POESÍA NÓRDICA. 'ARTES & LETRAS'

Kjell Espmark: mil instantes luminosos para una historia

Libros del Innombrable publica otro poemario del sueco, ‘¡Préstame una voz!’, tan vinculado a la Academia del Premio Nobel, traducido por Paco Uriz

Kjell Espmark publica una trilogía en Libros del Innombrable.
El escritor sueco de 90 años, Kjell Espmark.
Kulturhuset Atadsteate /Bruno Ehrs.

Hacer una crítica sobre la obra de Kjell Espmark (Strömsund, Suecia, 1930) resulta un esfuerzo abrumador, fuera del alcance de mi conocimiento y de mi ánimo. No obstante, me atreveré a hacerles una recomendación encarecida de su lectura. Espmark, además de ser investigador literario, novelista, ensayista o, como en este caso, poeta, también ostenta los méritos de haber sido catedrático de literatura comparada, de ser experto en poesía, de ser miembro de la Academia Sueca y de haber presidido su comité Nobel. En Nórdica publicó una monografía sobre el galardón.

Esta obra, que los Libros del Innombrable nos presentan y cuya traducción primorosa ─de la que lo primero que se puede decir es que no se advierte en ningún momento estar leyendo un poemario traducido, pues el texto fluye con armonía y riqueza de términos y matices─ corre a cargo de Francisco J. Uriz (Zaragoza, 1932; dos veces Premio Nacional de Traducción y otras dos veces reconocido por la Academia Sueca: en el 75 por su labor de traducción y en el 2008 por su aporte en la difusión de aquella literatura), compone una trilogía que contiene las obras ‘Vía Láctea’, ‘El espacio interior’ y ‘Una nube de testigos’, advirtiéndonos su autor que en las partes primera y tercera hablan “cien figuras a través de mi voz”, mientras que en el cuaderno central habla su “su propia voz prestada” y todas las voces que ayudaron a componer aquel yo.

Esta obra, que Libros del Innombrable nos presenta y cuya traducción primorosa ─el texto fluye con armonía y riqueza de términos y matices─ corre a cargo de Francisco J. Uriz (Zaragoza, 1932; dos veces Premio Nacional de Traducción)

La trilogía ─que viene a sumarse a ‘La libertad del ocaso’ (también traducida por Uriz y publicada Los Libros del innombrable en 2019)─ tiene una solidez y una cohesión incuestionables, a las que dan sostén el numeroso coro de voces que la componen. Como el autor nos perfila en este verso, se trata de una obra que se mueve “entre los reinos de la vida y de la muerte”, que observa, dibuja y devuelve al hombre momentos de grandeza y de penumbra. En el primer trabajo, ‘Vía Láctea’ (ya publicado en 2010 por Las Tres Sorores), se escuchan las voces de ciento tres personajes, mientras que en la última, ‘Una nube de testigos’ (hasta ahora inédita en castellano), nos hablan otras cien vidas desde el umbral de su efímera existencia.

FRANCISCO URIZ ( PREMIO NACIONAL DE TRADUCCION ) / 10/12/2012 / FOTO : OLIVER DUCH
El zaragozano Francisco J. Uriz (Zaragoza, 1932), Premio Nacional de Traducción dos veces.
Oliver Duch

A todos ellos Espmark les presta su voz para llevar al lector ante la encrucijada vital de cada uno, ante el momento de discernimiento, hasta su aliento último o incluso más allá. Con cada uno de estos testimonios los versos prosaicos, certeros ─a veces asépticos, otras brumosos─ del poeta nos van haciendo avanzar a lo largo de la historia de la humanidad, de algún modo, como si todas las vidas fueran la historia de una única vida y el relato de la humanidad se pudiera resumir en este ramillete de instantes: trescientos tres poemas en total.

