ensayo artístico. 'artes & letras'

Antón Patiño reivindica un arte que plantea un diálogo con la naturaleza

Mapas de un espacio convulso pero fértil: el pintor se explica en el libro ‘De dónde vienen las imágenes’ (Fórcola)

Antón Patiño cierra su trilogía del arte.
Retrato del pintor y teórico Antón Patiño.
Aitor Baigorri / Fórcola.

“No es fácil hablar ni escribir de pintura”, dice Antón Patiño. A esta tarea tan difícil se ha entregado de una forma modélica este pintor gallego. Existe la tentación de decir que no se puede o no se debe escribir del tema. Esa abstinencia de la teoría puede poner a la pintura al pie de los caballos en un momento en que esta práctica está en cuestión, y en que las imágenes circulan a una velocidad de vértigo. 

Antón Patiño reivindica en sus escritos y en su plástica un arte que plantea un diálogo con la naturaleza, una especie arte‑puente. Algo que se configura también como una relación diferente con el tiempo. El modelo de funcionamiento del subconsciente puede servir para entender la manera “otra” en que las imágenes pueden actuar en un cuadro. En la propia pintura de Antón Patiño se da esa dualidad de escritura visual y suspensión del discurso temporal. Se puede hablar de un paradójico crecimiento hacia la semilla, hacia el punto donde todo se concentra.

En la propia pintura de Antón Patiño se da esa dualidad de escritura visual y suspensión del discurso temporal. Se puede hablar de un paradójico crecimiento hacia la semilla, hacia el punto donde todo se concentra

“El pintor construye por encima de un terreno que es el sustrato de las imágenes arquetípicas en una actitud próxima al origen: como si las cosas fueran palabras, como si las palabras fueran cosas”, leemos en el último libro de Antón Patiño. Este libro, 'De dónde vienen las imágenes' cierra una trilogía editada por Fórcola, y que comenzó en 2017 con 'Todas las pantallas encendidas', prosiguiendo con 'Manifiesto de la mirada'. 

El primero de esos títulos alertaba sobre una crisis, por saturación, del universo visual; el segundo, defendía la capacidad creativa y de diálogo con la realidad de la mirada. En este tercero, se trata de la imagen (artística) y su genealogía. Y posiblemente resulte el más interesante o intenso de estos tres libros, porque también se trata de atar cabos sueltos, de concluir de decir lo que se quiere sobre un asunto (y esto queda claro) que es el verdadero centro o razón de existir del autor.

Antón Patiño cierra su trilogía del arte.
La obra 'Caosmos', uno de los símbolos del artista.
Archivo Patiño.

El libro reúne y amalgama textos que han podido tener orígenes diversos, pero que comparten un mismo espíritu. Su autor convoca, a esta especia de juicio final de la mirada, a una serie de creadores que presenta como testigos de la defensa. Citaré algunos: Antonio Saura, Luis Gordillo, Anselm Kiefer, Sigmar Polke, Cy Twombly, Susan Rothenberg, Luis Chillida, Pablo Palazuelo, Eva Lootz, Brancusi, Gaudí o Mario Merz. No soy exhaustivo. Lo que se dice sobre ellos sirve, además, como ajustado y conciso análisis crítico de estos artistas. Dos capítulos largos e intensos son los dedicados a Juan Barjola y a Mark Rothko. 

En el primero (al margen del origen que pueda tener el texto) podemos encontrar un homenaje a un modo de vivir en clave de pintor, de doble compromiso con la disciplina y la vida. El segundo, el dedicado a Rothko, sirve para una reflexión sobre el color, recurriendo a un pintor que constituye un punto extremo, “cúspide de la autonomía del color”, se nos dice, que concluye con la instauración del color cual tótem. No menos relevante es el valiente capítulo dedicado a Duchamp o más bien al mito generado en torno al ready-made, al que se acogen quienes pretenden (y cito) “que no vuelva a crecer la hierba de la creación”.

El propio Antón Patiño es su personaje principal en este libro. Ofrece una revisión de su trabajo, un diálogo con quien fue, con los poetas con quienes ha colaborado, con su tierra natal

El propio Antón Patiño es su personaje principal en este libro. Ofrece una revisión de su trabajo, un diálogo con quien fue, con los poetas con quienes ha colaborado, con su tierra natal. También incorpora un contrapunto emocionante entre su teoría estética y su biografía. Su ensayo sobre Rothko y el color es la paralela crónica de un verano gallego, en el que irrumpe como elemento mágico una niebla que llega de las islas Cíes. El dilema entre naturaleza y cultura se ejemplifica en su disyuntiva infantil entre el camino de la escuela o el del río. 

Antón Patiño, más que plantear una elección entre contrarios, propone un acuerdo. Algo que se muestra en su obra plástica y en su ensayística. La cabeza ocupada por el laberinto es una de sus imágenes fuertes. El término 'Caosmos' (de ascendencia joyceana) da título a su exposición suya, una antológica abierta ahora mismo en el CGAC de Santiago de Compostela. Allí mezcla los términos Caos y Cosmos. Antón Patiño mantiene la confianza en los valores básicos de una modernidad crítica, en la que el “mapa catastral del sueño geométrico” renacentista da lugar “a un convulso espacio emocional que pone en cuestión los datos retinianos”. Una puesta en cuestión que pretende ser fértil, no obstante.

LA FICHA

'De dónde vienen las imágenes. Procesos artísticos y teoría de la imagen'. Antón Patiño. Fórcola. Madrid, 2020. 420 páginas

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