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Irene Vallejo: afinar a los clásicos para el futuro

La autora de 'El infinito en un junco' halla en la actualidad los tonos de los clásicos. O cómo explicar lo que nos sucede desde lo que ya nos sucedió

Irene Vallejo publica 'El futuro recordado'.
Tras el gran éxito de 'El infinito en un junco', Irene Vallejo publica 'El futuro recordado'
José Miguel Marco.

Irene Vallejo escribe en la contra de HERALDO. ¿Se ha parado a pensar en lo que significa escribir esa columna en un diario? Es como el beso de buenas noches, la palabra de despedida, la promesa de volver mañana. No vale cualquiera para escribir ahí. La contra es un ejercicio de elegancia y contención. Pero debe tocar el intelecto, ojo, porque la contra sabe picar sin cura y sin dolor. La contra te deja con ganas de más y quizá salgas a buscar dónde está lo que ella cita. Por eso, la contra es el territorio de la encantadora maga Irene Vallejo.

Desde la primera compilación en ‘El pasado que te espera’ (2010) hasta la que nos ocupa, ‘El futuro recordado’ (2020), descubrimos que Safo, Polibio, Séneca o Aristófanes siguen encontrando las grietas por las que filtrar su voz. Si dejáramos de leer a los clásicos, podríamos cometer el gravísimo error de creer que la actualidad es actual. Pero no: seguimos atando a los mismos perros con los mismos collares.

A vueltas con la naturaleza de las cosas, en las columnas de Irene Vallejo encontramos que las personas o las ideas, como le pasaba al viejo Marcial, nos gustan porque son inalcanzables. Que Atenea estaba pendiente de Ulises porque “atemorizar al inmigrante resquebraja nuestra propia seguridad”. Que, como Safo, amando, creamos la belleza y no al contrario. Que podemos liberar del dolor al prójimo como hiciera Prometeo con Quirón. Que tu cuerpo no engaña tanto como tu boca. Que escuchar es la antesala de la sanación, como adivinó el orador griego Antifonte. Que la risa es algo que hay que tomar muy en serio. Que los calvos somos, decía Sinesio, los más guapos y sanos. Que el castigo absurdo de Sísifo, arrastrando piedras hasta lo alto de la montaña para verlas caer, lo revivió el epilense Jesús Tello en el campo de Mauthausen.

"En las columnas de Irene Vallejo encontramos que las personas o las ideas, como le pasaba al viejo Marcial, nos gustan porque son inalcanzables"

El presente, dice Vallejo, no es cosa de hoy. Si encuentro un troyano en el ordenador, será bueno que me lo explique Homero. Si me molesta el transfuguismo, el ateniense Alcibíades sabía de eso más que Girauta. Y si me fastidian los oportunistas, pues menuda la que lio el jeta de Diceópolis en ‘Los Acarnienses’ de Aristófanes. Si creo que la adulación es cosa moderna, esperen a encontrar el Ganapán de Plauto. 

Si pienso que inventarse tesis o másteres es despreciable, algo podré aprender del cursus honorum romano. Si intuyo que Facebook no es tan novedoso, a lo mejor encuentro que ese ‘like’ no es sino el pulgar en alto del Coliseo. Si me hartan los criticones, aprenderé que los griegos ya tenían al pesado Dios Momo, a quien el propio Gracián retrató arrojando piedras en la ciudad de los tejados de cristal. Si me parece que los nostálgicos del pasado imperial y de los mitos fundacionales son lo más moderno del mundo mundial, ya los encontrábamos en la antigua Roma, donde Mussolini hubiera querido ver desfilar al Cid. Si veo moderno esto del feminismo o los Black Lives Matters, me sorprenderá leer la historia de Luisa de Medrano, Juan Latino o Septimio Severo. Si defiendo que el mayor peligro para la democracia es la demagogia o proclamo la limitación de mandatos, mejor mirar un par de milenios atrás, que parece que no hemos aprendido nada.

Irene Vallejo publica 'El futuro recordado'.
Portada de un nuevo título de Irene Vallejo en Contraseña.
Jorge Sanz Barajas.

¿Que qué futuro nos espera? Irene Vallejo nos dice “el que seamos capaces de recordar”. Pero no será muy diferente. Siempre agradeceremos a Perséfone que vuelva con su madre Démeter a traernos más primavera y menos cambio climático. Nos quejaremos de la juventud como hacía Aristófanes con aquellos “pelilargos” que solo sabían dormir y beber cerveza. Seguiremos venerando a los oráculos que nos envenenan con sus rumores. Olvidaremos que ese pequeño surco que tenemos entre labios y nariz es el dedo con que los dioses nos encomendaron silencio. 

"Seguiremos venerando a los oráculos que nos envenenan con sus rumores. Olvidaremos que ese pequeño surco que tenemos entre labios y nariz es el dedo con que los dioses nos encomendaron silencio"

Correremos como pollos sin cabeza contra el adagio de Augusto “Festina lente”, apresúrate despacio. Pasaremos apresurados y desmemoriados ante los memoriales como el del 11-s, donde reza el verso de Virgilio: “Ningún día os borrará de la memoria del tiempo”. Y cuando queramos borrar nuestro historial de tonterías en redes sociales, ya no tendremos aquella mítica “Silla del olvido” en la que Teseo y Pirítoo se sentaron para que el mundo los olvidará por un tiempo.

Todo esto y mucho más hallará en este delgado librito de Irene Vallejo. Entenderán por qué es la reina de la contraportada. Y no será porque no reparta estopa a diestro y siniestro. Juega con ventaja: aprendió de los mejores.

LA FICHA

'El futuro recordado'. Irene Vallejo. Contraseña, Zaragoza, 2020, 151 páginas. [El pasado jueves, en diálogo con su editor Alfonso Castán, Irene Vallejo presentaba su nuevo libro en Cálamo.]

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