna la crítica literaria con la creación.
Juan Moro.

Autor de 'Stromboli' (1999), 'El viajero en la tormenta' (2001), 'El cielo del sol mecido' (2007) y 'Pornai en el Hostal Roma' (2019), Ricardo Díez publica ahora 'Mictlán (Odas a la muerte)', un libro que consolida avances anteriores y sitúa a su autor en un lugar relevante en el panorama poético actual. El mismo autor lo señala en la nota preliminar: "Hace un tiempo, durante una lectura, llegué fortuitamente a una palabra que desconocía, Mictlán" (p. 13). Durante una lectura, es decir, durante un viaje, encontró una palabra desconocida. ¿Puede haber mayor hallazgo?, ¿podemos dar con algo que guarde algún secreto más valioso? 

Y a partir de ahí, todo lo demás, cada intento, cada paso, todo aquello que podemos encontrar al leer este libro. Ricardo Díez es una persona a la que le pierde la curiosidad, pero él sabe que esa pérdida es una ganancia, y más si hablamos de poesía, ese lenguaje en el que nada está garantizado y en el que cualquier cosa puede suceder. El poeta abre su libro con una cita de Raymond Carver en la que encontramos una declaración de fe hacia el lenguaje: «That’s all we have, finally, the words, and they had better be the right ones», palabras que me recuerdan otras de Yves Bonnefoy con las que se preguntaba: ¿qué otra cosa, que no sean palabras, poseemos? En efecto, hacemos el mundo nuestro en la medida en que lo nombramos y el mundo cabe en la palabra mundo.

'Mictlán' es un libro de una extraordinaria intensidad vital en el que la muerte ocupa un lugar relevante (desde el subtítulo, 'Odas a la muerte', la dedicatoria, la nota preliminar o el poema inicial, con la cita de Neruda que lo acompaña, un poema memorable que se abre y se cierra con estos tres versos: "No hay nada más azul que la muerte. / […] / Día a día perdemos la vida, / la muerte es la gota que colma el vaso" (pp. 19 y 21). Una muerte que sobrevuela y nos acompaña durante el trayecto como una necesaria y amable compañera de viaje que quizás desde su imaginario conocimiento nos permite con mayor aliento "vivir la bondad, la dicha y el amor" (p. 23). 

"Rebosa salud la muerte: 
el ruido blanco de su silencio, 
las leves guirnaldas del miedo, 
el inasible tacto de su sombra
 en cotidiano advenimiento"

Nada en ese trayecto nos dice lo que ha de depararnos el futuro, si acaso darnos algún aviso sobre la conveniencia de congraciarnos con algo tan natural y saludable como la muerte. Leemos en 'Vigor mortis', ojo al título, poema precedido de una cita de Szymborska en donde la muerte también tiene su sitio: "Rebosa salud la muerte: / el ruido blanco de su silencio, / las leves guirnaldas del miedo, / el inasible tacto de su sombra / en cotidiano advenimiento" (p. 24).

La de Ricardo Díez es una voz nómada que pertenece a un "pueblo errante" y conocedora de que "Ningún fin es buen lugar para asentarse largo tiempo", ninguna certeza puede responder al derrumbe de una conciencia, una voz que intuye la medida de la extranjería y la desposesión, recreada en cada línea, allí donde el texto es, como diría Bachelard, explosión del lenguaje. Escritura que pone en juego su propia materialidad, y son frecuentes en este libro las imágenes que remiten a escenarios propios de la devastación. 'Mictlán' —el mejor de los libros publicados hasta ahora por su autor, aparecido en Olifante— tiene algo de canto elegíaco y algo también, y esto sé que puede sonar paradójico, de himno de celebración vital. Situación en el camino del conocimiento que nos enseña que no hay victoria que merezca la pena que no sea deudora de una cierta derrota y amargura, que nos recuerda que la alegría surge con frecuencia del dolor, que nos muestra que el saber es siempre resultado de la curiosidad y el deseo de ver lo que hay al otro lado de las cosas, aunque esa visión pueda en ocasiones enturbiarnos la vista.

"Nada queda. / En la nada he de quedarme. / Se verterá la vida por un camino / y por mil habrá de marcharse" (p. 96), versos con los que finaliza 'Poema para leer en mi pira funeraria', el texto que cierra este libro y que aparece precedido de una cita de Dylan Thomas — "And death shall have no dominion"— que me recuerda al Sócrates platónico que aconsejaba no preocuparse en exceso por algo tan natural y al mismo tiempo incomprensible como la muerte, algo sobre lo que no cabe la más mínima experiencia de conocimiento. Ricardo Díez ha bordeado con inteligencia ese territorio en 'Mictlán', llegando a escribir un poema como 'Post mortem' desde la perspectiva de alguien que ya ha muerto y que se encuentra "Sin ninguna señal. / Sin cobertura" (p. 29).

"Ya cierra este lector la lápida
 y descansan nuevamente mis restos
 a la espera de otra lectura redentora"

Hay un buen número de dispositivos que trazan una continuidad y una coherencia insoslayables entre este libro y otras entregas anteriores, y ello, a mi entender, es síntoma de la capacidad que tiene Ricardo Díez para generar un universo poético propio. En todo caso, pasado el tiempo de la escritura, el mejor homenaje que podemos dedicar a este poeta es enfrentar su escritura a nuestra lectura. A eso parece referirse cuando escribe: "Ya cierra este lector la lápida / y descansan nuevamente mis restos / a la espera de otra lectura redentora" (p. 91). Yo ya lo he hecho y por ello le estoy agradecido y le felicito.

LA FICHA

'Mictlán (Odas a la muerte)'. Ricardo Díez Pellejero. Zaragoza, Olifante, 2020, 97 páginas.

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