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Las salas de conciertos piden unas reglas de juego claras para retomar la actividad

En espera de que se concreten las medidas de seguridad, reclaman el pago de las ayudas ordinarias de la DGA y del Ayuntamiento de Zaragoza.

Un concierto celebrado en el Centro Cultural Las Armas el pasado noviembre.
Un concierto celebrado en el Centro Cultural Las Armas el pasado noviembre.
Guillermo Mestre

La situación de las salas de conciertos aragonesas transita por la cornisa de la incertidumbre y de la supervivencia. Al golpe económico propinado por los tres meses sin actividad a causa de la pandemia, se unen las dudas sobre las normas sanitarias y de seguridad para reabrir y retomar la acción en los escenarios. Un limbo del que desean escapar cuanto antes para planificar un horizonte que se presenta muy complicado.

«Nos hallamos en la indefinición. Las normas son contradictorias. No sabemos a qué carta atenernos. Por un lado, está el decreto del Gobierno de Aragón publicado ayer que habla del 75% de aforo. Por el otro, está el decreto estatal que dictamina que las medidas de seguridad exigen una distancia de metro y medio entre las persona. Si tienes que guardar una distancia de metro y medio, resulta imposible disponer de un aforo del 75%, te quedarías en un 30% o como máximo un 40% siendo muy optimistas. Si hay que guardar ese metro y medio, no podemos abrir. Nos urge que se coordinen las normativas. Se está hablando que en los próximos días se definirá bien. Eso esperamos», expone Joaquín Domínguez, secretario de Aragón en Vivo y propietario de ZZ Producciones.

Aragón en Vivo es la asociación que aglutina a 19 salas, el 95% de las existentes en la Comunidad. A lo largo de la pandemia, ha ejercido de interlocutor con las instituciones. «Hemos mantenido reuniones con la DGA y con el Ayuntamiento de Zaragoza. Además, formamos parte de la Plataforma de Salas de Música de España, que está en permanente contacto con el Inaem. La semana pasada tuvimos una reunión presencial con el Ayuntamiento de Zaragoza y en breve esperamos tener una con el Gobierno de Aragón», comparte.

Unos encuentros que no han reportado, hasta ahora, los efectos deseados por el sector. «El Ayuntamiento, a día de hoy, no ha desarrollado ningún tipo de ayuda extraordinaria para las salas de música. Y no sólo eso, la ayuda ordinaria, la que se nos da cada año para realizar la programación musical habitual, todavía no se nos ha ingresado, cuando les pedimos que este año se ejecutara lo más rápido posible por las circunstancias extraordinarias. La necesidad es muy grande. Suele cobrarse en junio y es más necesaria que nunca. Con el Gobierno de Aragón, también se comentó que se agilizarían las ayudas ordinarias, pero tampoco ha ocurrido. Sería un balón de oxígeno para el sector. Así, con un poco de suerte, podremos reabrir en septiembre. Si no, se va a hacer muy duro pasar el verano», lamenta Domínguez.

Agujero económico

La factura que está suponiendo la Covid-19 para las salas aragonesas es muy gravosa. Se calcula que en este periodo de tres meses se han cancelado unos 1.000 conciertos y espectáculos, lo cual supone que se han quedado sin trabajo más de 200 personas entre camareros, profesionales de la seguridad, técnicos de sonido, DJs y programadores, además de los propietarios, que en la gran mayoría de casos son autónomos. El lucro cesante –la pérdida de una ganancia– que estiman supera los dos millones de euros. La cifra aumentará, a buen seguro, a lo largo de los próximos meses. No hay que olvidar que el verano suele ser una época poco propicia para los conciertos en espacios cerrados y la programación se reduce enormemente.

La hoja de ruta de las salas queda a expensas de la mayor concreción en las normativas de seguridad –sobre todo en lo referente al aforo– y en el respiro económico que supondría el ingreso de las ayudas ordinarias de las instituciones.

En espera de que todo esto se desencadene, Joaquín Domínguez dibuja el escenario más factible en la geografía de la música en directo en la Comunidad. «Siendo optimistas, poder realizar conciertos antes de septiembre va a ser dificilísimo. Si tenemos que guardar la distancia de seguridad actual y los conciertos tienen que ser con asiento asignado y sentados, hablar de conciertos es una quimera. Sin un aforo de al menos el 50% de la capacidad de cadaq sala y sin poder utilizar la barra, son inviables los conciertos», concluye.

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