En su breve preámbulo ─precedido de unos versos de ‘La antología griega’, en los que otro poeta cedió también su voz a una suplicante mortaja a la deriva y clamando por alcanzar las costas de su patria─ el autor nos expone la tesis de este poemario: que toda vida contiene un momento brillante de iluminación, de epifanía, de conocimiento y, por tanto, si todos esos momentos vitales ─algunos “entusiásticamente luminoso, más a menudo amargamente apagados”─ de todos quienes hemos tenido el privilegio de vivir brillaran al mismo tiempo, alumbraríamos una vía láctea, una galaxia de revelación en el vacío de nuestro cosmos. De esta luz, como nos advierte en la tercera parte de esta trilogía poética, somos todos testigos.

Desde estas páginas nos hablan personajes conocidos como Safo, Simón Bolívar, Paul Celan, Rimbaud, Sima Qian o Walter Benjamin ─a punto de descerrajarse el tiro que evitará que la policía del régimen fascista de Vichy le entregara a la Alemania nazi─, pero también hay una infinidad de personajes anónimos que nos transportan al antiguo Egipto, a la revolución francesa, a la China imperial, a las leproserías, a las cacerías de esclavos, a las pateras, a la apocalíptica Isla de Pascua, a las tierras heladas del norte, a la inmolación del terrorismo suicida, a la tumba de Lenin, a la atenta escucha de Bartók en el campo de exterminio, a la guerra ─en distintos territorios y tiempos─, a Chernobyl y a tantos otros momentos y escenarios en los que la vida toma la mano de su hermana gemela, la muerte.

En algún momento ─y entiendan este comentario como una percepción muy personal─ leer a Espmark me ha retrotraído a la lectura de los versos de Raymond Carver. Su escritura, no necesariamente emparentada, sí que guarda el principio poético de hablar de todo y de hacerlo de forma directa: con verdad y con belleza.

Kjell Espmark publica una nueva trilogía en Libros del Innombrable.
Detalle de la portada del libro, editado en Zaragoza.
Archivo Heraldo.

La parte que intermedia a esas doscientas tres voces la componen un centenar de ecos de ‘El espacio interior’ (ya publicado por Los libros del innombrable en 2015) en los que también hablan otros personajes que nos permiten dibujar momentos de la vida y la historia de Suecia, no exento de denuncias ni de confesiones. Desde estos versos, que comienzan con una llamada ineludible: “Es hora de inventar el mundo”, Espmark dice saber que habrá que “defender el texto que tú eres”, y que lo que parece buscar es “la sintaxis escondida/ que de vez en cuando resplandece/ como las brasa que quedan tras una casa quemada” y, nos confiesa, que lo que pretende alcanzar en su expresión es “la segunda sencillez” ─esa que está tras la primera versión, que hay que destruir y sobre la que hay que construir─. Todo un reto y una enseñanza para quienes queremos encontrar un camino en estas vidas de papel encuadernadas.

Creo que traducir esta memoria sensible, este legado de un hombre para el hombre y publicarlo compilado en nuestra lengua no es solo un acierto sino que es un gran favor que nos hacen a todos los amantes de la poesía, al ponernos en la mano la obra de un autor que indaga en la vida (y en la muerte) con el empeño de darnos esperanza, visión del instante y ganas de vivir y de contemplar la belleza, aunque sea desde el mar y bajo la plancha de hielo en la que nuestras bocanadas de aire forman el último espectáculo de color y armonía que contemplaremos.

Permítanme que lacre estas palabras con la voz prestada del poeta sueco, despidiendo esta invitación a la lectura de ‘¡Préstame tu voz!’ con uno de los poemas más pertinentes en el momento que vivimos de posverdad y de fabulación:

"La mentira se da un festín con la democracia"─

los textos de los manifestantes atravesaron el corazón.

La campaña electoral había revelado

cómo se había extendido la metástasis de las palabras falsas.

Pulmones e hígado estaban acabados.

Y el esqueleto crujió de repente.

Un uniforme vacío

se prepara para tomar el relevo.

LA FICHA

‘¡Préstame tu voz!’. Kjell Espmark. Traducción de Francisco J. Uriz. Libros del Innombrable. Zaragoza, 2020. 

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