Ana Isabel Gascón: "En un archivo el factor sorpresa es diario"

Ana Isabel Gascón (Ejulve, 1963) dirige el Archivo de la Universidad de Zaragoza, donde estos días se ha celebrado la Semana Internacional de los Archivos.

Ana Isabel Gascón en el Archivo de la Universidad de Zaragoza.
Ana Isabel Gascón en el Archivo de la Universidad de Zaragoza.
Oliver Duch

¿Cuál es su primer recuerdo de un archivo?

Mi primer recuerdo es del Archivo de Simancas, que visitamos con compañeros universitarios en una excursión que realizamos a Valladolid.

¿Por qué decidió ser archivera?

Sinceramente no elegí mi profesión, tal vez ella me eligió a mí. Comencé en la Biblioteca de Estudios Sociales de la Universidad Zaragoza y posteriormente trabajé en Huesca, durante cinco años, en la Biblioteca de Gestión y Administración Pública. En mi traslado a Zaragoza la plaza que debía ocupar era el Archivo Central. En este puesto valoré que me era más satisfactorio el trabajo del archivo que el de biblioteca.

¿Qué le aporta esta profesión?

Disfruto. Siento que mi trabajo es importante para la institución en la que trabajo, no sólo porque en el archivo se custodia el patrimonio documental universitario sino por su apoyo a la docencia, a la investigación y a las unidades de gestión administrativa.

Termina la Semana Internacional de los Archivos. ¿Una ocasión para reivindicar su papel?

Sin duda, precisamente este año el lema ha sido ‘Empoderar las Sociedades del Conocimiento’. El Archivo Universitario ha preparado seis vídeos para las redes sociales bajo el título "Conócenos". En ellos se da a conocer nuestra historia, servicios, los fondos, etc.

¿Cree que la sociedad les valora?

Opino que socialmente se conoce poco el trabajo de los archivos. Pienso que una buena gestión documental garantiza los derechos de la ciudadanía, pero es difícil valorar lo que se desconoce.

¿Cómo ha cambiado el trabajo?

Ahora prestamos especial atención a la difusión y a potenciar el acceso a los fondos a través del catálogo en línea. Nuestra profesión está experimentando profundos cambios, estamos gestionando documentos en papel y electrónicos, participamos en la implantación de la administración electrónica en nuestras instituciones, en fin, nada que ver con el trabajo que realizaba en mis comienzos.

¿Y lo que se solicita es lo mismo?

Sí, aunque actualmente estamos experimentando un avance significativo en investigación en materia de género. Proliferan tesis, artículos y exposiciones que ponen en valor a mujeres olvidadas.

¿Cómo considera que sería una vida sin archivos?

Creo que una sociedad sin memoria no puede avanzar, los pilares documentales de la institución son fundamentales. Los archivos son imprescindibles para la sociedad, ya sean en papel o electrónicos.

Fotografías, tesis, cartas...

Contamos con un fondo documental bastante diverso. Tenemos expedientes en papel, un interesante fondo fotográfico relativo a actos protocolarios de la Universidad de Zaragoza, una colección de carteles de actividades, planos de obras, etc.

¿Cómo es la sensación de comenzar a catalogar un fondo?

Muy atractivo. No sabes qué vas a encontrar. Además es un proceso intelectual muy gratificante en el que debes crear un cuadro de clasificación para dar estructura al fondo que describes y documentarte sobre el origen de ese fondo.

¿Cuál ha sido la mayor sorpresa que han encontrado?

En un archivo el factor sorpresa es diario. Tal vez, la sorpresa más reciente ha sido encontrar, por mis compañeras del Archivo Histórico, el examen manuscrito de Santiago Ramón y Cajal para optar al premio ordinario de la asignatura de Anatomía Quirúrgica. Este examen se encontraba en una caja de premios sin datar de la Facultad de Medicina. Fue una gran alegría.

En la universidad tienen una sección que es 'Los Tesoros del Archivo'. ¿Su preferido?

Es muy difícil seleccionar uno en particular, todos tienen sus peculiaridades. No obstante, cuando veo los Libros de Gestis me emociono. Son la memoria de la gestión de la Universidad de Zaragoza y recogen la historia universitaria muy minuciosamente de 1671 a 1858.

¿Qué habría que conservar ahora para que los investigadores del futuro nos conozcan mejor?

Difícil contestar a su pregunta. Deberíamos conservar aquella documentación que de testimonio de las actividades universitarias. No son decisiones aleatorias y el Archivo Universitario cuenta con una Comisión Asesora que determina los plazos de conservación y eliminación documental.

¿Qué futuro augura?

Es un buen momento, especialmente ahora que estamos en primera línea con la implantación de la administración electrónica. En cuanto a la profesión, hay jóvenes muy bien formados y con habilidades para los nuevos retos.

Para terminar, ¿volvería a ser archivera?

Desde luego, esta profesión me ha proporcionado muchas satisfacciones.

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