NARRATIVA ARAGONESA

Pablo Tobías recrea el viaje del poeta y espía Matsuo Basho

El novelista zaragozano regresa, tras ‘El corazón del bambú’, al paisaje y la historia de Japón que tanto le fascinan en 'La senda secreta' (Quaderni)

Pablo Tobías publica 'La senda secreta'.
Pablo Tobías, en una foto de archivo.
Guillermo Mestre.

 "He intentado escribir una auténtica novela histórica zen, donde hay de todo: aventura, viaje, un trasfondo de guerra, belleza y poesía, contemplación y también un viaje», dice Pablo Tobías (Zaragoza, 1983), narrador y guionista, que publica su segunda novela: ‘La senda secreta’, en la que retorna de nuevo a Japón.

«Japón me encanta desde hace años. He estado varias veces en el país. Me interesaban el pensamiento zen, las artes marciales, sus paisajes, el cómic, el cine de Kurosawa, en particular ‘Los siete samuráis’. Me siento cómodo en el país; le dediqué ‘El corazón del bambú’ (Planeta, 2014) y ahora esta historia». Una historia bien distinta que tiene al poeta Matsuo Bashó como gran protagonista. Basho es el autor de ‘Sendas de Oku’, que narra un viaje muy particular, clave en la novela, y es el creador del haiku. "Basho es para Japón lo que Cervantes es para España, salvadas algunas distancias. Es un poeta con el que me siento muy cómodo y afín: me atrae su sutileza, su modo de escribir, su pensamiento, su sensibilidad y su concepción poética".

El espía Basho

Pablo Tobías había oído, «un poco a modo de leyenda urbana», que este poeta tan particular, que vivió fases de ocultamiento, que amó a varias mujeres y que sintió también la llamada del amor homosexual ("conviene recordar que el amor cortesano entre hombres era habitual y estaba aceptado", señala), en realidad era también un ‘ninja’, término que admite la significación de mercenario y también la de espía.

"Esta es la acepción que mejor se adapta a Basho. Yo, a partir de diversos rumores, algunos desmentidos ya, imagino que Basho realiza un viaje que, en el fondo, tiene una misión concreta: es un encargo del ‘shogun’ con el objeto de detener a una facción rebelde, para que no organice una revuelta, cuando empieza a construir un mausoleo".

"A mí me interesaba mucho ilustrar ese viaje exterior que, en realidad, era un viaje interior. Basho reflexionará sobre sí mismo, su condición, el peso de su pasado. Vi que en la historia de Japón había hechos, fricciones, enfrentamientos, conjuras, que me venían bien y le atribuí esa condición de hombre de guerra de guerrillas, de espía. El que sí debió ser un auténtico mercenario capaz de matar era su gran amigo Sora. ¿Qué pensarán en Japón? No lo sé. Quizá haya sido un poco atrevido, sí, pero no deja de ser ficción", dice el guionista durante años de ‘Amar es para siempre’.

"¿Qué le debe la novela a mi experiencia como guionista? Especialmente la estructura narrativa. Aquí una realidad subyugante acudió en mi ayuda: yo había pensado contar la aventura de Basho, ese viaje que da lugar a ese diario de una peregrinación, que es ‘Sendas de Oku’, pero el contexto histórico era muy rico. Con la documentación hay que ser cuidadoso porque te emborrachas", señala. El libro fluye con alternancias temporales y también hay algunas concesiones bélicas. "Lo marcial está ahí, pero no es un tema que me obsesione".

El modelo de narrador para Pablo Tobías es Ernest Hemingway, "que decía cosas sencillas con claridad, algo que me gusta mucho y que anhelo para mis libros. Durante años admiré mucho a Murakami. Me interesaba mucho esa convivencia entre lo intuitivo y lo subconsciente con lo material", afirma.

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